El título de la nota podría explicar el origen del lenguaje humano, así como el Big Bang intenta, junto con otras teorías, descifrar el origen del universo. Y se nos ocurrió parangonar uno y otro fenómeno por el parecido que puede encontrarse en la teoría de la "gran explosión", que originó el cosmos, y la hipótesis onomatopéyica que echaría luz -según algunos- respecto del comienzo del lenguaje humano, el cual se habría iniciado mediante un proceso imitador de sonidos, ruidos, voces, producidos por los animales y las cosas, y los gritos, exclamaciones, proferidos por el hombre, y provocados por lo que veía o por sus estados de ánimo de sorpresa, dolor, alegría, entusiasmo, los cuales con el correr del tiempo fueron -gracias a uniones, combinaciones, derivaciones, alargamientos y acortamientos- convertidos en palabras, las que a su vez se unieron y/o combinaron para dar lugar a nuevos vocablos.
Según la hipótesis del Big Bang, las galaxias se separan y dispersan porque están dotadas de una velocidad de fuga sorprendente, y así los elementos básicos del núcleo inicial, de incalculable densidad, se hallan en libertad, diseminando cantidades enormes de energía, distendiéndose y disgregándose en incontables mundos dotados también de fuerza expansiva.
Si trasladamos esa situación a la suposición de que en un principio existieron voces humanas, creaciones imitativas u onomatopeyas que acompañaron naturalmente a los gestos, dichos elementos, combinados con otros, lingüísticos, utilizados para dar nombre a las cosas, habrían expandido el lenguaje de manera exponencial; y lo que fue expresión de una sensación, emoción o sentimiento (zas, cruj, guau, paf, puf, trac, choc, bom, traque, pum, auu, etc.), se convirtieron en fijaciones convencionales. Integraron las hablas primitivas, de tal manera que han producido la expansión de los idiomas, algunos de cuyos "átomos" originarios llegan hasta nuestros días.
Pensemos, por ejemplo, en la voz mediante la cual se trata de imponer silencio: chis o chist. Este átomo sonoro ha dado lugar a gran número de vocablos y expresiones complejas como: chistar (con las 118 formas verbales), chitar, chite, chito, chitón, chiste, chistoso-sa, chistido, chiticalla, sin chistar ni mistar, a la chiti, a la chiticalla, chiticallando, a la chiticallando, chita callando, a la chitacallando, a la chitocallando, y así la expansión sigue su curso de manera avasallante.
Veamos otros ejemplos. Primero fue la "gota superdensa" toc, onomatopeya del golpe o ruido que produce dicho sonido, del que se derivan: toc-toc, tocar, toque, tocante, tocante a, tocable, tocador-ra, tocata, toquetear, retocar, retoque, tocón, tocado-da, pieza tocada, tocadura, tocamiento, tocadiscos, tocasalva, a toca teja (en dinero contante), tocatorre (juego de muchachos).
También en el origen estuvo la palabra buf: remedo del sonido que se produce al expeler el aire por la boca hinchando los carrillos. De aquí: bofar, bufar, bofe (pulmón), echar los bofes, y la cadena de derivados: bufido, bufado-da, vidrio bufado (hinchado y explotado), bufo-fa, bufón (bufa: hincha los carrillos para hacer reír), bufonada, bufonería, bufonearse, bufonesco-ca, bufonifar, bufanda, bufarda, bufete (fuelle), bufetada, bofetada, abofetear, bofetón, bufia (bota de vino), el bufador (fumarola), bofarse (afollarse la pared, presentar globos, descascararse), afollar (soplar con fuelles), afollado-da, el afollado (fuelle, arruga del vestido), afollador, follados (calzones), buhar (bufar), abuhado, buhedera (respiradero), buharda, buhardilla, bohardilla (ventana), bufos (papos: antiguo tocado de mujeres), papón-na, paporreta, paporretear, paporretero-ra.
"Bom, bam, bum" son sonidos imitativos de ruidos explosivos y dan lugar a los derivados bomba, bombazo, bombear, bombeador, bombero (oficio y cañón para disparar bombas), bombarda, bombardear, bombardeo, bombardero, bombardino, bombardón, bombo, dar bombo; irse, mandar o tirar al bombo, bombeo, bombacha, bombacho (calzón bombacho), bombachón, bombín (sombrero hongo), bombé, bombilla, bombillo (bomba pequeña para extinguir incendios), bombón y bombona (vasijas).
Con los ejemplos transcriptos intentamos demostrar que la energía creativa y expansiva de un idioma es ilimitada, casi infinita. La imagen literaria del abate Lema”tre de que "el Universo se dilata como un globo de goma en la boca de un niño que está soplando", grafica plenamente lo que ocurre con los miles de lenguas que hay en el mundo.
Enrique José Milani