Era sin dudas una de las finales más atractivas de los últimos tiempos. No sólo por la paridad de los equipos que se enfrentaban, sino además por el muy buen rendimiento que tuvieron a lo largo del certamen, que los encumbró en sus respectivas zonas, y por sus pergaminos históricos en la Liga. Por un lado, Gimnasia de Ciudadela, uno de los pioneros fundadores, primer campeón y dueño de ocho títulos en el fútbol amateur. Por el otro, Colón de San Justo, el más ganador del interior provincial, con también ocho halagos en sus vitrinas. Claro que además los unía otro récord no tan feliz: la gran cantidad de años sin vueltas olímpicas (11 para los sanjustinos y nada menos que 24 para el imponente club santafesino), por lo que la necesidad de alzarse con este Oficial pesaba sobre todos los protagonistas del encuentro.
Y el campeón fue el visitante. Con un claro dominio a lo largo de todo el encuentro, Colón justificó en la cancha los laureles que luego coronaron su campaña. La primera media hora de juego fue lo más flojo de una entretenida tarde. Es que ninguno de los dos se decidió a manejar el trámite, y entonces la pelota deambuló sin dueño por los más lejanos rincones de la cancha, cansada del maltrato impuesto por los actores. Pero sobre los quince finales de esa etapa inicial apareció el fútbol sanjustino. Pignata, Hozgan y los hermanos Ramírez comenzaron a asociarse con la pelota en los pies, y de a poco hilvanaron jugadas de peligro que edificaron los merecimientos para irse al descanso con la ventaja parcial. Claro que en un descuido defensivo apareció la experiencia de Nogara y entonces, cuando se moría el reloj, el marcador volvió a eliminar las diferencias.
El complemento trajo a un Gimnasia renovado, que desde el arranque buscó cambiar esa pobre imagen de la inicial. Y sobre los diez minutos llegó la jugada que pudo cambiar la historia: falta a Cóceres que determinó el penal, luego transformado en ventaja para el local, y la expulsión de Cardozo, el capitán de Colón. Dicen que en las mayores adversidades es donde se nota el temple de aquellos que están destinados a lograr cosas importantes en su determinado ámbito. Y ayer eso quedó por demás corroborado por la actitud del rojiblanco de San Justo luego del tremendo golpe que recibió en esa doble situación desfavorable.
Si ya en la primera mitad mostraron pinceladas de su talento los encargados de generar fútbol en Colón, luego del tanto "pistolero" se encargaron de encabezar la ofensiva de su equipo con sabiduría, priorizando el buen trato a la pelota contra el piso y sin desesperarse por lograr la igualdad. Así llegó el merecido empate mediante un tiro libre indirecto que ejecutó Luciano Ramírez, que mostró una elogiable técnica cada vez que se paró frente a la pelota.
La definición por penales no hizo más que confirmar lo que expuso el trámite del partido. Colón fue superior aun con un jugador menos en la cancha, frente a un Gimnasia que intentó hasta el final pero adoleció en forma notable la falta de un conductor, y por eso equivocó muchas veces el camino, con embates individuales de meritorio sacrificio y amor propio, pero escasa participación colectiva.
El festejo final fue un justo premio al equipo que hizo mejor las cosas. Gimnasia, lejos de bajar los brazos y quedarse en el lamento de la pérdida, sabe con certeza que lo demostrado a lo largo de este Oficial es mérito suficiente para intentar la revancha en el Clausura que se inicia. Pero mientras tanto, San Justo saluda al nuevo campeón, que luego de más de una década de sequía, levantó su noveno trofeo en la Liga Santafesina.
Marcelo Romano