En lo que es una clara expresión de que aún quedan vestigios nobles del fútbol limpio, desinteresado y con la premisa intacta del juego como vínculo social, a continuación se presenta una pequeña historia que manifiesta la contracara del balompié manchado, violento y manoseado que azota a las distintas ligas de la Argentina.
En Gobernador Crespo, hace una semana, se disputó la final de la Copa Confederaciones de nuestra provincia. El cotejo decisivo se desarrolló entre Unión de Crespo y su homónimo de Clarke, dos clubes humildes, pero con mucha compañía de sus respectivas hinchadas para esta clase de acontecimientos. Y el partido se jugó con una asistencia aproximada de 1.000 simpatizantes (800 del local y 200 de la visita). >
Un empate a cero fue el resultado, con lo que el visitante, Unión de Clarke, se quedó con el duelo, ya que había vencido por 3 a 2 en el partido de ida. Pero esa no fue la cuestión central de la historia: al finalizar el cotejo, la hinchada visitante ingresó al campo de juego a festejar con sus jugadores el título recién ganado. Hubo lágrimas por doquier, abrazos interminables y toda una fiesta del fútbol. Y en un momento, la parcialidad de Unión de Crespo -los locales- comenzó a aplaudir fervorosamente a su rival, con la intención de reconocer la derrota y ponderar la actuación del vencedor. Algo que está en extinción por estos días.>
Luego, los dirigentes de Unión de Crespo entraron a la cancha para felicitar a los visitantes (tanto a sus pares como a los jugadores e hinchas). Además, estos mismos directivos -seguramente gente trabajadora y acostumbrada a los grandes esfuerzos- pusieron en su momento a disposición de la delegación de Clarke todas las instalaciones del club para que pudieran llegar un día antes del partido y entrenar sin problemas, así como lugar para alojarse. Un gesto que ya hacía esperar lo que vino después de consumado el partido y que se describió anteriormente.>
Es por eso que la gente de Unión de Clarke -a través de una carta dirigida a este diario- le agradece tan cordial atención a su par de Crespo, en tanto que lo tildan -con total justicia- de ejemplo deportivo a imitar por las demás instituciones, puesto que es una feliz excepción dentro de tanto mal que hay dando vueltas en nuestro fútbol argentino.>