Opinión: OPIN-04

Con Giuliani, Nueva York pierde su tercera torre


Con la marcha de Rudolph Giuliani de la alcaldía el 31 de diciembre, Nueva York pierde una tercera "torre", tan emblemática o más que las dos Torres Gemelas y que, como éstas, ha sido un punto de referencia en los últimos ocho años para los habitantes de esta ciudad .

El polémico y admirado Giuliani sale de City Hall en la cima de su popularidad, obligado por unas normas que él mismo impulsó y que impiden a un cargo electo optar a la reelección después de dos mandatos consecutivos de cuatro años en el cargo.

Giuliani cederá el puesto al multimillonario empresario Michael Bloomberg, republicano como él, que ganó las elecciones del pasado noviembre al demócrata Mark Green después de gastar más de 50 millones de dólares de su propio bolsillo en la campaña.

Además de los millones, Bloomberg contó con algo tan valioso o más que eso: el respaldo de Giuliani a su candidatura, que tuvo un efecto definitivo en el ánimo y la mentalidad de los votantes.

Y es que desde el fatídico 11 de septiembre, esta ciudad y sus habitantes han seguido los pasos que les marcaba su máxima autoridad, que en medio de la zozobra y los temores a nuevos atentados terroristas o al ántrax (carbunco), ha sido como un faro de salvación en plena tormenta.

El liderazgo de Giuliani en los últimos meses, su capacidad de trabajo, su sensibilidad con los familiares de las víctimas y sus constantes apariciones públicas para informar, consolar o levantar el alicaído espíritu de los neoyorquinos, le han valido el reconocimiento unánime de todos.

El "alcalde de América"


El "alcalde de América", como se le ha denominado, ha acompañado a presidentes, jefes de gobierno, legisladores y celebridades a visitar la "zona cero" con un doble objetivo: mostrar los efectos del terrorismo en toda su crudeza y mover las conciencias de los poderosos para lograr recursos en la recuperación de "su" ciudad.

"Cuando lo ves desde el aire entiendes lo devastador que es, lo masivo. Ver ese humo saliendo te hace sentir rabia y te convence más", dijo Giuliani tras acompañar en helicóptero al presidente de EE.UU., George W. Bush, en una visita al World Trade Center.

A este abogado y temido fiscal federal de los '80, de origen italiano, raíces católicas y criado en el barrio de Brooklyn, la tragedia de las Torres Gemelas le ha hecho destapar algunas de sus facetas más humanas y mirar la vida bajo otro prisma.

El "martes negro" Giuliani estaba en el puesto de gestión de emergencias del Departamento de Bomberos, en la Torre Norte, y diez minutos después de salir de allí, presionado por los mandos policiales, el edificio se derrumbó.

"Vi cómo saltaba la gente por las ventanas de las Torres Gemelas. Creo que, al ver eso, fue la primera vez que me figuré que esto iba más allá de cualquier cosa a la que nos habíamos enfrentado hasta ahora", ha recordado el alcalde.

Sus frecuentes apariciones con el último recuento de víctimas o para informar de las ayudas a los familiares, las explicaciones sobre los casos de carbunco en Nueva York y sus esfuerzos para calmar a los neoyorquinos tras la tragedia del vuelo 587, han sido vistos como un modelo a seguir por los dirigentes públicos en tiempos de crisis.

En la conciencia de los neoyorquinos ha quedado muy atrás otro Giuliani provocador, arisco, intrigante, cerrado al diálogo con sus adversarios y acusado con frecuencia de dividir a la ciudad con su actitud displicente hacia las minorías.

Muy atrás queda el Giuliani que dejó atónitos a todos al anunciar, en mayo de 2000, que se separaba de su esposa, Donna Hanover, que tenía una "muy buena amiga" y que padecía un cáncer de próstata.

"Cuando te enfrentas a algo como eso, te cambia, tienes un sentido mejor del significado de la vida", ha reconocido Giuliani.

Después de su renuncia a disputar con Hillary Clinton un escaño al Senado, el año pasado, y de asumir que no debía pedir que se cambiaran las leyes para poder seguir en la alcaldía, Giuliani se marcha del ayuntamiento como muy pocos habrían osado vaticinar hace unos meses: por la puerta grande y entre la admiración general.

Durante su gestión ha mejorado de forma notable la calidad de vida de la mayoría de neoyorquinos, con un descenso espectacular de la criminalidad, una bonanza económica sin precedentes y la recuperación de espacios emblemáticos como el área de Times Square.

La mayor incógnita, que el tiempo se encargará de develar, no es tanto si Nueva York sobrevivirá o no a la ausencia de Giuliani, sino si este hombre de 57 años de edad superará el vacío que sentirá cuando abandone el puesto de mando de su ciudad.

Víctor Martín. (EFE)