ENTREVISTA
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“Yo me entrego hoy de la misma forma que cuando tenía veinte años”, confiesa Rimoldi Fraga.
Argentino hasta la muerte
Roberto Rimoldi Fraga sigue apostando a rescatar, a través de la música, la identidad y las raíces nacionales. Nosotros lo entrevistó en Buenos Aires, en la pausa de un espectáculo que confirma su vigencia.TEXTOS. GRACIELA DANERI. FOTO. EL LITORAL. ILUSTRACIÓN. LUCAS CEJAS.
Roberto Rimoldi Fraga fue un protagonista del folclore de los años 60 y 70; luego hubo un interregno en el que no supimos mucho de él. ¿Qué pasó con aquél que compartió la fama con Hernán Figueroa Reyes, Jorge Cafrune, Eduardo Falú, Los Fronterizos o Los Chalchaleros? Porque fue en esos momentos cuando estuvo en su apogeo, acrecentando su nombradía cuando se casó con la hija del general Alejandro Agustín Lanusse, por entonces presidente de la Nación.
También por esa época protagonizó “Argentino hasta la muerte” (1971), película dirigida por Fernando Ayala, con guión de Félix Luna. En su elenco estaban también Thelma Biral, Lautaro Murúa y Víctor Laplace, mientras que la temática giraba en torno al desarrollo de lo que fue la guerra de la Triple Alianza.
El propio Rimoldi Fraga, a quien encontramos dando un recital en un canto-bar porteño, recuerda que este film “tenía mucho reconocimiento histórico, porque en ese momento se trató de darle sentido a todo lo que es el tema educativo. Además, ganó certámenes en el exterior, como en Huelva y en Panamá, y hasta obtuvo un reconocimiento de Paraguay por lo fidedigno de la cuestión histórica, de una guerra atroz que dejó diezmada la población masculina de ese país”.
Dos años antes de aquella película, Rimoldi Fraga ya había incursionado en el cine, actuando en “El cantor enamorado”, junto a Virginia Lago, Eduardo Falú, Cafrune y otras figuras del cancionero vernáculo.
UN ESPACIO GANADO
Según evoca el artista, también estuvo trabajando muy bien en México , “no obstante lo cual reconozco que hubo algunos baches en mi carrera, pero nunca la abandoné. Tengo casi 40 discos grabados y ahora 15 CD”.
Evidentemente todo ello representa una trayectoria, un espacio ganado, una marca, producto de 40 años de continuidad en el trabajo. “A veces me encuentro con tres generaciones: la abuela, la madre y los hijos -confiesa-. Me ha pasado puntualmente en el Festival de Santiago del Estero, donde se me acercaban chiquitas de 12 o 13 años, y me decían que la letra de mis canciones las hacía vibrar; en tanto su abuela les replicaba “Ay m’hijita, lo mismo me pasó a mí’.
- ¿El Rimoldi Fraga de hoy es el mismo de aquellos años de oro?
-Yo me entrego hoy de la misma forma que cuando tenía veinte años. Lo que elegí como temática es la misma, siempre testimonial, con idéntico compromiso, pero -obviamente- aggiornada.
- ¿Es tu objetivo llegar a la juventud?
-Lógicamente, es el mayor desafío, pero siempre siendo conciente de que con mi música y letras bajo una línea de identidad, de principios, sobre todo para la juventud, que hoy no tiene mayores referentes. Hay que rescatar todo lo referente a nuestras raíces, al sentimiento por la tierra.
- ¿Siempre argentino hasta la muerte?
- Siempre, y mucho más hoy.
- ¿Cómo ves el folclore hoy en día y por qué se pudo dar en aquellos años algo tan fuerte en torno a él?
- Era un país con un criterio muy diferente. Yo pienso que faltan referentes. Lo que uno puede rescatar de la camada actual es al Chaqueño Palavecino, porque se sitúa en lo que es su región y no reniega de su pilcha gaucha ni de su tono de voz, y baila lo mismo que se baila en su Salta formoseña, en el Chaco Boreal. Esto es muy respetable en él, porque no traiciona sus raíces. Eso sí, está faltando algo que tenga la vigencia con la que nos deslumbraron Los Chalchaleros, Los Fronterizos, Los Quilla Huasi.
- ¿Y en cuanto a Los Nocheros, qué pensás?
- Ellos arrancaron vestidos de paisanos y fueron buscando la orientación hacia un sentido más latino que argentino, pero cada uno se abre camino en lo suyo de acuerdo con sus convicciones. Nadie puede poner en tela de juicio cómo han llegado al pueblo, a mucha gente de Latinoamérica, o sea que evidentemente hay talento, hay capacidad.
También muchas veces hay como un temor, una vergüenza a mostrar lo nuestro, y eso hace que no haya habido recambio. Cuando yo aparecí, todo el mundo parecía tener necesidad de expresarse por medio de la guitarra y la danza. Me ha ocurrido estar en casamientos en los que, cuando apareció la guitarra, se acabó el casamiento tradicional: la novia cantaba y bailaba nuestra música nativa. Y esto no sucedía en las provincias, que sería más de esperar, sino aquí en la capital federal. Además, los medios tienen su cuota de responsabilidad, porque desde ellos se toma conciencia, se marca un rumbo, es también tomar un compromiso en la divulgación de lo nuestro. Al Estado no le interesa que la gente piense.
- De acuerdo, pero si no hay más gente con talento que surja, no se la puede hacer brotar de la nada.
- Ahí está la cosa. Por ejemplo, hoy se nota un gran reflote de la danza, hay cantidades de peñas por todos lados, un acercamiento de las familias a estos núcleos, lo cual brinda la posibilidad de que sea puerta de entrada a la renovación de valores, que se vaya generando una especie de posta. No son pocos los chicos que tienen la inquietud de trascender a través de sus estilos, pero sucede que falta el empuje que tiene el medio discográfico, la televisión. Ésta no tiene realmente nada que ver con lo nuestro y eso es gravísimo.
- Pero tampoco aparecen grandes como un Ramón J, Castilla, un Cuchi Leguizamón, César Perdiguero o un Payo Solá.
- Es que ellos tenían una posibilidad de trascender a través de la cantidad de lugares que había para cantar y bailar.
- ¿No crees que tendrían que desarrollarse políticas culturales en torno a nuestro acervo? Porque haber, no las hay...
- Exactamente, es necesaria una política de Estado de revalorización de lo nuestro. En definitiva, creo que no la hay porque no les interesa que la gente piense. Es más fácil manejar un pueblo con un caño o con una cola, con unas lolas, que con ideas. Habrá que procurar desde los medios que este cambio se produzca. No es posible que el argentino venga embelesado desde México y baje del avión con un sombrero mexicano o venga de Brasil loco con la batucada, y lo que tiene a la vista no lo rescata, no lo convoca.
- Vos también tenés tu responsabilidad de seguir adelante...
- De eso no hay dudas, en esto soy como un tábano y en el momento que tuve la posibilidad, bregué por la cultura nacional. También hay cosas que reconocen los extranjeros y no los de aquí. Por ejemplo, el artesano, que se lo considera un oficio menor cuando de alguna manera es un legado cultural de los mayores a los chicos y si ese hombre no tiene la posibilidad de que su labor trascienda, se muere, se lleva su capacidad y se pierde una cultura. Por eso tiene que haber una casa cultural en cada pueblo.
Finalizada la entrevista, Roberto Rimoldi Fraga se dedicó a lo que mejor sabe: tocar la guitarra y cantar con esa voz potentísima. Durante su actuación le dedicó un homenaje al Chango Nieto, con esa canción que dice :”Y retumba, retumba tumba, retumba un bombo en mi corazón”.
“Siempre soy conciente de que con mi música y letras bajo una línea de identidad, de principios, sobre todo para la juventud, que hoy no tiene mayores referentes. Hay que rescatar todo lo referente a nuestras raíces, al sentimiento por la tierra”.
Roberto Rimoldi Fraga, cantautor
ENTRELÍNEAS
“Hoy se nota un gran reflote de la danza, hay cantidades de peñas, un acercamiento de las familias a estos núcleos, lo cual brinda la posibilidad de que sea puerta de entrada a la renovación de valores.”
Lo que oculta la TV
El cantautor Roberto Rimoldi Fraga es un hombre simpático, amable y de risa fácil, además de muy conversador. Acerca de su presencia en los medios, dice: “Evidentemente, antes otros eran los espacios que se dan circunstancialmente -hasta por una cuestión histórica-, porque hay momentos en que uno va teniendo mayor vigencia entre el público, y en eso incide -además- todo lo que uno le dedica. De alguna manera, esos espacios los va manejando de acuerdo con lo que son los tiempos artísticos. Porque tampoco es cuestión de estar continuamente en la cresta de la ola. Yo estuve desde 1996 al 2000 en un programa de TV, que era “Sembrando conciencia”, en Canal 7, con un horario muy especial para la familia, que motivó el reconocimiento de la gente del interior”.
“Lo que pasa -reflexiona- es que hoy se ve más Tinelli. A veces, la importancia que se le da a lo mediático, al estar permanentemente en la pantalla chica, desdibuja lo que mucha otra gente en realidad hace de manera valiosa”.