Quizás fue la imagen de aquella guitarrita azul de plástico, allá en la infancia, o los consejos del tío diciéndole que se dedicara a otro instrumento, o las noches de mayo cuando después de inundarse su casa de barrio San Lorenzo se refugió en la voz de sus cuerdas cuando en la noche todo era silencio y tristeza.
Lo cierto es que Sebastián Ríos, un santafesino de dieciocho años que representará a la provincia como solista de guitarra en Cosquín, siente que cuando supo que era él quien se consagraba ganador del certamen Una Esperanza a Cosquín, llevado a cabo en la cabecera del departamento Las Colonias tenía dificultades para creerlo.
Hoy, a días del festival folclórico más difundido de la Argentina, Seba no sabe bien qué le espera, es más, dice que le gusta dejarse sorprender por la vida, afina la guitarra, ensaya y sigue cumpliendo sueños. "Yo empecé a tocar la guitarra a los ocho años, como un hobby, con una guitarrita blanca que tenía, hasta que a los once ingresé en el Liceo Municipal, donde aún estudio. Era chico todavía cuando me animé a tocar en las fiestas familiares, me fue viendo gente y las cosas se fueron dando para que esto se parezca cada vez más a una profesión", dice el joven talento santafesino.
Luego de probar tocar en conjuntos o dúos, Sebastián se decidió por la carrera solista. Así se presentó en algunos escenarios de la ciudad, de Paraná y Monte Vera. Confiesa que entre sus preferencias está interpretar flamenco y guitarra virtuosa y que su elección por el instrumento llegó de la mano de Paco de Lucía, Al Di Meola, Juanjo Domínguez, Cacho Tirao y los Gipsy Kings. "Cuando escuché por primera vez a los verdaderamente grandes de la guitarra, pensé, `qué bueno sería que yo pudiera hacer esto", cuenta el músico.
-Ganaste un certamen para folclorista, pero tu especialidad ¿es el folclore?
-No, pero cuando me invitaron a participar del Pre Cosquín me esforcé mucho porque no estaba acostumbrado. Al jurado le gustó mucho mi trabajo porque le hice unos arreglos a unos chamamés y unas polcas, los adapté a mi estilo y creo que fue determinante esa cuestión porque yo competí con gente grossa, profesores con academias y todo... no podía creerlo.
-¿Cómo manejás la presión en esos casos?
-Me acuerdo de algo que me dijo Fabio Zini, a quien conozco desde hace mucho y que desde Miami me manda partituras. Él me dice que siempre toque con el corazón, no por competencia, y a la hora de subir al escenario da lo mismo si tocás para diez o para miles de personas.
Yo toqué este año en el ciclo del Solar de las Guitarras y, en realidad, no sabía muy bien dónde estaba, quiénes estaban allí escuchándome, toqué con Federico Teiler y a la semana siguiente estuvo allí Juan Falú, por ejemplo.
Tampoco toco para ganar dinero, yo voy contento adonde me dicen vení. Me quisieron llevar a muchas reuniones privadas para que toque, me iban a buscar y hasta me llamaban a mi casa personas con interés de representarme, pero no, tengo que crecer todavía, estudiar, después veré qué hago.
Sebastián es un pibe distinto. Él nació y creció escuchando cumbia en el barrio, pero a la hora de comprar un CD se inclina por otros géneros musicales; tiene las uñas de la mano derecha muy largas y muy cuidadas, pero nunca le importaron las "gastadas" de sus compañeros y elige quedarse en casa sacándole nuevos acordes a la viola en vez de salir a bailar los sábados por la noche.
Para Sebastián el presente está lleno de sorpresas y se sabe hoy en el lugar de muchos chicos (y no tanto) que sueñan todas las noches con la plaza Próspero Molina a pleno, escuchando su música.
"Es que todo es muy rápido -comenta-, si yo a los 16 empecé a tocar en las peñas y ahora, con 18 recién cumplidos me llega esto. Es rápido, pero es lindo, te da ganas, más ganas".
Sebastián valora el sacrificio de sus padres, José y María Josefina, para comprarle una guitarra criolla de muy buena calidad y una eléctrica, con la que busca nuevos sonidos y perfecciona otras técnicas.
"A los quince me regalaron la eléctrica, y empecé con esa, pero ahora toco tres meses cada una. Son muy diferentes. Al ser virtuoso tengo que estar en la última en sonidos, siempre estoy en internet, comprando revistas, para estar actualizado. Pero no es sólo en lo económico que me ayudan, sino en el acompañamiento, porque esta carrera es difícil y a veces muy larga, pero ellos celebran conmigo los triunfos, van a verme, están ahí", dice y recuerda una anécdota: "Cuando me llegaron las bases para Guitarras del Mundo, empecé a preparar El Vuelo del Moscardón y una noche no me podía dormir pensando en los acordes, entonces, para no molestar, me encerré en el baño. Mi papá se levantó, eran como las tres de la madrugada y me encontró sentado en el inodoro tocando, concentrado. Yo sé que pensó que estaba loco, pero se sonrió y sólo me sugirió que volviera a la cama, porque en unas horas tenía que estar en la escuela".
La familia de Sebastián se completa con una hermana, Carla, que a su vez tiene tres hijos, Lucas, Agustina y Julián; los hermanos son Adrián y Roque, pero no quiere olvidarse de mencionar a Emilia o Cuqui, la tía que vive al lado, que "es mi segunda mamá", dice.
Roque, uno de sus dos hermanos, tiene 26 años y es profesor de educación física. Es quien lo acompañó a esta nota y el que estuvo con él en Esperanza como en cada lugar adonde toca Seba. Cuenta que en el Pre Cosquín, mientras su hermano esperaba turno para subir al escenario "llegó un tipo con un auto de una cuadra, bajó vestido con un traje carísimo y se presentó diciendo que era profesor y dueño de una academia. `Yo soy tu competencia' le dijo a Sebastián que había llegado en remís, con su camisita negra y la guitarra. El hombre éste quedó eliminado enseguida y Sebastián va a ir a Cosquín", dice, orgulloso.
La inundación que golpeó a los santafesinos este año, también cubrió la casa de los Ríos en San Lorenzo. El músico de la familia pudo rescatar una de sus guitarras, pero perdió mucho material abajo del agua. "Fue feo, pero por lo menos estábamos juntos. Por las noches tocaba media hora, entonces parecía que me iba a otro mundo, me olvidaba un poco de la realidad que estaba viviendo, a veces con los dedos duros de haber estado levantando cosas. Esto se lo conté a Pablo, uno de los organizadores del Solar de las Guitarras, y él me comentó que conoció a una guitarrista de Yugoslavia que estuvo tocando en un sótano dos meses en plena guerra".
Y hay más: "Una vez, una profesora de psicología de la escuela me contó que Julio Bocca dijo que a él no le importaba la gente que decía que era un maricón porque cuando bailaba tenía orgasmos. Yo me doy cuenta de que a mi me pasa algo parecido, si escucho con atención siento que la guitarra llega a un punto muy profundo, que me transforma, me transporta".
Así es Sebastián, el pibe de dieciocho años que va a ir en nombre de Santa Fe a competir como solista de guitarra a Cosquín, el mismo que para participar en el Festival del Agua y el Canto, en el '97 tuvo que escalopear el mástil de su vieja guitarra con una lima, porque le daba mayores posibilidades técnicas. El muchacho que escucha con atención todo lo que le dicen y medita cada palabra. "Hay que guardar los estímulos", dice.
Este es Seba, al que no le gusta que le impongan límites musicales y escucha de todo y aprende de todo, el que tocó alguna vez el violín, el charango, el bajo. Se atrevió al piano y le gustaría probar con el acordeón. El que sonríe con ternura cuando recuerda que el tío Carlos le dijo hace mucho tiempo que guitarristas hay muchos, que por qué no se dedicaba al arpa o al trombón. Y "hoy se agarra la cabeza".
Sebastián Ríos, simpático y serio. Estudioso, amante de los sonidos, renovador y creador. Un pibe que quiere seguir siendo el que dibuja las notas en el pentagrama de su vida.
Araceli B. Retamoso