Sucesos: SUCE-01 Indagaron a los detenidos por la muerte de Bieler
Es muy comprometida la situación de tres jóvenes mujeres. No habría quedado del todo claro el papel jugado por el remisero. Podrían existir otros implicados.


El juez Dardo Rosciani indagó entre viernes y sábado a los cuatro detenidos en el marco de la investigación de la muerte del empresario Norberto Bieler.

Los imputados comparecieron ante el magistrado en compañía de sus abogados patrocinantes, los doctores Hugo Goldin -en el caso de las jóvenes hermanas Fussy- y Horacio Paulazzo, en el caso de un remisero apellidado Ortiz. Para Rivero, cuarta integrante del grupo, fue designado un defensor oficial.

Aún cuando poco y nada ha trascendido acerca del resultado de dichas diligencias, se pudo saber que la situación de las mujeres sería altamente comprometida, mientras que el papel desempeñado por el hombre no estaría del todo claro todavía.

También trascendió que, tanto de los dichos de los detenidos como de ciertas evidencias recogidas en el curso de la investigación realizada por Seguridad Personal, otras personas habrían tenido algún grado de participación en el bárbaro suceso.

Lo que habría quedado claro durante el fin de semana fue que el grupo andaba tras una abultada suma de dinero -120 mil pesos argentinos o 120 mil dólares estadounidenses-, suma resultante de una operación inmobiliaria.

Al parecer tres mujeres -podría tratarse de las detenidas- habrían visitado a Bieler en su casa de barrio Candioti a principio de semana. En esa oportunidad, intentaron adormecerlo con un poderoso somnífero, al estilo de las "viudas negras". Pero la maniobra se frustró en la sobremesa cuando la víctima advirtió que el vino se había enturbiado en su copa.

Este fracaso habría dado lugar a otra intentona uno o dos días más tarde. Entonces, las mismas u otros miembros del grupo, escalaron una pared y llegaron al techo de la casa de calle Alvear al 3500, pero tampoco entonces hallaron el modo de ingresar a las dependencias en las que supuestamente se guardaba el dinero.

Ante estos reiterados fracasos, las mujeres que primero habían intentado adormecer a Bieler, eligieron otro camino y esta vez, ya con la decisión de ultimarlo, se hicieron de un agroquímico tan potente como "para matar a un perro". Con ese argumento, lo pidieron a un productor agropecuario.

Por fin, en la tercera y última incursión que hicieran en la casa de Bieler fueron armadas de un revólver, una jeringa hipodérmica y un envase que contenía la sustancia letal, elementos todos que en la hora decisiva habrían de ser manipulados con empleo de guantes quirúrgicos.

Se tiene entendido que los hechos se sucedieron tal como el primer día, pero esta vez no ofrecieron una copa a Bieler sino que, sin más, éste fue golpeado en la cabeza con la culata del arma. El hombre habría intentado resistir y presuntamente llegó a lesionar a una de sus atacantes. No obstante, fue doblegado y enseguida, fue atado de pies y manos, sobre la cama.

Luego, en ese estado de absoluta indefensión, una de las mujeres inyectó la dosis mortal en las manos de la víctima y por fin, como si esto fuera poco, le obligó a beber el resto del veneno contenido en la botella.

Esto sería en líneas generales un relato aproximado de cómo ocurrieron los hechos, más allá del rol desempeñado por cada uno de los imputados y los matices que diferencian sus respectivas versiones.

Después, cómo jugó el remisero en esta historia no sería fácil de explicar. Por el momento nada parece indicar que hubiera estado presente en la escena del crimen o que hubiera tenido conocimiento de lo ocurrido en la casa de calle Alvear. El mismo se reservaría el lugar de "el chofer de las chicas", por completo ajeno a los hechos que se investigan.

Según se sabe, el espantoso asesinato descubierto recién el viernes 11 de octubre en horas del mediodía, habrá de incomodar a más de uno, sobre todo si se tiene en cuenta que la primera pista que orientó la pesquisa fue un teléfono celular con el cual, una de las imputadas, habría realizado numerosas llamadas antes, durante y después de la noche del crimen.

José Luis Pagés