De “El libro de los celos”
De “El libro de los celos”
Por Cecilia Romana
Una bicicleta para dos escritores
“Motor cars, handle bars,
bicyeles for two...” (Paul McCartney)
Avanzo por Rodríguez Peña con mi bolsa de libros.
El vendedor de manteles canturrea: “proteja su mesa”.
Hace dos años, hacía lo mismo en la boca del
subterráneo de Congreso. Cambió de puesto. Estrategia o
como quiera llamársele, hace dos años, tampoco yo era
la misma: iba en bicicleta a visitar a mi hermano.
Trabajaba cerca de casa. Pero ya no. Es encargado de
una librería en el centro. A lo sumo, puede ofrecerme
una rebaja sobre el total de la compra.
Camino apurada. Siempre lo hago, aunque nadie
me persiga. Tarareo: motor cars, handle bars,
bicyeles for two. Todavía sostengo que Paul es superior
al resto. Incluso cuando mi hermano se empeñe: “parece
un mirlo con esos gorjeos”. Es una de las pocas
conjeturas que me acompañan en el tiempo. A pesar
de las pruebas en su contra: no hay canción más
sombría que “Junk”. De la misma forma que no existe
otro escritor —no existe otro escritor sobre la tierra—, con
quien yo quiera compartir una bicicleta para dos.
Partes
Nos devolvemos favores. Cada cual a su modo,
con las máquinas repletas de archivos viejos.
Te vas tan temprano que casi no tengo oportunidad
de verte. Oigo el chirrido de la canilla, el plaf de la tapa
del inodoro que se te resbala de los dedos. Con eso
me quedo conforme. Algo me dice: el sacrificio de
los dos va a parar a la misma bolsa. Irte a las siete;
soportar a un perro que no es tuyo y mis celos. Por mi
parte, sé cuanto conviene el silencio en determinadas
situaciones; perfeccioné el arte del planchado; hago un ovillo
con los pelos que quedan en el lavatorio para que no los veas.
Cada cual a su modo cumple una parte. Somos
agradecidos. Hace cuatro meses no te hubiera preocupado
la titularidad de una escritura, ni a mí que los puños
de tu camisa estén tan lisos como el resto de la manga.
“Pink Heart” (1964), de Niki de Saint Phalle.