Exposición en Londres

El Museo Británico recupera a Babilonia como realidad y mito

En el siglo VI antes de Cristo, fue una de las principales potencias del Oriente y en poco menos de un siglo su civilización desapareció bajo el dominio persa. Ocupaba el actual territorio de Irak.

Joaquín Rábago

Agencia EFE

En menos de un siglo, entre los años 605 a 539 antes de Cristo, Babilonia (actual Irak) pasó de ser la potencia dominadora de esa parte del mundo al quedar sometida al imperio persa, para no volver a recuperar nunca más su perdida independencia.

A ese período, que cubre la construcción de fabulosos edificios en la capital mesopotámica, el saqueo de Jerusalén y la deportación de los judíos hasta la conquista de Babilonia por Ciro, dedica una exposición el Museo Británico en colaboración con el Louvre y los Staatliche Museen, de Berlín.

Menos ambiciosa desde el punto de vista estrictamente arqueológico que las organizadas por esos otros dos museos, la de Londres intenta, según explicaron a EFE sus comisarios, interesar al visitante ofreciéndole “una narrativa que combina mito y realidad”.

Antes de las investigaciones arqueológicas en los siglo XIV y XX, todo lo que se sabía de Babilonia era a través de la Biblia o gracias a las narraciones de historiadores griegos como Herodoto.

Y el resultado fue una Babilonia rodeada de leyendas, sobre todo negativas, perpetuadas a lo largo de los siglos como la relativa a la confusión de las lenguas como castigo a la soberbia humana en Babel, la supuesta locura de Nabucodonosor o el llamado festín del rey Baltasar.

El Museo Británico ha reunido 104 objetos -un 40 por ciento de sus propios fondos- que van desde importantes piezas arqueológicas hasta pinturas y grabados de artistas de diferentes siglos que se inspiraron en aquellas leyendas.

La exposición se abre con los paneles de ladrillo vidriado de la famosa puerta de Ishtar y de la vía procesional con sus imágenes de leones y dragones y una reconstrucción del propio palacio de Nabucodonosor. Hay también importantes tabletas cuneiformes que documentan hechos históricos, con listas de plantas o los sistemas de regadío utilizados, incluido un acueducto, aunque, según explican los comisarios, no queda hoy ningún resto arqueológico que recuerde los famosos jardines colgantes.

Especialmente importantes, son los cilindros fundacionales de algunos edificios con el nombre y el título de Nabucodonosor en algunos de ellos y una estela recientemente excavada en Arabia Saudí que da testimonio de los intentos persas de eliminar toda la memoria del período anterior.

Una sala está dedicada a la torre de Babel con la reconstrucción a pequeña escala del zigurat (torre escalonada) de Etemenkani, palabra sumeria que significa “la fundación del cielo y de la tierra”.

El zigurat tiene forma cuadrada, la misma que puede verse en algunas descripciones medievales de Babel hasta que se impuso la forma cilíndrica, popularizada por el conocido cuadro de Pieter Brueghel el Viejo, después de que Cornelis Antonisz Teunissen se inspirase en el Coliseo de Roma para representar la destrucción de la mítica torre. En otras salas, hay obras de William Blake y otros artistas que representan a un Nabucodonosor convertido en animal salvaje o el famoso festín del rey Baltasar con la aparición en una pared de la profética y ominosa leyenda “Mene, Mene Tekel Upharsin”, que el profeta Daniel se encargaría de descifrar.

El Museo Británico recupera a Babilonia como realidad y mito

Uno de los leones de la famosa puerta de Ishtar, ejecutado en relieve con paneles de ladrillo vidriado. La enorme pieza forma parte de la exposición montada por el Museo Británico.

Foto: Agencia EFE

///

ADEMÁS

El auge y la decadencia

Fue bajo el gobierno del rey Nabucodonosor II (605562 a.C.) cuando Babilonia llegó a ser una de las ciudades más espléndidas del mundo antiguo. Nabucodonosor ordenó la completa reconstrucción de las tierras imperiales, incluyendo la reconstrucción de los Jardines colgantes de Babilonia (una de las siete maravillas del mundo), de los cuales se dice que fueron construidos en memoria de su esposa Amyitis.

Después de pasar varias vicisitudes, la ciudad fue ocupada en el 539 a.C. por Ciro el Grande, rey de Persia. Bajo Ciro y su heredero, Darío, Babilonia se convirtió en un centro de aprendizaje y avance científico. Los eruditos babilonios completaron mapas de constelaciones, y crearon los fundamentos de la astronomía y las matemáticas modernas.

En el 331 a.C. el rey persa Darío III fue derrotado por las fuerzas del rey macedonio Alejandro III en la batalla de Gaugamela, y en octubre Babilonia vio su invasión y ocupación.

Bajo Alejandro, Babilonia floreció otra vez como centro de estudio y comercio. Pero después de la misteriosa muerte de Alejandro en el 323 a.C. en el palacio de Nabucodonosor, su imperio se dividió entre sus generales, los diádocos, y pronto empezaron décadas de lucha por los restos de su imperio, con Babilonia una vez más atrapada en el medio.

Las constantes revueltas fueron vaciando paulatinamente la ciudad de Babilonia. Una tabla datada en el año 275 a.C. afirma que los habitantes de Babilonia fueron transportados a Seleucia del Tigris, la nueva capital creada por Seleuco I Nikátor para su nuevo reino, en la cual erigió un nuevo palacio, que fue un templo llamado E-Saggila. Con este evento, la historia de Babilonia llegó prácticamente a su fin, a pesar de que más de un siglo después todavía se practicaban sacrificios en su viejo santuario. Hacia el año 141 a.C., cuando los partos sometieron la región, Babilonia estaba en completa desolación y oscuridad.