Asesinas, pero no malas... ni tontas
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María L. Lelli
Sometidas a regímenes autoritarios, sujetas a relaciones perversas, cegadas por la ambición o los celos. Angustiadas, impotentes y hartas. Siempre víctimas de sus dolores, sus trastornos y sus propias crueldades. Emergentes del abandono y la soledad. Así se construyeron las protagonistas del ciclo "Mujeres asesinas" que durante el segundo cuatrimestre de este año, no sólo dio muestras de una alta calidad televisiva sino que además alejó la figura femenina del consabido estereotipo de las heroínas sentimentales que, a pesar del sufrimiento, ven triunfar la fuerza del bien.
Cada uno de estos dramas, que podrían encuadrarse en una suerte de crónicas de vidas anónimas -quizás, no tan visibles en la pantalla chica-, llegó a su término.
Según se informó desde Pol-Ka, el punto final lo puso "Cristina, rebelde", el que tuvo a María Leal como una agente de policía corrupta. Para mañana -a las 23, por Canal 9 Litoral- está prevista la reposición de alguno de los 21 capítulos emitidos, aunque no está confirmado cuál será. Mientras el esperado y promocionado caso de Yiya Murano, "la envenenadora de Monserrat", ya fue grabado con Nacha Guevara como artífice y se verá en un especial durante marzo o abril de 2006.
Inspiradas en el libro de la periodista Marisa Grinstein, 14 iban a ser las asesinas, pero el rating favorable y la repercusión acaparada provocaron la extensión de esta serie, cuyo soporte argumental fue la reproducción de casos reales.
En ese devenir, tremendas escenas fueron logradas gracias a las notables actuaciones, potenciadas en los guiones, y en el típico modo de realización que lleva el sello de la productora liderada por Adrián Suar. La articulación de todos los elementos se supo sintetizar en el momento de cada crimen, cuyo efecto más sensible fue que el televidente pudiera sentirse parte de cada situación, y hasta pudiera comprender y justificar la decisión fatal.
Sin embargo, podría decirse que en la sucesión de los episodios la construcción mujer-asesina-víctima fue definiéndose en una forma de narrar y de interpretar la mentalidad femenina como distinta y especial. Sin ser misógina, la propuesta pareció querer decir que "ellas" no matan guiadas por los mismos motivos que "ellos", ni de la misma manera. Y éste tal vez haya sido su mayor sustento discursivo.
En una entrevista publicada en el matutino Página/12 días atrás, el director del unitario, Daniel Barone -quien hizo lo propio con los antecesores "Locas de amor", "Culpables", "Vulnerables" y "Verdad Consecuencia"-, sostenía: "A mí me gusta ingresar al universo íntimo de cada personaje; poder, a través de la cámara, revelar poco a poco su verdadero ser, sus sensaciones, sus conflictos, sus móviles... Pero, para eso, primero debo detectar la estructura psicológica de cada personaje. Uno no puede imaginarse a alguien matando con más de cien puñaladas a su amado por celos, pero sí puedo asegurar que quien lo hace está sufriendo".
Desde esa mirada, novias, nueras, amantes, hijos, esposos y padres supieron ser promotores, causas, y a veces los sacrificios necesarios para que las almas de estas mujeres pudieran liberarse de la opresión, induciendo el inevitable desenlace trágico. Seguramente, ninguna de ellas se sentirá arrepentida. Seguramente, ninguna de ellas se convertirá en una asesina serial que sale a buscar justicia por mano propia. Seguramente, no todas serían capaces de repetir un crimen. Seguramente, y a pesar de -o gracias a- las mercantilistas estrategias televisivas, "Mujeres asesinas" fue un ciclo que mostró un rostro femenino merecedor de ser conocido. Más aun, cuando la pequeña pantalla continúa reproduciendo dos identidades reprobables: el de las feas-fracasadas, por un lado, y el de las bellas-exitosas, por el otro.
Ellas
fueron: "Mujer corrosiva"(Juana Viale), "Cuchillera" (Dolores Fonzi), "Asesina obstinada" (Julieta Díaz), "Cocinera" (Cristina Banegas), "La fantasiosa" (Cecilia Roth), "Heredera impaciente" (Betiana Blum), "Incendiaria" (Mercedes Morán), "Huérfana emocional" (Ana María Picchio), "Margarita, la maldita" (Cristina Banegas), "Laura E." (Andrea Bonelli), "Pugnetti, Ponorilox y Tiadini, brujas incautas" (Claudia Fontán, Julia Calvo y Edda Bustamante), "Lisa, la soñadora" (Paola Krum), "Norah, amiga" (Romina Gaetani), "Sandra, la gestora" (Carola Reyna), "Cándida, esposa improvisada" (Cecilia Roth), "Patricia, vengadora" (Bárbara Lombardo), "Ofelia, enamorada" (Leonor Manso), "Carmen, hija" (Romina Ricci) y "Cristina, rebelde" (María Leal).
El rating promedio general del ciclo fue de 18,4 puntos, según indicó la agencia Télam. El primer capítulo, "Monja" -con Eugenia Tobal e Inés Estévez-, anotó 13,9. El pico perteneció a "Probadora de hombres" -en el que Araceli González encarnó a una envenenadora-, con 23,4 puntos.