"La diabolización del automalogrado Firmenich cuando incursionara en la dirección montonera se ha puesto de moda. Le entra como anillo al dedo a vastos sectores de la clase media y de la progresía argentinas, todavía impregnadas por falsedades de la teoría de los dos demonios", dispara el periodista argentino Juan Gasparini. Es un fragmento que escribió en 1993, actualizó en el '99 y hoy vuelve a aparecer con la fuerza que le impregnan los acontecimientos. Está en un anexo de su libro Montoneros. Final de cuentas. En ese texto que tituló "La CIA de los Montoneros", Gasparini se dedica a fundamentar sus refutaciones a las afirmaciones del periodista norteamericano Martín Edwin Andersen entre las que acusa a Mario Firmenich de haber sido un informante del Ejército.
Gasparini reside en Ginebra y desde ahí acaba de dar trascendencia internacional a través del diario El Periódico de Catalunya, del cual es corresponsal, a la aparición de documentos oficiales suizos, encontrados en la embajada en Berna, que dan cuenta que en el '77 la dictadura había realizado un pedido de captura y extradición sobre Firmenich, entre otros guerrilleros.
Desde Ginebra y correo electrónico, Gasparini explicó a El Litoral la importancia de esta documentación:
"La apertura de los archivos federales suizos sobre la guerrilla argentina saca a luz documentos en los que la dictadura argentina pide en 1977 la captura con fines de extradición del entonces jefe de Montoneros, Mario Firmenich, aportando incluso supuestos antecedentes del mismo, acusándolo de `privación ilegítima de la libertad y homicidio calificado', de tener relaciones con el jefe del ERP, Mario Roberto Santucho, con el líder cubano, Fidel Castro, y con Tupamaros de Uruguay, el MIR chileno y un Frente Paraguayo de Liberación, y de realizar actividades en Moscú y La Habana.
"Los pedidos de extradición se extendieron a Rodolfo Mattarollo, actual subsecretario de Estado para Derechos Humanos del presente gobierno que preside Néstor Kirchner; y a Lidia Mazzaferro, hoy fallecida, entonces dirigente de la rama femenina de Montoneros y una de las representantes de la Comisión de Derechos Humanos de la Argentina (Cadhu), una ONG de derechos humanos con bases en Madrid, entonces presidida por Eduardo Luis Duhalde, en estos momentos secretario de Derechos Humanos nombrado por Kirchner.
"Algunos de los papeles revelados por Suiza son documentos de la embajada argentina en Berna, y es posible que se trate de comunicaciones distribuidas también por otras embajadas argentinas. Se añade una lista de 26 `subversivos' recogida por la policía de Ginebra, evidentemente proporcionada por la Argentina donde figuran Firmenich, Vaca Narvaja, Perdía, y otros dirigentes, tanto de Montoneros, como del ERP".
-¿Esta documentación contribuiría a refutar los escritos del periodista estadounidense Andersen sobre Firmenich?
-Es evidente que esta documentación pone en crisis la teoría de Martín Andersen, que basa sus acusaciones en lo que supuestamente le contó un agente del FBI en Buenos Aires, un tal Robert Scherrer, con quien dice que habló y cruzó dos cartas. Pero lo llamativo es que Scherrer no informó a su superioridad de lo que, supuestamente, le contó a Andersen, porque los documentos de inteligencia de esa época ya están desclasificados en Estados Unidos y no hay ninguna huella de lo que pretende Andersen. Lo que sí se desclasificó fue documentación sobre Scherrer, y esto fue el 11 de febrero de 1999, según documentos del Departamento de Estado, donde queda claro que Scherrer fue un enlace entre los Estados Unidos y la dictadura chilena que encabezara Augusto Pinochet, en cuanto a lo que se llamó el Plan Cóndor, o sea la coordinación represiva de los regímenes militares del Cono Sur. Y ahora Andersen lo erige en fuente creíble para brindar datos sobre los movimientos de resistencia a esas dictaduras.
-¿Cuál es el análisis que hace sobre Firmenich? ¿Por qué cree que no enfrenta un juicio?
-El escritor y periodista argentino Tomás Eloy Martínez estima que "el extremo mayor de la soberbia es creerse hijo de Dios". Es una epidemia que ha alcanzado a muchos argentinos. Firmenich es uno de los aquejados por esta terrible enfermedad. No se le conoce ninguna reflexión crítica y autocrítica de su paso por Montoneros y sólo él sabrá por qué no habla. Por cuál razón no enfrenta un juicio, es una pregunta que le corresponde responder también a él. Yo creo que hay necesidad en la Argentina de depurar responsabilidades políticas y, que tarde o temprano, le guste o no, Firmenich será puesto delante de sus responsabilidades, al margen de las responsabilidades que le quepan a otros, a los partidos políticos, a los sindicalistas y, sobre todo, a las Fuerzas Armadas que realizaron la represión. En este aspecto, no hay que confundir los crímenes de Estado y los errores políticos de los que trataron de llevar a cabo la resistencia contra la dictadura. Y para esto hay que situarse en el pensamiento de la época. Mirándola hoy, la contraofensiva por la cual acusan a Firmenich, Vaca Narvaja y Perdía parece una locura, pero con esos criterios de hoy también la aventura del Che en Bolivia fue una locura. Entonces se pensaba que se podría vencer al imperialismo, derrocar a las dictaduras y construir el socialismo y el hombre nuevo.
En "La CIA de los Montoneros" Gasparini se refiere a Miguel Bonasso: "Se dice desconcertado por las alegaciones de Andersen, sin refutar casi nada".
-¿Por qué considera que no rebatió los argumentos del estadounidense?
-Miguel Bonasso está buscando al "topo", el supuesto traidor que explique la causa de la derrota de los Montoneros. Los Montoneros desaparecieron de la escena política hace más de 20 años y hay mucha gente que ha investigado y escrito y el "topo" no aparece por ningún lado. Tengo la impresión de que Bonasso cree que la causa del fracaso obedece a un factor externo, a una infiltración, a una colaboración de una oveja negra con la represión; y a mi entender, las razones de la derrota son internas, no externas. Son los propios errores de los Montoneros los que explican la derrota, arrancando del mal manejo del enfrentamiento con Perón en 1973. Bonasso alimentó sospechas de la presunta supuesta existencia de este "topo" al comentar esta causa que lleva el juez Bonadío en sus notas periodísticas y fue a declarar al sumario, pero sin aportar prueba alguna. El tampoco se ha hecho ninguna autocrítica. En Recuerdos de la muerte, su libro más conocido, hay una exaltación de la contraofensiva de los Montoneros, que ahora desata la polémica, con la que estuvo de acuerdo, y que tuvo dos olas, una a fines de 1978 y otra a fines de 1979. Su ruptura fue ante la segunda ola de esa contraofensiva, pero en el plan original y en la primera ola estuvo en la organización como secretario privado de Firmenich en el exterior. No entiendo cómo pudo tener ese cargo y no saber si Firmenich era un leal montonero o un traidor. Para mí Bonasso es un misterio.
-¿Cómo analiza la participación de tantos ex montoneros en el gobierno menemista?
-La opción de ex montoneros por el gobierno de Menem, que fue trágico para el país, me parece lamentable. Significa que se consideró que no era posible mantener principios acuñados en la militancia de los años 70, y que había que renunciar a ellos y participar en la destrucción del país mediante la corrupción, la entrega de la economía, y la destructuración política de la Nación. Una tragedia.
Entrevista: Ana Laura Fertonani