El "no" de los franceses a la Constitución europea rebasa el castigo a la política social y económica del gobierno y a la elite política para revelar también un profundo malestar ante una Europa ampliada y vista como liberal.
Éste es el diagnóstico de analistas y comentaristas hoy, tras la victoria del "no", con el 54,87 % de los votos, en un referéndum marcado por una fuerte participación (69,74 %) que hace de Francia, uno de los fundadores de la Unión Europea, el primer país en rechazar el Tratado constitucional.
Francia, fundador y gran motor de Europa, se convirtió así en el primer país del bloque en decir "no" a la Constitución, que teóricamente debe ser ratificada por los 25 Estados miembros para que entre en vigor.
Este resultado, que "no es un accidente", revela "una profunda fractura democrática -entre los franceses y los partidos de gobierno-, una profunda fractura europea -entre los franceses y la construcción de la Unión- y una fractura social duradera" que opone las categorías favorecidas a las otras, según Francois Miquet-Marty, del instituto demoscópico Louis Harris.
Para el analista Pascal Perrineau, los temas nacionales y sociales han pesado más que el texto de la Carta Magna, pero su rechazo traduce igualmente "un malestar posampliación" en Francia, tras el ingreso en 2004 de diez países de Europa del Este.
"Lo social y lo político" explican el resultado, según Roland Cayrol, del instituto CSA, al señalar que "la izquierda claramente ha hecho ganar el `no'".
En lo social, ha habido una "muy clara voluntad de protesta por parte de las categorías populares, de la Francia del trabajo", ya que tres cuartas partes de los obreros, dos tercios de los empleados y agricultores, y la mayoría absoluta de los artesanos dijeron "no".
A su juicio, los votantes sienten que "todas" las decisiones a nivel nacional y europeo van "en la mala dirección": es una tarjeta roja mostrada "tanto a las instituciones europeas como a la política" del gobierno conservador de Jean-Pierre Raffarin.
Para Sofres, el paro y la voluntad de manifestar un "hartazgo" general son los principales motores del "no".
Con un paro del 10,2 % (el más alto en cinco años) y un crecimiento económico endeble, sumado a la impopularidad récord del jefe de Estado, Jacques Chirac, y de Raffarin, que paga por su reforma de las pensiones, de la ley de las 35 horas de trabajo semanal o de la educación, el temor por el empleo ha estado en el corazón de la campaña.
Una campaña cuyas estrellas han sido, en particular "el fontanero polaco" -como lo fue "el albañil portugués" con motivo de la ampliación de la UE a Portugal y España hace casi 20 años-, y el ya abandonado proyecto de directiva Bolkestein sobre la liberalización de los servicios, con su principio de "país de origen".
En una palabra, un miedo muy amplio al dumping social y a las deslocalizaciones, a un aumento de la liberalización de la economía y de su corolario, la globalización.
El variopinto bando del "no de izquierdas" (comunistas, ultraizquierdistas, antiglobalización, y disidentes socialistas y Verdes) se hizo el abanderado de todos estos temores e inquietudes para rechazar la consagración de una Europa "liberal" y exigir la renegociación del texto. Anoche, exultantes, saludaban el "no de la esperanza".
Los soberanistas conservadores y la ultraderecha explotaron también los temores sociales y económicos de clases populares y medias, además de la reacción a posteriori a la ampliación de 2004 y el rechazo al eventual ingreso de Turquía en la UE.
"La victoria del `no' permitirá partir de cero al menos en lo que se refiere a los próximos países candidatos" a la adhesión, dijo un votante a Le Figaro, mientras otro argumentaba que "Europa se va a agotar al querer reflotar al Este".
En oídos sordos cayeron las advertencias del "bando del sí" de que el rechazo de la Constitución debilitará a Francia y a Europa en la "guerra por los empleos", y dejará, en palabras del ministro de Exteriores, Michel Barnier, el rumbo de la UE a merced de "la idea anglosajona de una Europa mucho más liberal".
El primer ministro británico, Tony Blair, asume el 1° de julio la presidencia semestral de la UE.
Tras el fin de las votaciones, el presidente Jacques Chirac aseguró que respetaba la "decisión soberana" de los ciudadanos, pero subrayó que este "no" "creará un contexto difícil" para la defensa de los intereses franceses en el viejo continente.
Durante la jornada, los ojos de toda Europa estuvieron fijos en la evolución del referéndum de Francia, cuya decisión pone en la cuerda floja el proyecto de integración del continente.
Pero nada más confirmarse el temido resultado, el primer ministro de Luxemburgo, Jean Claude Juncker, presidente en ejercicio de la Unión Europea, anunció que el proceso de ratificación continuará.
La victoria del "no" en el referéndum francés sobre la Constitución europea, aunque anticipada por los mercados, afectó hoy al euro pero lo peor podría ocurrir en los próximos días si surgen interrogantes sobre el futuro de la propia política económica europea.
Al cierre de esta edición, el euro pasó por debajo de 1,25 dólares y se cambiaba a 1,2471 dólares, su nivel más bajo desde octubre de 2004. El viernes por la noche, su cotización había sido de U$D 1,2580.
Pero el hecho de que hoy fuera feriado en las plazas de Nueva York y Londres limitó en el mercado de cambios el volumen de transacciones.
Los analistas destacan sin embargo que los mercados ya tuvieron mucho tiempo para prepararse a la victoria del "no".
"El resultado (del referéndum francés) no debe amenazar la Unión monetaria, que es la base del euro y del Banco Central europeo, pero desde luego plantea interrogantes sobre la futura integración europea", subrayan en una nota los analistas de la Anglo-Irish Bank.
"Es evidente que para los mercados internacionales de capitales, el fuerte rechazo francés hace más difícilmente comprensible el funcionamiento de las instituciones europeas", opina por su parte Nicolas Bouzou, jefe economista del instituto de investigación Xerfi.
"Este rechazo también puede ser interpretado por los inversionistas como una resistencia a las necesarias adaptaciones para seguir siendo competitivo ante la competencia mundial", subraya.
No obstante, Bouzou considera que el impacto del "no" francés puede quedar circunscripto a un "horizonte de algunos días, como máximo de unas semanas".
Carole LaulhŽre, estratega de la Société Générale en Paris, opina que el referendum francés fue "sobrestimado" y que su actual impacto es "marginal".
No obstante, en los mercados asiáticos el euro también cayó hoy frente al dólar.
Los analistas de estos mercados temen que la oposición al proyecto constitucional en Francia, uno de los Estados fundadores de la Unión Europea, puede proyectar sombras sobre la divisa europea.
Pero los efectos sobre el euro -si éstos se producen- dependerán del contexto general de la política económica europea, aseguran.
Por su parte, los operadores de la Bolsa de París permanecieron relativamente indiferentes tras la victoria del "no" francés.
"Los operadores no se preocupan en absoluto por el resultado del referéndum. íEra algo tan esperado!", comentó un operador parisino.
Cambios inminentes
El primer ministro francés, Jean Pierre Raffarin, cuya dimisión se da prácticamente por hecho tras la victoria del "no" a la Constitución europea en este país, anunció hoy cambios inminentes después de reunirse con el presidente Jacques Chirac.
A la salida de su encuentro con el jefe de Estado, Raffarin se limitó a declarar sonriente: "Habrá cambios durante el día o mañana (martes)".