Sin dudas, el retrato de Alberto Candioti, obra de Alfredo Guttero, tiene no sólo la calidad artística representativa de este pintor; también crece con la sumatoria de la singular vida del modelo. Entonces, retratista y retratado suman para mostrar, en una obra excelente, un retazo del mundo intelectual de la Argentina de los años '20.
Guttero pasó muchos años de su vida en Europa, donde no sólo fue un inquieto estudiante, discípulo de Dennis, sino que también expuso en varias ciudades y reveló su preocupación con respecto al arte, el que extendía al panorama del mismo en su país natal, y manifestó su disconformismo por su conservadora adhesión a lenguajes para él pretéritos. Su correspondencia así lo señala; incluso, cuando retorna en 1927, su intención es sólo una estancia corta. Pero algo lo atrapa en el país que lo vio nacer. Algo que lo lleva a bregar por nuevas respuestas para un desarrollo del arte explosivo que tenía en muchos jóvenes artistas argentinos una legión de practicantes. Guttero tuvo relación con Santa Fe; se presentó a su Salón Anual en 1929 con la obra "El poeta", experiencia que repitió en 1930 con "El arroyo Vega", hoy en el Museo Provincial de Bellas Artes de Entre Ríos. En 1931 se volvió a presentar, esta vez con dos obras, "Amazona" y "Fragmento". Fue adquirida para el Museo Galisteo la primera, un espléndido yeso. En 1932, concurrió al Salón por última vez, con la obra "Anunciación", por la que había obtenido el primer premio en la Exposición de Arte de Baltimore en enero de ese año y que posteriormente donara al Museo Nacional de Bellas Artes.
Cuando falleció en diciembre de 1932, dejó atrás una obra magnífica que encierra un estilo personal e inconfundible. Guttero desarrolla un lenguaje de potente geometrización, que irradia una espiritualidad buscada como sustento principal de la obra. Entre las enseñanzas de Dennis y la influencia del Art Déco, encara una temática donde el mundo del trabajo es una de sus preocupaciones, renovando también la representación religiosa en consonancia con las lecciones de su maestro parisino.
Alberto Candioti nació en Rosario en 1888, hijo de Mariano Candioti y de Amalia Fournier. La sola mención de su apellido revela un origen incuestionable: sus raíces están en la vieja ciudad de Garay. Fue un escritor prolífico y un frecuentador del mundo del arte. Perteneció al Servicio Exterior de la Nación y estuvo destinado en varios países de Europa y América, donde tuvo una actuación destacable. Este santafesino podía alardear de su amistad con Petorutti y con otros personajes de la intelectualidad argentina, ya que su esmerada educación y amplia cultura lo hacían un amigo con el que compartir un mundo de expectativas crecientes para los jóvenes artistas que se estaban formando en Europa. Y allí coinciden con Guttero en 1922, en Berlín, donde Candioti anima el Ateneo Hispano Americano. Dos personajes que se encuentran en el retrato que éste hiciera al escritor diplomático y que resumen el hervidero intelectual de la Argentina de entonces. El retrato subyuga por su planteo, de postura elaborada; tal vez porque el momento exigía tensión y sofisticación, a la manera de Lempicka, denotando la modernidad naciente, la impaciente energía que en entreguerras desbordaba el mundo, la vitalidad de los personajes implicados en la obra, curiosos peregrinos de saberes y sueños.
Y el año pasado, en una sólida exposición porteña, encuentro la carta por la que el sorprendido Candioti se entera de la marcha del artista a Buenos Aires. ¿Cómo adivinar una decisión así, cuando parecía que el pintor sólo enviaría sus obras a la Argentina, pero que él no iría?, ¿Cómo saber que Guttero se marcha para no volver? Candioti, por entonces en Beirut, le escribe señalándole al pintor su sorpresa por su partida de Génova a Buenos Aires sin avisarle. Allí el diplomático menciona el retrato que había tenido una repercusión notable en la capital argentina: "No se imagina la sorpresa que me causó recibir en un sobre, sin una línea, sin un saludo, sin una tarjeta, la fotografía de mi retrato hecho magistralmente por Ud., y publicada en La Nación; la sorpresa que me dio Petorutti desde Rosario escribiéndome `mañana Guttero inaugura su exposición en Amigos del Arte"'. Candioti no deja de elogiar la obra del artista, y señala la particular ponderación que encontró entre sus conocidos al contemplar el retrato: "Le comunico que todas las personas que me han escrito sobre el cuadro por haberlo visto en La Nación o en alguna revista ponderan su obra y encuentran el cuadro sumamente parecido al original".
Indudablemente, Guttero no pensaba volver a la Argentina y únicamente haría envíos de obras, pero algo lo impulsó a marcharse de regreso a su país, lo que asombró a Candioti, conocedor de los proyectos del pintor: "Sabía, como es natural, que Ud. expondría en los Amigos del Arte, pero creí que sería a fin de año, en Noviembre o Diciembre y que Ud. enviaría sus cuadros".
El retrato de Alberto Candioti que pintara Alfredo Guttero actualmente está en custodia en el Museo Provincial de Bellas Artes "Rosa Galisteo de Rodríguez"; ya que es propiedad del Museo Histórico "Brigadier General Estanislao López", y es, sin lugar a dudas, un estupendo trabajo de este pintor talentoso que representa un instante de la conjunción de dos seres de particular talento, pero también el espejo de una época que marcó un momento del arte en la Argentina, en el que Santa Fe tuvo parte y, por cierto, no desdeñable.