AFP
Grandes empresas privadas ayudaban a los gobiernos militares del Cono Sur en los años '60 y '70, básicamente en la Argentina y Brasil, para espiar y reprimir a los activistas de sindicatos y trabajadores agremiados, lo que derivó en torturas y muertes, según informe divulgado ayer.
De acuerdo con el reportaje del diario carioca O'Globo, documentos "inéditos" del Departamento de Orden Político y Social (Dops), archivos obtenidos en Washington, Sao Paulo y Buenos Aires confirmaron que empresas paulistas colaboraban con el ejército y la policía para brindar información sobre los sindicalistas durante la dictadura militar (1964-1985).
La documentación recopilada y revelada por el periodista brasileño José Casado indica que empresas como las montadoras internacionales de vehículos Volkswagen, Scania y Chrysler, General Motors y de neumáticos Firestone entregaban a los servicios de inteligencia listas de funcionarios agremiados considerados sospechosos.
Entre otras cosas, se asegura que firmas importantes, muchas de ellas internacionales, crearon un "grupo de trabajo" con los órganos de seguridad castrense y policial, en una cooperación fuerte "pero discreta".
"Estábamos defendiendo nuestras empresas de los terroristas, de la subversión", declaró Synesio de Oliveira, representante del grupo Constanta (empresa incorporada a la Phillips en 1998).
A partir de los documentos se indica que Volkswagen "montó departamento interno" con agentes de la Dops y militares para espiar trabajadores y asambleas sindicales; mientras Chrysler, Scania y Firestone "crearon aparatos de espionaje" en las fábricas para seguir las actividades gremiales y remitían listas de sospechosos.
Por ejemplo, un documento fechado en Sao Bernardo do Campo (Sao Paulo) de la filial brasileña de la firma sueca Saab-Scania plantea a la policía, en julio de 1978, el caso de dos trabajadores "cuya dimisión se debe al hecho de haber participado del movimiento huelguista" en la época.
Las empresas fueron consultadas por O Globo, pero todas negaron los hechos o aseguraron que desconocían lo que indicaba la documentación. Volkswagen sostuvo que mantuvo una línea "apolítica" y relación "avanzada" con sus empleados, mientras Firestone y Chrysler dijeron "desconocer" cooperación de sus funcionarios.
A modo de ejemplo del alcance, se señaló que gremialistas de la filial de Mercedes Benz en la Argentina fueron torturados y muertos en ese país, donde luego del golpe de 1976 centenas de trabajadores fueron detenidos.
En el caso de Brasil, señala que "la asociación de intereses del empresariado con los del régimen militar floreció en el golpe de 1964 y se intensificó a partir de 1968, asentada en la polvareda de la construcción de las industrias 'modernas' en el ABC paulista...".
Destacó que la alianza empresarial-militar se consolidó desde 1969 y "por los nueve años siguientes no se registraron huelgas en las grandes industrias". El historiador local Joao Guilherme Vargas Neto dijo a O'Globo que "fue muy fuerte esa conexión con la dictadura militar".
El gobierno brasileño está clasificando para su divulgación archivos de la Agencia Brasileña de Información (Abin), que incluyen material del extinto Servicio Nacional de Informaciones (SNI), y documentos de la Comisión General de Investigación (CGI).