De la redacción de El Litoral
El presidente Néstor Kirchner señaló que la Argentina no puede tener un mandatario "débil", al defender su decisión de plebiscitar su gestión en los comicios legislativos de octubre, y advirtió que una derrota "dañaría la capacidad de gobernar".
Kirchner afirmó que, a la Argentina, le resultaría difícil "avanzar en la consolidación de un proceso de cambio y gobernabilidad con un presidente debilitado", y destacó que su expectativa es alcanzar un resultado que "signifique un aumento sustantivo respecto del 22 por ciento" que consiguió en la primera vuelta de los comicios de 2003.
El jefe de Estado se preguntó si se podría avanzar "con un presidente derrotado, en una Argentina que vivió de todo", y pidió terminar con la "hipocresía" de quienes hoy cuestionan que pretenda plebiscitar su gestión cuando en 2003, lo acusaban de ser "un presidente débil".
"Es cierto que tuvimos el acompañamiento de la sociedad. Pero la Argentina no puede tener un presidente débil. Si en octubre perdemos, quedaremos dañados en la capacidad de gobernar", advirtió el jefe de Estado en dos entrevistas publicadas hoy por los matutinos Clarín y Página 12, con motivo de cumplirse dos años de su gestión.
El presidente insistió en la línea que viene marcando desde hace varias semanas, de reclamar respaldo a los argentinos en los próximos comicios legislativas del 23 de octubre, como un "plebiscito" a su gestión, en el primer test electoral que atravesará en la primera magistratura.
Kirchner sostuvo que la Argentina debe "reconstruirse para ser un país serio y previsible" y no se puede pensar ahora en "liderazgos" ni plantear la alternativa de una reelección, y enfatizó que fue elegido por "un mandato" de cuatro años.
"Es muy difícil avanzar en la consolidación de un proceso de cambio y de gobernabilidad con un presidente debilitado. Como también es malo ver a un presidente preocupado nada más que por su continuidad", resumió.
El presidente reiteró su percepción de que la Argentina "está en el infierno, pero está saliendo"; abogó por la "reconstrucción de la clase dirigente", y confió en que "aparezcan" esos referentes "para consolidar la transición".
El jefe de Estado cuestionó también a dos de sus predecesores y se refirió a Carlos Menem como el referente de un presidente que se creía "infalible" y a Fernando de la Rúa como un gobernante "autista", y en ese marco defendió su fuerte posicionamiento en casos polémicos como el fallo que permite la excarcelación del empresario Omar Chabán, acusado por la tragedia de Cromagnon.
"Ante temas difíciles, el presidente tiene que hablar. El país no puede tener un presidente cobarde. A los argentinos les hace mejor un presidente que, ante temas graves, opina, que un presidente callado y especulando a ver cómo se acomoda", afirmó.
Kirchner postuló también la necesidad de "avanzar en la reforma judicial" como parte de una decisión de "cualificar el sistema institucional", y advirtió que, con ese objetivo "no alcanza con un cambio de hombres o mujeres".
"Espero que la Corte (Suprema) ayude a que tengamos un verdadero Poder Judicial y no una corporación. Pero todo de golpe no se puede", señaló, y defendió su posición en el caso Cromagnon al destacar que opinó "pero sin interferir".
En otro orden, Kirchner afirmó que su esposa, la senadora Cristina Fernández, "sintetiza muchísimas de las ideas" que aplica el gobierno y admitió que si fuera su decisión personal, "ya habría anunciado" la candidatura de la primera dama.
"Cristina es parte de un proyecto político. Obviamente, si dijera que está decidida la candidatura, estaría faltando a la verdad. Pero Cristina sintetiza muchísimas de las ideas que nosotros llevamos adelante", insistió.
Buena parte de la centro derecha argentina está cerca de llegar a un acuerdo electoral, que incluya compartir las listas de candidatos. Ricardo López Murphy y Mauricio Macri pueden sellar su pacto electoral con una reunión a solas mañana. Discutirán la eventual candidatura a diputado por Capital Federal del presidente de Boca Juniors.