Exhortación a cumplir la ley


En las oraciones del tradicional Tedéum del 25 de Mayo, las voces de los obispos argentinos coincidieron en la apelación al respeto de la Constitución Nacional y al cumplimiento de las leyes.

Las palabras de los prelados asumieron particular importancia por una serie de factores. En primer lugar, el Tedéum ha sido tradicionalmente la ocasión para que los representantes de la Iglesia hicieran llegar, sin salirse de la impronta pastoral de la oración alusiva, un mensaje a la dirigencia política. En este caso, además, la relación entre la jerarquía eclesiástica y el gobierno nacional atraviesa un momento de tensión y algún grado de incertidumbre, por efecto del affaire Baseotto. Y, finalmente, la decisión del presidente Néstor Kirchner de concurrir al Tedéum en Santiago del Estero, rompiendo con la tradición de escuchar al arzobispo de Buenos Aires, llevó a la suspensión de la ceremonia en la Capital y alentó especulaciones de orden político. En menor escala, la situación tuvo su correlato en nuestro medio, donde el año pasado se suscitaron incidentes por parte de manifestantes que repudiaron a las autoridades en el marco de los actos celebratorios de la fecha patria. Nada de eso ocurrió en esta oportunidad, en tanto el gobierno centralizó el festejo en la localidad de Recreo.

Más allá de estos condimentos circunstanciales, el mensaje de los obispos traduce un imperativo capital en el momento histórico que atraviesa el país. Después de la crisis de 2001, la recuperación institucional logró restablecer la estructura formal que sustenta el funcionamiento del país, pero sigue adoleciendo de los mismos defectos de base que, ante las convulsiones, permitieron oportunamente su derrumbe.

Si a la Argentina le queda aún un trecho por recorrer para otorgar puertas afuera las suficientes garantías de seguridad jurídica e irrestricta vigencia del estado de derecho, estas mismas condiciones deben ser provistas hacia adentro. Y si, por un lado, aún persiste la visión de que se legisla "sobre la marcha", y a veces, por detrás de los acontecimientos -sin la planificación que requiere un proyecto a mediano y largo plazo-, por el otro también se mantiene la tendencia a establecer normativas mediante decretos, soslayando o forzando los mecanismos constitucionales.

Pero, principalmente -y así lo advirtieron expresamente los obispos-, la sociedad, en buena medida, no demuestra haber tomado nota de la importancia crucial que tiene el acatamiento de las reglas de juego, para permitir la subsistencia de la comunidad organizada y sustentar las aspiraciones de todos sus miembros de ver contemplados sus derechos, como correlato de la observación rigurosa de sus obligaciones.

Esta preocupación "terrenal" de los hombres de la Iglesia da cuenta de la vocación por apuntalar desde lo pastoral un proceso que aún acusa endeblez y se erige en un punto de referencia alentador e ineludible para los hombres de buena voluntad.