Junto con la alimentación saludable (consumo de más lácteos, verduras, frutas y cereales y menos alimentos grasos o de alto contenido calórico) y con el abandono de los hábitos tóxicos para el organismo (como el tabaco y el alcohol), la actividad física completa la tríada básica de los llamados hábitos de vida saludables.
Este concepto ha existido durante siglos, pero no es sino en los últimos veinte años que la ciencia se ha puesto al día con respecto a él. Pruebas irrefutables muestran que quienes realizan actividades físicas de forma regular son más saludables, viven más tiempo y tienen una mejor calidad de vida que las personas inactivas.
La actividad física ayuda a evitar o retardar manifestaciones de algunos de los problemas de salud que más prevalecen en el mundo de hoy, incluyendo enfermedades cardiovasculares (hipertensión arterial, cardiopatía isquémica, accidentes cerebrovasculares), la diabetes, la osteoporosis, el cáncer de colon y las complicaciones de la salud relacionadas con el sobrepeso y la obesidad (colesterol elevado).
Además, un estilo de vida activo también mejora el estado de ánimo, alivia la depresión y facilita el tratamiento del estrés. A largo plazo, la actividad física puede aumentar la autoestima, la agilidad mental e incrementar la interacción social.
Entre los niños y adolescentes, la actividad física ayuda a mejorar el desempeño escolar, aumenta el sentido de la responsabilidad personal, reduce el consumo de drogas, alcohol y las prácticas ociosas perjudiciales. En edades más tempranas, la práctica de deportes ayuda a promover el desarrollo físico y la salud de los niños.
En definitiva, la promoción de hábitos de vida saludables, a los que la práctica regular de algún deporte contribuye de manera significativa, constituye uno de los pilares fundamentales de la prevención, objetivo primordial de la medicina moderna.
Como contrapartida, existen ciertos riesgos en la práctica de la actividad física, por lo que se hace necesaria la valoración periódica del deportista, con el propósito de identificar e individualizar la presencia de estos factores de riesgo o de aconsejarlo oportunamente sobre el tipo e intensidad de ejercicio físico adecuado para su situación física.
Tales riesgos están en primera medida determinados por el tipo de actividad física a realizar: deportes de riesgo (como submarinismo, carreras en automóvil, motocicletas, etcétera), de alto contacto físico con riesgo de lesiones (como el fútbol, básquetbol, rugby) y deportes con altas demandas físicas, tanto estáticas como dinámicas (como ciclismo, rugby y remo).
Otro tipo de riesgo para la salud lo determinan el estado físico y los problemas de salud preexistentes en el deportista, principalmente, de orígenes cardiovasculares, respiratorios y osteomusculares.
En estos casos, si bien la práctica deportiva sigue siendo un hábito saludable, debe valorarse minuciosamente el estado de salud del deportista para asesorarlo sobre el tipo de intensidad física que puede realizar, a fin de evitar que la actividad física pueda complicar estos problemas de salud.
Conscientes de la importancia de maximizar el beneficio de la práctica deportiva minimizando los riesgos de la misma, los integrantes de la Asociación Santafesina de Básquetbol vienen trabajando hace ya un tiempo en la difusión del deporte en la provincia y en la valoración médica en sus asociados.
Estas actividades, a pesar de figurar en la ley provincial del Deporte, constituyen una experiencia única en su tipo, ya que en un lapso de cuatro meses se examinó a la totalidad de sus afiliados (más de 1.500 deportistas entre jugadores, técnicos y árbitros).
La modalidad elegida para la valoración de los deportistas fue el examen clínico individual basado en recomendaciones del Comité Olímpico Internacional (COI), la Federación Americana del Deporte y la Sociedad Argentina de Pediatría, mediante el cual se valoraron los antecedentes clínicos de los jugadores, se realizó el examen físico y funcional de cada uno de ellos, aconsejando en cada caso sobre los cuidados y precauciones a tener en cuenta para minimizar los riesgos de la práctica deportiva.
De todos los exámenes practicados durante el período mencionado, hubo un 15 % en los que detectaron situaciones de riesgo que, a juicio de los profesionales, requerían ser reevaluadas. En consecuencia, se aconsejó a los deportistas la consulta con los profesionales correspondientes, según el problema detectado, y el sitio habitual para prestar atención médica al jugador.
Los problemas detectados en los controles fueron diversos. Predominan los problemas cardiovasculares (soplos), respiratorios (asma) y nefro-urológicos (hernias y problemas testiculares).
En cada caso, se remarcó a los deportistas que la existencia de algún problema de salud no necesariamente contraindicaba la realización de prácticas deportivas, pero sí requería un control y seguimiento médicos para evitar complicaciones derivadas del esfuerzo o contacto físico.
Como resultado de la valoración de los deportistas, hubo tres casos en los que se desaconsejó la práctica competitiva y se sugirieron otras alternativas de actividad física más acordes con el problema encontrado.
También se detectaron problemas de salud ignorados y se recomendaron el tipo y la frecuencia de controles médicos a seguir en cada caso, además de los cuidados y precauciones a tener en cuenta para la práctica deportiva.
En los deportistas que ya conocían la existencia previa de algún problema de salud, se verificó que éstos estuvieran adecuadamente controlados y se hicieron la recomendaciones pertinentes.
Los doctores Leonardo Sigal y Patricio Simeoni son parte del cuerpo médico que tiene a su cargo el control de salud en la Asociación Santafesina de Básquetbol.
Marcelo MendozaFotos: El Litoral