El Abierto de Francia ya parece ser sinónimo de buenas noticias para el tenis argentino. Desde aquel 1977, cuando el gran Guillermo Vilas levantó la preciada Copa de los Mosqueteros, Roland Garros (como ya se convencionalizó el nombre del certamen) tiene cosas especiales para los tenistas que parten desde la República más austral del continente americano. La historia reserva grandes momentos sobre el mítico polvo de ladrillo parisino, pero la generación actual de jugadores nacionales se convirtió en la más avasalladora de todos los libros del deporte blanco gaucho, que después de la brillante época de Vilas y Clerc no lograba pisar fuerte ni en el circuito ni en el marco del segundo torneo de Grand Slam del año.

Hoy por hoy, las expectativas son enormes, insospechadas una década atrás. Se logró batir la marca del año pasado, cuando 5 tenistas nacionales accedieron a octavos. Esta vez fueron seis los que arribaron a esa instancia.

Dentro del rendimiento de los "albicelestes" en el actual Roland Garros, hay dos que son realmente inesperados. Por un lado, porque su historia en este tipo de certámenes nunca tuvo un capítulo de cuarta ronda. Por el otro, porque el nivel que venían mostrando alternaba buenas con malas. Son los casos de Mariano Puerta y José Acasuso.

Para el cordobés, lo que va de esta temporada la va convirtiendo en la mejor de su carrera, con un título, una final, tres victorias sobre el top ten español Carlos Moyá, más su llegada a la segunda semana en un Grand Slam.

Por su parte, el misionero venía con mayores altibajos, fundamentalmente debidos a su estado anímico, y su gran producción esta semana tiene su sustento, según él mismo dijo, en el trabajo psicofísico que vino a hacer a Buenos Aires en las dos semanas previas. Su victoria sobre Andy Roddick en segunda vuelta fue brillante.

Dentro de los exponentes que continúan buscando la nueva hazaña argentina en Francia están los que ya se constituyeron en "fija" por la pelea seria. Ellos son el campeón defensor, Gaudio, el finalista 2004; Coria, uno de los semifinalistas de la edición anterior, Nalbandian, y un viejo animador de este certamen (arribó a cuartos en 2002), Cañas.

Lamentablemente, la historia del unquillense se terminó en cuarta rueda ante el rumano Victor Hanescu (cayó 6-3, 4-6, 5-7, 6-1 y 6-2), pero otra vez volvió a llegar lejos en el cuadro de un certamen de estas características. En tanto, Cañas volvió a los octavos de final tras batir al local Paul Henri Mathieu por 6-3, 7-6 (4), 2-6, 6-7 (5) y 8-6.

Los máximos favoritos argentinos, Gaudio y Coria, continúan adelante aunque ambos siguen disconformes con su nivel. Más allá de los deseos de todo argentino por repetir la gesta del año pasado, los muchachos ya completaron una primera semana fantástica. Ahora, sólo debemos esperar que dejen el alma y que jueguen con dignidad, sin importar el resultado final que cosechen.