¿Es posible una posición
dialoguista con el islam?
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Un filósofo estudioso de Santo Tomás de Aquino analiza el Corán. Doctorado en la prestigiosísima Universidad de Lovaina, Martínez Barrera explica su pensamiento. El diálogo cristianismo-islamismo no es posible.
El filósofo Jorge Martínez Barrera estuvo hace un tiempo en la Universidad Católica para dar una conferencia sobre Santo Tomás de Aquino y el islam, abordando una compleja cuestión: "¿Sería posible, según Santo Tomás, pensar en la posibilidad de una conciliación entre la religión mahometana y el cristianismo?".
Con este doctor en Filosofía y master of Arts en Filosofía de la Université Catholique de Louvain (Bélgica), que es miembro del Consejo Académico del doctorado en Filosofía de la Universidad Católica de Santa Fe y primera medalla Cardenal Mercier instituida por el Institut Supérieur de Philosophie de la Université Catholique de Louvain, conversó El Litoral y en una entrevista dejó plasmado su pensamiento: no es posible una posición dialoguista con el islam.
-¿Cuál es la posición de Santo Tomás respecto del islam?
-Santo Tomás hereda su posición respecto del islam fundamentalmente de San Juan Damaceno (siglo VIII) y de un autor árabe cristiano, Al Quindi (siglo IX). Doy casi por seguro que Santo Tomás no leyó en forma directa el Corán porque en el siglo XIII estaba prohibido hacer traducciones de éste. No obstante, había una hecha en el siglo XI, en griego, que un filósofo bizantino, Nicetas, realizó para refutarlo, la Reputatio Coranis, en la cual examina de manera detallada y cuidadosa cada uno de los versículos y los refuta. Pero la única lengua conocida por Santo Tomás era el latín, por eso me llama la atención la precisión de las críticas que él hace a la religión musulmana.
-¿Cuáles son las críticas centrales?
-Los que estudian el Corán identifican tres grandes temas en torno de la crítica al islam: la figura de Mahoma, la guerra santa y la noción del Paraíso.
Los detractores del Corán consideran que Mahoma era un fabulador, un adulterino, una persona de poco valor. Este es el único aspecto que Santo Tomás no toma demasiado en cuenta. El no se mete con la figura de Mahoma.
-¿Esos detractores serían San Juan Damaceno y Al Quindi?
-Sí y son árabes y viven en el mundo islámico, por lo que pueden tener un conocimiento más de primera mano de quién fue realmente Mahoma.
-¿Podrían haber juzgado con mayor lucidez por tener la misma raíz cultural?
-Exactamente. Y a pesar de eso Santo Tomás es muy respetuoso, cauteloso y no se quiere meter en una crítica a la persona de Mahoma porque no tiene conocimiento de primera mano, no le constan las cosas que se dicen de él.
-Una posición muy científica.
-Sí, Santo Tomás es una mente científica de primerísimo orden, como que es discípulo de San Alberto Magno, el iniciador de la ciencia medieval.
En cuanto a la segunda gran crítica que se hace al islam, su concepción de la guerra santa, éste está plagado de instigaciones al combate. Es más, el Paraíso no será accesible a aquellos que no hayan combatido de alguna forma al infiel. El Corán es muy explícito en ese sentido: "Los destruirás aun cuando se oculten en elevadas torres", dice un versículo. Y no se puede ser amigo de cristianos ni de judíos.
-O sea que no es una religión de paz, como se suele argumentar...
-No, no. La paz es el objetivo final, pero cuando todo el mundo se haya convertido. Ese es el punto. En esto Santo Tomás tiene una crítica. Dice que el islam incita al combate y el deber de los cristianos es defenderse. Pero un cristiano no puede obligar a un musulmán a convertirse al cristianismo, no puede obligarlo a creer, porque creer es algo que depende de la voluntad, que es libre e intangible.
En cambio el islam sí obliga a creer. Y esto generó una serie de situaciones, porque los djimmi, como llamaban ellos a los cristianos, eran los únicos obligados a pagar impuestos, con lo cual conseguían que se convirtieran para no pagarlos, aunque privadamente seguían practicando su religión cristiana. Esto producía una serie de descalabros económicos a los califatos que es importante destacar.
El tercer gran conjunto de críticas está referido a la noción del Paraíso que expresa el Corán. Se trata de un Paraíso absolutamente carnal, tal como puede ser imaginado por un beduino en una larga travesía por el desierto. Lo primero de todo son las mujeres -que se describen carnalmente- que se van a encontrar en el Paraíso, lo cual hace suponer que ellas quedan excluidas del acceso y que están allí sólo para satisfacción de los guerreros. Se describen también los goces gastronómicos que habrá, cierto y determinado tipo de comidas, de vino; hay descripciones de las vestimentas, con satenes y brocados; los almohadones donde se van a sentar los bienaventurados para mantener conversaciones elevadas mientras las copas de vino son escanciadas por `dulces efebos que de sólo mirarlos se haría agua la boca'...
-¿No podrían ser representaciones emblemáticas?
-Es una buena pregunta, pero es difícil considerar que sean figuras alegóricas, porque las descripciones son muy detalladas y minuciosas y se supone que cuando las figuras simbolizan otra cosa siempre se presentan con algunos claroscuros que dan lugar a la interpretación. Pero éstas son descripciones muy explícitas, en las que la interpretación no es posible. Y además, en la religión islámica están prohibidas las interpretaciones, porque el Corán es la palabra de Dios, que no puede ser interpretada, se aplica literalmente. Precisamente, una de las diferencias entre el Corán y la Biblia es que ésta, a diferencia de aquél, es pasible de la interpretación y del análisis racional.
-Parece más el manual de un sibarita que un libro sagrado...
-Esa es la impresión que uno tiene al leer esa descripción tan minuciosa y lo que lleva a Santo Tomás a decir que ésta es una religión propia para gente del desierto no cultivada, en un desprecio manifiesto. Lo que me llamó la atención es el respeto que tiene Santo Tomás por los filósofos árabes.
-Partiendo de esos ejes críticos, ¿cree Ud. posible un diálogo con el mundo islámico?
-Desde un punto de vista teórico, si se consideran los valores de la sociedad occidental y más específicamente de los EE.UU, yo creería que el diálogo es posible, pero no porque la religión islámica haya alcanzado un grado de elevación superior, sino porque la cultura occidental encarnada por los EE.UU. tiene un grado de bajeza, de ruindad, que permitiría un acuerdo por debajo de la mesa con la cultura islámica. Y la otra cosa es el tema de la predestinación, que es común al protestantismo y al islam.
En cuanto a la posibilidad de un diálogo espiritual entre el Occidente verdaderamente cristiano y el islam, yo creo que no es posible, ya que se fundaría sólo sobre bases mínimas, que siempre van al fracaso, como esas alianzas políticas que se hacen para derrotar a un adversario.
-¿Estaríamos condenados en forma recurrente a un enfrentamiento con el islam? -Yo creo que sí, que no podemos escapar a eso y todo lo que se diga al contrario es una ignorancia de los textos coránicos, que son muy explícitos en ese sentido, no hay forma de llegar a un acuerdo.
-Pero el mundo islámico, ¿realmente cree a fondo en el Corán o es como Occidente, que se dice cristiano, pero lo es sólo de forma?
-Esto va al fondo de la cuestión. Yo creo que en el mundo árabe se plantean los mismos problemas con la fe que los que se plantean en Occidente. Está ese libro sagrado que prescribe de una manera clara e inexcusable ciertas y determinadas cosas y que muchísimas veces no es tomado en cuenta. Y digo esto porque los musulmanes que emigran están felices de vivir según el modo de vida occidental. El gran problema que tienen las autoridades religiosas islámicas que viven en países occidentales es cómo convencer a los musulmanes que lleven una vida acorde con las prescripciones coránicas.
-En general son comunidades que no se integran a los países donde viven, pero sí aprovechan todos los beneficios de la cultura occidental. ¿Cómo se entiende esta contradicción?
-Creo que es un problema que ellos no tienen resuelto y que ni siquiera se lo plantean, porque justamente una de las cosas que el Corán prescribe es la de no hacer demasiados análisis racionales respecto de la religión.
-¿Es posible que el mundo islámico genere pensadores que hagan un análisis reflexivo de la realidad?
-De acuerdo con los testimonios de la historia, yo creería que no, porque justamente lo que no permite la religión islámica es el florecimiento de lo que se podría llamar una teología natural, una filosofía que tenga que ver con la religión. Es más, hay un teólogo islámico, Al Gazel (siglo XI), que escribe una obra que se llama Refutación de los filósofos, donde les promete a éstos el fuego eterno, cuando intentaran hacer ese tipo de lucubraciones sobre la naturaleza de Dios. La obra de Al Gazel fue, a su vez, contrarrefutada por Averroes, cuyas obras fueron quemadas en la hoguera pública por el califa de Córdoba. Y si Averroes hubiese vivido en Arabia o en un país originariamente islámico, habría sido condenado a la lapidación. Pero vivía en España, que era dentro de todo una civilización floreciente, donde se cultivaba la filosofía, había escuela de traductores, una vida intelectual fortísima y eso impidió de alguna forma que Averroes tuviese un final infeliz.
Por todo esto creo que no hay posibilidad de un diálogo racional, reflexivo sobre la base del Corán. Es una dificultad enorme.
Graciela Daneri