En un contexto impregnado de emociones, recuerdos y gratificantes imágenes, un mixado Seleccionado Argentino de Rugby venció anoche a la primera división del Club Atlético de San Isidro por 31 a 16, en el marco de los festejos por el centenario de la prestigiosa institución anfitriona.
En un ámbito semejante, los ochenta minutos de juego fueron apenas un ápice de una noche inolvidable para todos quienes han tenido la fortuna de vestir la casaca albinegra, que ayer mutó su tradicional diseño a rayas horizontales, para asemejarse más que nunca a la típica cebra que emerge en el histórico distintivo de la entidad.
El equipo nacional estuvo integrado por algunos de los habituales titulares de Los Pumas (Méndez, Grau y Martin), aunados con quienes están para volver (Sporleder, Bouza y Contepomi) y sobre todo con potenciales futuros integrantes del principal equipo de nuestro país (Durand, Albacete, Albina, Borges y Serra).
Por su parte, en el CASI también jugaron algunos representantes de las entidades del interior con las cuales existe un convenio de reciprocidad deportiva y cultural (Atlético del Rosario, Estudiantes de Paraná y Sociedad Sportiva de Bahía Blanca).
El juego fue muy intenso, con momentos de relativa paridad y emociones repartidas a lo largo de todo su desarrollo. Siempre otorgó la imagen de que el seleccionado fue algo más, pese a la notable entereza con la que los anfitriones asumieron el histórico compromiso.
Pero más allá de lo eminentemente deportivo, quedó absolutamente claro que las vivencias inolvidables se dieron en torno del campo de juego y en cada rincón de las instalaciones enclavadas en un privilegiado sector de la "Capital del rugby argentino".
Miles de ex rugbiers de la "Gloriosa Academia" colmaron la "Catedral del rugby nacional" (términos utilizados habitualmente por la gente del CASI), ataviados con remeras alegóricas al aniversario que "construyeron" un interminable mosaico negro y blanco, conteniendo a corazones henchidos de emoción.
Sería virtualmente imposible describir los sentimientos contenidos en las palabras, gestos y lágrimas -derramadas por doquier-, esgrimidos a lo largo de una jornada que comenzó muy temprano, con el desfile de las diferentes generaciones que hicieron la inconmensurable historia del club que más rugbiers aportó a Los Pumas: 59.
De la entidad que más títulos obtuvo en la actual Unión de Rugby de Buenos Aires (antes aunada a la Unión Argentina): 32; o que fue la primera en concretar una gira por Gran Bretaña.
Pero no sólo el rugby es símbolo del CASI, nacido el 24 de octubre de 1902, merced a la "atrevida" inquietud de un grupo de adolescentes (de 14 a 18 años), que básicamente practicaban fútbol, deporte que caracterizó la etapa inicial, con notable suceso en la época amateur.
La irrupción del emblemático rugby data de 1907, producto de la llegada del profesionalismo al fútbol argentino. Pero existen numerosas disciplinas que hicieron trascender nombres épicos del CASI.
Como Arturo Rodríguez Jurado I, campeón olímpico de boxeo en Amsterdam 1928; Joaquín Wentzel, jugador del seleccionado alemán de hockey; Ronald Scott, mítico representante argentino en hockey y bowls; Jorge Cilley, integrante del seleccionado argentino de fútbol en la década del 20; los hermanos Cecil y Dennet Ayling, fantásticos jugadores de cricket y básquetbol, respectivamente.
En natación podría mencionarse a Guillermo Zeissi, Alicia Laviaguerre, Emilia Hougthon Tucker y Diana Sharpe. En tenis, a Julián Ganzábal, Armando Peruglia, Daniel Cassoetto y Carlos Junquet.
Ellos, los que ya no están y los que vendrán, merecían una fiesta inolvidable como la de anoche, en la que la mística del CASI estuvo a flor de piel.
El match se disputó en San Isidro, con el refereado del sanisidrense Horacio Pichot, y fue presenciado por más de 5.000 personas.
César Miño