Hace 60 años se inauguraba el Cementerio de los Elefantes
Hace 60 años, la ciudad vibraba. Llegaba Boca a Santa Fe. El Litoral de ese día cuenta en sus páginas que entraron más de 10.000 personas a la cancha, que quedó gente afuera, que la recaudación fue récord para la época. No era por Boca, solamente. Es que Colón inauguraba ese día su nueva cancha, la actual, la que se emplazó en ese terreno descampado y despoblado de 1946, cerquita del Salado, después de arduas gestiones que se habían iniciado a fines de la década del '30, momento en el que fue adquirido el terreno.
Uno, que no fue partícipe por una cuestión generacional de este tipo de acontecimientos, se emociona ante el sólo recuerdo de lo que habrán sentido los privilegiados 10.000 espectadores que tuvo aquel partido.
Por eso, es inevitable el recuerdo a partir de un hombre como Juan Jesús Sidoni, que se encargó de eso, precisamente. De reconstruir este pedazo grande de la historia de Santa Fe, como lo es Colón.
Para Sidoni, resulta inevitable empezar a contar por qué Colón se emplazó finalmente allí, en pleno ingreso a la ciudad de Santa Fe. "El nacimiento de Colón es en lo que se conocía como "El campito', un barrio modesto, a orillas del precario puerto de entonces, ubicado sobre el sudeste de Santa Fe. Cinco años más tarde, en 1910, se trasladó al otro extremo de la ciudad, al oeste, en los confines de la calle Corrientes. Y allí tuvo su primera cancha, que estuvo orientada de este a oeste", cuenta Sidoni, haciendo memoria -investigativa, por supuesto- de lo que se sabe de aquellos orígenes de Colón en 1905.
El segundo cambio se dio en 1922. "Ahí tuvimos la cancha de Zavalla, Moreno, Corrientes y San Juan, con orientación norte-sur. Pero a ese terreno, por atrasos en los pagos de las cuotas, Colón lo perdió en 1938. La cancha fue ejecutada y Colón, desalojado de ese lugar. Por eso, empezó a jugar sus partidos en la cancha de Atlético Gimnasia y Esgrima", señala Sidoni.
Para Sidoni, Francisco Ghiano fue fundamental en la vida dirigencial de Colón y también en lo que hoy el club goza: tener su cancha propia y en el lugar en el que está.
"Fue en 1942 cuando Ghiano apareció en escena y se transformó en presidente. En ese verano, se disputó un torneo nocturno en la cancha de Unión y lo ganó Colón, con una destacada actuación de Antonio Saturnino Funes. Ghiano, que tenía una buena amistad con la gente de Rosario Central, ofreció a ese jugador. Y Central aceptó adquirirlo por la suma de 6.000 pesos. Ese dinero fue destinado al relleno del terreno que Colón había adquirido el 2 de marzo de 1939 con la presidencia de Horacio Sosa", cuenta con mucho sentimiento Sidoni.
Poco después, Colón, con el antecedente de "Tapón" Funes, procedió a la venta del arquero Raúl Tenuta, del zaguero Esteban Yebra, del wing izquierdo Rubén Marracino; y el zaguero Francisco De Santis se fue a Banfield.
"La venta de estos cinco jugadores, por gestión personal de Ghiano, fue la base de la construcción del estadio de Colón, que en realidad debía inaugurarse el 31 de marzo de 1946 con un partido amistoso ante San Lorenzo. Pero ese día el estadio estaba totalmente cubierto por las aguas del río Salado, pues se produjo ese año una creciente extraordinaria. Por tal motivo, no se realizó su inauguración en esa fecha, y sí el 9 de julio de ese mismo año, cuando las aguas se retiraron del lugar", dice con gran rigor histórico Sidoni.
La comisión directiva que se encargó de construir el estadio estuvo presidida por Francisco Ghiano, quien contó con fieles colaboradores como Alberto Pividori (vicepresidente), Genaro Sólito (secretario), José Paván (prosecretario), Pascual Rugna (tesorero), Eugenio Berthoud (protesorero), los vocales titulares (Rafael Batres, Evaristo Acevedo, Sabatino Constantini, Andrés Barceló y Ricardo Chiarvetti), los suplentes (Daviglio Allignani y Santiago Beltramini) y los revisores de cuentas (Martín Ruhlemann, Nicolás Sarli y Ricardo Ribot).
Colón, con su flamante cancha, no sólo pudo jugar el torneo de ascenso, sino que empezó a pensar en grande. Fue así que estuvo a punto de ascender en 1950 y 1951. Todas estas campañas y hechos, bajo la conducción de Francisco Ghiano, quien, luego de varias reelecciones, renunció el 7 de octubre de 1954.
Cuenta Sidoni que hay un hecho extraordinario que merece contarse. Desde el primer partido que jugó Colón en forma oficial en su cancha -el ya apuntado ante Almagro del 9 de mayo de 1948-, perdió por primera vez el 8 de diciembre de 1952. Es decir que Colón estuvo más de cuatro años y medio con la cancha invicta. En la Argentina, según Sidoni, un récord total.
Claro está que el estadio sabalero se fue acondicionando con el paso del tiempo. Se construyeron las plateas; la vieja cabina de transmisión, que se dio en llamar Jaime Víctor Tepper; el foso; la vieja tribuna de madera de J.J. Paso, en la que se ubicaba la histórica barra "Santa Rosa de Lima", que luego, a mediados de los '70, dio lugar a la actual tribuna de cemento. Las tribunas de madera del sector sur que empezaron a desaparecer bajo la presidencia de Vignatti, para que se iniciase el mayor período de remodelación del estadio.
Es que, con Vignatti, Colón puso manos a la obra: tribuna de cemento en el sur, la espectacular platea este -la que verdaderamente le cambió la fisonomía al estadio- y los nuevos palcos.
Desde 1994 hasta 2001 -el estadio se reinauguró en agosto de ese año, en aquel recordado partido inconcluso con Chicago por la lesión de Migliónico-, Colón vio cambiar en forma radical su cancha. Hoy es un templo con capacidad para 32.000 personas, que enorgullece a los miles de simpatizantes sabaleros.
Hace 60 años, el esfuerzo de aquellos pioneros encabezados por Ghiano se veía cristalizado en una jornada inolvidable de martes ante Boca. Posiblemente, haya muchos de los 10.000 presentes aquel día, que hoy todavía estén. Cerrarán los ojos y recordarán aquella Santa Fe distinta, un Colón diferente y una cancha que en ese tiempo los colmaba de orgullo y satisfacción. Debieron esperar que las aguas del Salado se fueran para poder inaugurarla. Una lágrima de tristeza habrá recorrido sus mejillas aquel fatídico 29 de abril de 2003, cuando ese mismo Salado quiso dañar otra vez su templo. Hoy, a 60 años de aquella tarde que nunca olvidarán, esa misma lágrima, pero de emoción, se suelta de esos ojos que supieron ver un hecho histórico: Colón inauguraba su nueva cancha en una jornada memorable. Empezaba a escribirse la historia del querido Cementerio de los Elefantes.
El estadio sabalero se llama Brigadier López. En un principio, se le había puesto el nombre de Eva Perón por una simple razón: ella colaboró, estuvo presente el año en el que se inauguró (no en el partido con Boca sino en un clásico que se hizo a fines de 1946) y eran tiempos de preeminencia peronista.
Cuando se produjo el golpe que derrocó a Perón y se proscribió el uso de cualquier nombre o elemento que lo distinguiera, se tuvo que sacar el nombre de Eva Perón al estadio, y años más tarde se le dio el de Brigadier López.
Pero sin dudas que el mote que más le cabe y que enorgullece al hincha sabalero es el de Cementerio de los Elefantes. Puede ser que 1964 haya sido el año clave. En aquella oportunidad, no sólo el Santos de Pelé cayó en el barrio Centenario, sino también la Selección argentina y equipos uruguayos que llegaron a jugar contra Colón.
El primero oficial
Colón comenzó a jugar los torneos de AFA en 1948. El primer partido de ese año lo jugó ante Colegiales, pero en Buenos Aires (ganó 3 a 2). El debut oficial en la cancha de Colón fue el 9 de mayo de 1948, ante Almagro. El partido salió 0 a 0. Colón alistó ese día a Tenuta; Guzmán y Sabotig; Gaetán, Quintana y Bonacci; Di Luca, Elías, Funes, Sosa y Valentini.
Enrique Cruz (h)