Grupo Abima estrena en la Sala Marechal
“Al fin”, una novela en el teatro
Es un montaje teatral basado en la novela de Sergio Delgado, dirigido por su hermana, la talentosa Mari Delgado.
Los integrantes del elenco apuestan a un teatro en el que la palabra y las imágenes son materia esencial.
Foto: Gentileza producción
Roberto Schneider
“Es un poco triste comenzar esta historia desde tal incertidumbre”, proclama Horacio, protagonista de la novela “Al fin”, del escritor santafesino radicado en Francia Sergio Delgado, mientras desde las imprecisiones de la memoria, recuerda una noche, diez años después. El juego de la memoria está montado sobre la travesura de este narrador solitario que fabrica, recostado en su recuerdo, el relato de un suceso. Así la incertidumbre, principio constitutivo de todo recuerdo y de toda escritura, se vuelve tema en esta novela.
La entrevista con una de las mujeres más reflexivas del teatro santafesino -la directora Mari Delgado- transcurre con una fluidez encantadora. Como muy pocas veces con un entrevistado, es bello escucharla. Es entonces que casi como un mónologo cuenta acerca de la novela de su hermano. Para este grupo de amigos -nos dice- que casi a la deriva se congrega esa noche en Paraná para participar del festejo de un cumpleaños que finalmente deviene en velorio, la incertidumbre parece ser la única certeza. Los conduce León, personaje antagonista de Horacio y principal responsable de aquel encuentro, para quien “un velorio es una fiesta a puertas abiertas”.
“Al fin” es una evocación a los amigos, los deseos de una juventud perdida, un amor imposible. “He estado toda mi vida a la vera de Fiela”, confiesa Horacio, evocando a la mujer que aunque sólo vio dos veces lo cambió para siempre. Como un Dante litoraleño y de fin de siglo, la convoca esa noche para encontrarla y gestar un beso que quizás nunca existió, pero que se hace posible en la realidad de la ficción.
Real o soñado, probablemente ese beso sea para Horacio el recuerdo más indeleble en estos diez años de vida. De cuando era o pensaba que sería alguien muy distinto al escritor que es hoy. Y sin embargo, el mismo. Porque en la musicalidad de los poemas de Fiela, supo percibir el arte de narrar como un modo de reconstruir lo propio.
Una fuente inagotable
Mari Delgado no duda en decir con contundencia que la novela es una fuente inagotable de materiales para la construcción de una ficción, de imágenes generadoras con teatralidad propia. Y de algún modo, en el teatro confluyen y se condensan las imágenes de una novela. En ese mundo despojado, a partir de pequeños signos, el espectador se transforma en un escritor que construye la totalidad de la historia en su imaginación. En el encuentro en “Al fin” de ese grupo de amigos empecinados en un festejo frustrado por la muerte, se centra la situación dramática. Un fragmento de realidad que evidencia una ficción. Y en ese centro se vislumbra una obra de teatro.
Quizás porque Sergio es mi hermano y su novela contiene algunos referentes biográficos, pude ingresar en ella con cierta “familiaridad”, reconociendo situaciones y personajes e intuyendo y completando los espacios vacíos. Horacio y sus amigos están inmersos en una geografía cercana, la que “viaja entre los paralelos 31 y 32 , donde se juntan Córdoba, Santa Fe y Paraná, y desde allí otra perspectiva, otro uso del mundo”. La proximidad del recorrido me impulsó a emprender este viaje.
La adaptación de la novela al teatro comenzó en junio del 2007, en el marco de un Seminario de Dramaturgia de Emergencia que dictó en Santa Fe Mauricio Kartun y su equipo, organizado por la Secretaría de Cultura de la Provincia. Ahí inicié el trabajo de escritura de un guión que fui elaborando y corrigiendo a partir de las devoluciones efectuadas tanto por los docentes como por los compañeros que asistían al mismo. Fue una experiencia muy enriquecedora para todos los integrantes de aquel grupo que auto-denominamos Bagrefe, en honor a la fauna ictícola local.
Ese mismo año iniciamos los ensayos sobre la base de improvisaciones y apropiaciones que los cuerpos en acción fueron haciendo de la novela. Fue un camino que me permitió ahondar y darle forma a ideas y pre-sentimientos. El aporte creativo de todos los actores y actrices que aceptaron las reglas, se comprometieron, se apasionaron y se entregaron al juego, fue fundamental para la escritura final del texto. Porque “el juego en el teatro tiene extrañas reglas y cada experiencia tiene las propias y hay que establecerlas y descubrirlas. También es cierto que esas reglas en general incluyen personas/personajes con sus emociones, con su historia, con su vida.”
“Así opina -recuerda Mari- Javier Daulte, uno de los dramaturgos y directores que más ha aportado al enriquecimiento e innovación del panorama teatral argentino. En la etapa final del proyecto, y a través del Instituto Nacional del Teatro, pudimos contar con su asistencia técnica. Su mirada sensible, su enorme experiencia y su generosidad significaron un impulso esencial para la puesta en escena de “Al fin’ “.
“Mi agradecimiento -dice finalmente- es inmenso. Por el esfuerzo, la creatividad, el compromiso. Por el juego compartido. Gracias Varinia Zelko, Matías Graizaro, Sergio Abbate, Lucas Ranzani, Cintia Bertolino, Fabiana Sinchi, Carolina Cano, Camilo Céspedes, Rubén Von der Thusen, Juan Bressán, Matías Arce, Selma López y Mario Pascullo. Y, especialmente, a mis amigas y compañeras En el camino, Verónica Bucci y Susana Formichelli. Por la confianza y por la complicidad”.