Juan Ignacio Novak
La falta de ideas novedosas dentro de la industria del cine norteamericano, más allá de algunas experiencias puntuales, se presenta como una tendencia creciente y en cierta medida preocupante. Al revisar las carteleras actuales, se percibe una excesiva presencia de remakes y segundas partes. Y Miss Simpatía 2, no trasciende esta carencia argumental.
En esta saga, la actriz Sandra Bullock retoma su personaje de la bonita y desaliñada Gracie Hart, una agente del FBI que pasa a ser la estrella malcriada del departamento. En la entrega anterior, Gracie resultaba elegida para integrarse con las aspirantes a Miss Estados Unidos y neutralizar una amenaza de atentado terrorista en el concurso. Y como consecuencia inesperada es coronada como Miss Simpatía, dando título al filme original.
En esta continuación, la agente Hart debe enfrentarse con los inconvenientes cotidianos que comporta la fama y la exposición pública. Al mismo tiempo, su alto grado de popularidad induce a sus jefes para -estrategias de marketing mediante- venderla como la nueva cara del FBI, papel que Gracie acepta en desmedro de su capacidad como agente de campo. Pero cuando la ganadora del concurso Miss Estados Unidos y su presentador son secuestrados en Las Vegas, el irreflexivo instinto policial de Gracie vuelve a salir a flote para resolver el crimen. Para esto, cuenta con la evasiva cooperación de una dura agente negra con la que tiene un trato insostenible.
Ése es, en líneas generales, el argumento central de esta forzada saga, que tal como se presenta no contribuye en casi nada a la primera entrega, cuando la historia ya había quedado extinguida.
Sandra Bullock, quien reaparece protagonizando de manera exclusiva del filme, ofrece una actuación insostenible, que se presenta divertida en algunas pocas secuencias pero sin aportar gracia al trabajo. Además, como la actriz hace las veces de productora de la película, acapara la mayor parte de la historia para su lucimiento personal.
Como saldo favorable, el filme contiene algunos acertados gags, ligeramente divertidos, desplegados a partir de la conflictiva relación que surge entre el personaje de Gracie y su guardaespaldas, una problemática agente afroamericana, y sobre el histriónico y atolondrado supervisor de imagen de la agente.
Pero las exiguas secuencias animadas se diluyen con el transcurrir de un guión que no tiene pies ni cabeza. Además, el director y los personajes se permiten licencias que sólo pueden resultar plausibles dentro de ese tipo de contextos, dónde están explotados la mayoría de los lugares comunes del género.
Es una de esas propuestas que buscan ante todo un cómodo éxito comercial, construyendo la acción sobre un guión poco elaborado, que se desvía en una historia inverosímil, que contiene un empalagoso final a tono con el transcurso del filme, y también alguna improbable moraleja.
director: John Pasquin; intérpretes: Sandra Bullock, Regina King, Enrique Murciano, William Shatner, Heather Burns, Treat Williams; guión: Mark Lawrence; basado en personajes de Marc Lawrence, Katie Ford y Caryn Lucas; producción: Sandra Bullock y Marc Lawrence; música: Randy Edelman; fotografía: Peter Menzies; montaje: Garth Craven; dirección artística: Andrew Cahn y Greg Richman; vestuario: Deena Appel; duración: 115 min.