El viaje de Kirchner y el debate de la Tercera Vía
El presidente Néstor Kirchner, acompañado de su esposa, Cristina Fernández, inicia una gira por Europa que incluye Inglaterra, Francia y España. En las reuniones que el mandatario mantendrá en Europa seguramente las cuestiones que se debatirán serán las de las tarifas y la deuda externa, pero en Inglaterra, Kirchner se reunirá con el primer ministro inglés, Tony Blair y los presidentes de Chile y Brasil. Allí, uno de los temas centrales del debate, que es a su vez el motivo principal de la visita de Kirchner a Inglaterra, será el de la denominada "Tercera Vía".
La presencia de Ricardo Lagos y Lula le otorga a esta reunión una inusual actualidad, ya que a los lineamientos clásicos establecidos en su momento por el sociólogo británico Anthony Giddens, se suma en este caso la lectura que hagan de la realidad mandatarios de países periféricos o emergentes.
Como se recordará, el concepto de "Tercera Vía" fue planteado en su momento por intelectuales socialistas. Se trataba de dar una respuesta alternativa al llamado "Consenso de Washington" en las condiciones de la globalización y el derrumbe del comunismo.
Conceptualmente, la "Tercera Vía" no tiene nada que ver con la denominada "Tercera Posición" sustentada en su momento por los líderes tercermundistas de los años '50 y '60. Esta tercera posición, defendida en su momento por Sukarno, Nasser, Tito y, a su manera, por el propio Perón, planteaba un camino alternativo -por parte de los países periféricos- a las opciones planteadas por el capitalismo y el comunismo.
A la tercera posición hay que entenderla, por lo tanto, en el contexto de la Guerra Fría y concluir en que fue más una decisión política que económica. La expresión institucional de esta política fue el "Movimiento de los Países No Alineados" y su manifestación cultural se llamó "tercermundismo".
Francis Fukuyama fue el oráculo intelectual de un supuesto "fin de la historia", caracterizado por la muerte de las ideologías y la victoria del capitalismo en clave neoliberal. La globalización, con sus formidables innovaciones tecnológicas y científicas, el desarrollo del capital financiero y las comunicaciones, no sólo ha puesto en evidencia las contradicciones insalvables del comunismo, sino que su empuje ha arrasado con el Estado de Bienestar, la respuesta que en su momento diseñó el capitalismo para enfrentar la crisis nacida del derrumbe del Wall Street y que se transformó en hegemónico en Europa luego de la Segunda Guerra Mundial.
La "Tercera Vía" nació luego de la caída del Muro de Berlín, el triunfo del capitalismo y la hegemonía del pensamiento neoliberal. La alternativa ya no era capitalismo o comunismo. La Tercera Vía se propone construir una estrategia diferenciada del pensamiento neoliberal, pero también del clásico modelo socialdemócrata del Estado de Bienestar.
No es casualidad que esta opción haya nacido en Gran Bretaña, donde el laborismo de Harold Wilson llegó a ser la expresión más elaborada del Estado de Bienestar y el conservadorismo de Margaret Thatcher expresó el modelo más definido de acumulación neoliberal.
El debate está abierto aunque, a decir verdad, la política de Tony Blair no ha logrado expresar en la realidad los paradigmas teóricos delineados por Anthony Giddens. Puede que ahora, en el contexto de la crisis del petróleo y de la crisis financiera de Wall Street, haya margen para el nacimiento de esta "Tercera Vía" hasta ahora teórica, estrategia que se propondría articular los niveles de eficiencia y competitividad del neoliberalismo con la preocupación por lo social de la antigua tradición socialdemócrata y socialcristiana.
Como ya lo manifestaran Kirchner y Lula, la "Tercera Vía" reclama de una traducción específica a la realidad de las naciones emergentes, un tema que vuelve a colocar en el tapete el clásico corte centro-periferia. Como se podrá apreciar, el tema no es sencillo, pero más allá de la intensidad del debate y de las conclusiones a las que se pueda arribar, lo que está fuera de discusión es que estos debates políticos y académicos no nacen caprichosamente; por el contrario, encuentran su razón de ser en un mundo que se está esforzando por encontrar criterios básicos de comprensión de realidades complejas y respuestas válidas a los nuevos dilemas que plantea la historia.