Cómo un tractor inservible se convirtió en leyenda
Un fotograma del documental “Rastrojero”, en el que Miguel Colombo y Marcos Pastor indagan en la historia del “automóvil justicialista”.
Cómo un tractor inservible se convirtió en leyenda
Desde los tiempos en que la Argentina decidió la producción de vehículos y tractores en 1951, el Rastrojero Diesel, nacido de viejos tractores en desuso, se convirtió en compañero de trabajo de miles de argentinos. A casi treinta años del cierre de su fabricación, el clásico utilitario aún resiste.
TEXTOS DANIEL CICHERO / FOTOS TÉLAM Y EXEQUIEL KAY
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En la web
Para quienes quieran seguir investigando acerca de la historia del rastrojero, pueden consultar en los siguientes sitios web:
www.auto-historia.com.ar
www.cocheargentino.com.ar
www.clubiame.com.ar
www.amicordoba.com.ar (Asociación de Amigos del Museo de la Industria).
En tiempos de globalización, no faltará quien endilgue cierta falta de cordura a quien intente rememorar la experiencia automotriz de la desaparecida Industrias Mecánicas del Estado (IME). Pues bien, tomemos por un momento el riesgo de rescatar del enorme arcón del olvido argentino al producto estrella de una empresa estatal: el Rastrojero Diesel.
Aún hoy se los ve trajinando, ya bastante destartalados, por calles suburbanas y caminos de campo. Siempre envueltos en humo y amartillando en el motor su clásico golpeteo de válvulas.
Quizás por su terca decisión de sobrevivir entre tanto fierro “equipado a full”, hoy sea bueno recordar la extraña trayectoria de un compañero de trabajo que, durante añares, fue adoptado por miles de argentinos.
La metamorfosis del tractor
En el principio de los tiempos, el Rastrojero no fue lo que iba a ser. O dicho al revés, no nació pick up -o “chata”- por decisión de sus diseñadores. Debió darse un extraño juego de circunstancias para que, al cabo, cada cosa ocupara su lugar y el vehículo cumpliera el destino con el que pasaría a la historia.
La cosa fue así. el IAPI, un organismo que en tiempos del primer peronismo regulaba el comercio exterior, había importado de Estados Unidos una partida de 2.500 tractores “Empire”. Eran de mecánica Jeep y se habían comprado a bajo precio, luego de que su fabricación fuera cancelada al finalizar la Segunda Guerra. Los tractores fueron colocados entre los chacareros argentinos, pero nunca sirvieron. Tenían un error de diseño que los hacía volcar con facilidad y, al final, todos debieron ser retirados del mercado y enviados a un depósito. Lo que se dice, un negocio pésimo.
El entonces presidente de la recién creada Industrias Aeronáuticas y Mecánicas del Estado (IAME), el brigadier San Martín, solicitó esos tractores para intentar su recuperación. Y así, se formó un grupo técnico especial encabezado por los ingenieros Rubí Luterau y Raúl Gómez, que fue acompañado por personal especializado a cargo de Alfredo Cassasola. Este equipo ad hoc desarrolló dos vehículos: una rural (la “Gauchita”) y una pick up, que luego sería llamada Rastrojero.
En otras palabras, el clásico utilitario argentino nació de un mal tractor. Pero sumó a su solidez estructural, las mejores prestaciones de un transporte liviano y un costo de operación sumamente económico. Un verdadero hallazgo en términos de creación de “tecnologías convenientes”, dirían hoy los expertos.
Encontrándole la vuelta
El Rastrojero no fue producto de una necesidad “creada” por el sistema de marketing. El camino que hizo fue inverso. Sólo se tuvieron en cuenta unos pocos parámetros ligados a los posibles escenarios de uso y sus potenciales usuarios. Eso sí, nada de “chiches”. De esta forma, el rediseño se correspondió con indicaciones muy precisas. Se le proyectó un chasis en su parte delantera (semejante al del robusto Ford 1937), se redibujó la suspensión trasera y se le incorporó una carrocería parecida a las de los Turismo de Carretera de la época, por presentar ventajas para su uso en caminos de barro. La caja de carga se construyó en madera, por simplicidad, precio y velocidad de ejecución.
Se trabajó rápido y los prototipos fueron presentados el 1º de mayo de 1952. Fue tan grande su aceptación, que se decidió continuar la producción una vez terminada la serie inicial de 2.500 “tractores”.
El proceso de adaptación sumó más tarde otro avance enorme en términos de costos de operación. En 1955, se diseñó otro chasis con suspensión tipo Porsche y se le colocó un motor Diesel de la automotriz alemana Borgward. La firma también proveyó las nuevas cajas de velocidad ZF y los diferenciales, pero con la condición de que se construyeran en el país. Esa fue la razón por la que levantó la primera fábrica argentina de motores gasoleros, en la localidad bonaerense de Isidro Casanova.
En 1969, salió de la línea de montaje el Rastrojero Nº 50.000 y en 1975 se alcanzó un récord de producción anual que superó las 12.000 unidades. Durante todos esos años, IAME (luego rebautizada IME) desarrolló cuatro modelos básicos: dos vehículos frontales (camión liviano y microómnibus), la clásica pick up -que incluyó una versión 4x4 para uso militar- y hasta un sedán de cuatro puertas, especialmente diseñado para taxi.
Si no muere, hay que matarlo
Hacia 1978, los directivos de IME avanzaban en un acuerdo con Peugeot de Francia para desarrollar en forma conjunta una nueva versión del Rastrojero. Incluso, ya se ensayaba con un prototipo de pruebas en la planta francesa de Mulhause. Al parecer, sólo faltaba solucionar problemas con el sistema de frenos, antes de que la nueva pick up nacional comenzara a rodar por caminos de otros continentes.
Sin embargo, todo esto parecía formar parte de otro país. O del mismo, pero de uno ya encaminado en la dirección opuesta. De la mano del gobierno militar, la Argentina marchaba decidida hacia la desindustrialización y el desmantelamiento de la infraestructura pública de producción. Casi se podría decir, sin temor a exagerar, que un eventual éxito del nuevo Rastrojero francoargentino, hasta hubiera sido un mal ejemplo.
el ocaso de industrias mecánicas del estado
La desinversión y la importación masiva de utilitarios -llegada de la mano del dólar barato-, dejaron a IME en estado de coma. El Rastrojero aún resistía, pero como la muerte se le demoraba, el tiro de gracia debió llegar por un decreto de Videla (el 1448 /80), dictado luego de una intervención directa del ministro Martínez de Hoz.
A partir de entonces, el Rastrojero dejó de ser un proyecto de desarrollo industrial argentino. Primero se convirtió en un relato -entre orgulloso y resignado- de sus viejos constructores cordobeses desocupados.
Sin embargo, con cada una de aquellas chatas y furgones rodando por los caminos rurales de la Argentina, decenas de miles de mecánicos, chacareros y repartidores, fueron extendiendo sus virtudes a lo largo de casi sesenta años.
Con tantas microhistorias personales (y tanto olvido colectivo), quizás ahora comience a enhebrarse una memoria nueva sobre la experiencia de IME y su eterno Rastrojero Diesel.
Cuando todavía hoy se los ve porfiando en los caminos -siempre envueltos en humo-, es previsible que aquella extraña metamorfosis que le ocurrió a un inservible tractor estadounidense en la Argentina, al cabo termine convirtiéndose en una leyenda.
Aún hoy se los ve trajinando, ya bastante destartalados, por calles suburbanas y caminos de campo. Siempre envueltos en humo y amartillando en el motor su clásico golpeteo de válvulas. Quizás por su terca decisión de sobrevivir entre tanto fierro “equipado a full”, hoy sea bueno recordar su extraña trayectoria.
Casi se podría decir, sin temor a exagerar, que un eventual éxito del nuevo Rastrojero francoargentino, hasta hubiera sido un mal ejemplo. La desinversión y la importación masiva de utilitarios -llegada de la mano del dólar barato-, dejaron a IME en estado de coma.
accesible y de bajo mantenimiento, llegó a ser testeado en Francia para ser producido a escala mundial.
De esta manera ime promocionaba la aparición del flamante utilitario.
Alas y motores
En noviembre del año 1952, Juan Domingo Perón creó IAME (Industrias Aeronáuticas y Mecánicas del Estado), un complejo industrial inicialmente dedicado a la producción de aviones, pero que luego sumó tractores, motocicletas y autos. Con la incorporación de la industria automotriz, IAME llegó a ocupar a unos 9 mil cordobeses: una verdadera “capital metalmecánica”.
Hay una película documental, dirigida por Marcos Pastor y Miguel Colombo, llamada “Rastrojero, utopías de la Argentina potencia”, brinda su mirada sobre ese particular momento de la historia argentina a partir de la creación de este vehículo utilitario, reflejando “el país que tuvimos y las puertas que se pueden abrir para recuperarlo”, según los realizadores.
Por su parte, la Gerencia de Filatelia del Correo Argentino puso en circulación una serie especial de cinco estampillas con modelos históricos de nuestra industria automotriz. Allí, entre verdaderos íconos de los fierros argentinos, como el Justicialista Sport, el Di Tella y el Torino, se encuentra el Rastrojero Diesel.