Oscar Moro, quien fuera baterista de bandas como Los Gatos, Serú Girán, La Máquina de Hacer Pájaros y Riff, falleció ayer por la mañana, a los 58 años de edad, en su casa del barrio porteño de Palermo.
"Hace rato que estaba mal de salud y su fallecimiento puede haber sido producto de una hemorragia por la úlcera que tenía", especuló su hijo Juan.
Juanito Moro -de 28 años- atribuyó el estado de salud de su padre a que "los músicos tienen una vida un poco agitada", pero destacó que, "al menos, me parece importante que haya muerto acompañado por su familia".
La delicada situación del músico lo marginó de una escena rockera donde, por cerca de cuatro décadas, su toque fue marca registrada para entender la base rítmica de un estilo musical dominado por la diversidad y las necesidades expresivas de sus hacedores.
Nacido el 24 de enero de 1948 en la ciudad de Rosario, Moro debutó a los 18 años, tras el bombo y los parches de Los Gatos, ya entonces convertida en una agrupación fundacional del rock en español. Liderada por Litto Nebbia, la formación registró media docena de álbumes hasta su separación en 1971.
Junto a su prolífico coterráneo, Moro se integró al efímero cuarteto Huinca, con el que grabó una única placa en 1972. Enseguida, reemplazó a David Lebón en la batería del trío Color Humano y apuntaló el giro más rockero de la formación, también conformada por Edelmiro Molinari y Rinaldo Raffanelli.
Pese a ese apego por la potencia rockera, el creador se asomó a una rítmica más latinoamericana y candombera para estar a la altura de la sinfónica sonoridad de La Máquina de Hacer Pájaros, proyecto que, hacia 1976, lo conectó con Charly García y que lo tuvo como baluarte en los registros de "La Máquina de Hacer Pájaros" (1976) y de "Películas" (1977).
En sintonía con Charly -que valoró la precisa explosión con que Moro era capaz de rockear-, el baterista se acopló al guitarrista David Lebón y al jovencísimo Pedro Aznar para integrar Serú Girán, justamente considerada como una de las más brillantes expresiones de la música popular en la Argentina.
El conjunto que burló los límites del rock y terminó imponiendo una síntesis sonora de altísima calidad publicó "Serú Girán" (1978), "La grasa de las capitales" (1979), "Bicicleta" (1980), "Peperina" (1981) y "No llores por mí, Argentina" (1982).
Al finalizar esa experiencia con Serú, su búsqueda estética lo vinculó con Beto Satragni -mentor del combo de fusión Raíces- para conformar un dúo que en su único disco ("Moro-Satragni", en el que participaron, entre otros, Luis Alberto Spinetta, Charly García y Lito Epumer) planteó las bases de lo que varios años después se llamaría "rock latino".
Sin detenerse ante la fugaz vida del dueto, su vida profesional adquirió un nuevo giro rítmico que exhibió su ductilidad interpretativa al ser convocado para una de las tantas vueltas de Riff en 1985.
El reencuentro con Pappo (con quien había compartido un tramo de la historia de Los Gatos) para la hechura del álbum "Riff VII" no terminó bien y abandonó prontamente el combo pesado que, debido a otras disputas internas, volvió a disolverse a la brevedad.
Entonces, Moro anduvo sonando como invitado de variadas propuestas hasta que una suculenta oferta económica revivió a Serú Girán hacia 1992. Lejos de aquella gloria pero con un impacto capaz de movilizar multitudes, el sueño del regreso duró poco y Moro se dedicó a trabajar como baterista de León Gieco y Nito Mestre, entre otros cantautores.
Uno de sus proyectos grupales conocidos dentro del rock dató de 2002 y se llamó Revolver. Lo vinculó con Sergio Nasif, Chino Pérez, Emma Heslop y Ariel Rodríguez. "Lo último que estuvo haciendo fue unas clínicas de batería por el interior del país", resumió Juan sobre los más recientes pasos musicales de su padre.