Profundas muestras de dolor de los vecinos

Los barrios de la ciudad dieron su último adiós al padre Rosso

2_gd.jpg

La despedida final al padre Atilio Rosso se inició ante el Colegio Mayor Universitario y se extendió luego en un multitudinario cortejo por los barrios.

Foto: Guillermo Di Salvatore

Tras una misa de cuerpo presente en el Colegio Mayor Universitario, un cortejo encabezado por el féretro del religioso recorrió la ciudad. El primer punto fue Alto Verde, y lo siguieron otros barrios. Los vecinos despidieron al hombre que tanto trabajó para mejorar sus vidas.

 

De la Redacción de El Litoral

[email protected]

La ciudad no parece poder ni querer resignarse a la pérdida del padre Atilio Rosso, fundador del Movimiento de Los Sin Techo, el hombre que falleció ayer y que tanto hizo, a lo largo de su vida, por los más humildes. Así quedó evidenciado en el cortejo fúnebre que desde las 10 de la mañana recorrió los barrios de la ciudad en los que el religioso dejó su huella indeleble, trasladando sus restos. Muchos vecinos, entre lágrimas y sinceros aplausos, se reunieron ante los centros comunitarios y en las calles para dar su último y respetuoso adiós al religioso.

Todo comenzó a las 9 cuando se realizó una misa de cuerpo presente en el Colegio Mayor Universitario (calle San Jerónimo 3328), el mismo lugar donde desde la tarde de ayer se realizó el velatorio, que en cierta medida marcó el inicio de la despedida final.

Allí, en una sala colmada hasta casi las puertas y con la presencia de autoridades y distintas personalidades de la ciudad, monseñor José María Arancedo afirmó que el padre Rosso dejó “la esperanza de un camino que tiene que continuar”. “El mejor testamento, es asumir todo aquello que él ha caminado” sostuvo, ante un auditorio emocionado.

Finalizada la misa, se inició el cortejo fúnebre, encabezado por el féretro, que empezó su lento recorrido por los distintos barrios humildes de la ciudad donde tuvieron llegada las piadosas manos del padre Rosso.

El primer punto, pasadas las 10 de la mañana, fue Alto Verde. En las intrincadas calles de la populosa barriada ingresó el largo rosario de automóviles, que fue recibido por muchos lugareños que expresaron el significado de la pérdida en su verdadera dimensión.

El desconsuelo persiste

“Era como que se me había partido el corazón”. Así recordó Mercedes, entre lágrimas, el momento en que se enteró de la muerte del cura. Y recordó como “la primera piecita de Los Sin Techo la tuve, por él, de material”. Y afirmó que “todo Alto Verde” comparte el dolor porque “el padre era único”. La misma congoja manifestó María, del mismo barrio, quien dejó constancia de que Rosso “era una buena persona, un hombre muy solidario que ayudó a todos con sus casitas”.

Luego de recorrer Alto Verde, el cortejo desandó el camino para volver a ingresar a la ciudad y llegar hasta el barrio Centenario, donde también fue nutrido el grupo que se formó, unido por la pérdida común de la persona que tanto trabajó junto a ellos. Es “una tristeza, porque el barrio ha cambiado” gracias a él. “Éramos pobres y seguimos siendo pobres, pero es una cosa muy distinta porque hizo mucho por Santa Fe” dijo María Laura, del barrio ubicado en las cercanías de la cancha del Club Atlético Colón.

No menos dolorida estaba Isabel, quien recordó en medio de su congoja cómo el padre les enseñó “a trabajar en comunidad, a convivir entre nosotros”. “De un rancho, nos sacó a una casa de material, él nos enseñó el camino. Es un dolor muy grande que tenemos” manifestó.

Largo camino

Al cierre de esta edición el recorrido del cortejo continuaba por el resto de los barrios donde el padre construyó su obra, dentro del entramado de la ciudad. El cronograma previsto incluía a los barrios Sarsotti, Chalet, Arenal, San Lorenzo, Villa del Parque, Villa Oculta, Barranquitas, San Pantaleón, Los Hornos, Villa Hipódromo, Las Lomas, Loyola, San Agustín, La Ranita, Abasto, Pompeya, San José, Belgrano, Villa Elsa y Chaqueño.

Una vez culminado el recorrido, estaba previsto trasladar el féretro hasta la localidad de Leones, provincia de Córdoba, de donde era oriundo el padre Atilio Rosso. Allí, según confió uno de sus colaboradores, lo iba a esperar una capilla ardiente para culminar el velatorio, y mañana será sepultado en la que será su morada final. Aunque, si algo quedó claro en las cuantiosas muestras de afecto que rodearon a su paso final por la ciudad, es que permanecerá siempre en el recuerdo de los vecinos junto a los que trabajó, codo a codo, con el único fin de mejorar sus vidas.

1_gd.jpg

La misa que se realizó esta mañana congregó a numerosos santafesinos, entre ellos autoridades y personalidades.

Foto: Guillermo Di Salvatore

3_gd.jpg

Las escenas de gran aflicción que se vivieron esta mañana, sirven para dimensionar la gran pérdida de un hombre que trabajó incansablemente por el prójimo.

Foto: Guillermo Di Salvatore

“Un testimonio muy vivo”

Culminada la misa de cuerpo presente, monseñor Arancedo aseguró a El Litoral su convicción de que con el padre Rosso “despedimos a un ser querido de Santa Fe, a un sacerdote que ha dejado un testimonio muy vivo”.

Recordó que el religioso tuvo dos líneas de trabajo a las cuales dedicó su vida: “la juventud y los pobres”. “Esa es una expresión muy profunda de la fe cristiana”.

Explicó además cómo el trabajo del fallecido cura dirigido hacia los pobres fue “con una postura no demagógica, no buscando otra cosa que no fuera servirlos a ellos, y con mucha profundidad de reflexión”.

También rescató la labor que Rosso realizó en “el tema de la salud, en primer lugar de la mujer ya embarazada”. “Ahí Atilio estaba preocupado para que la criatura nazca bien y después en la salud del chico que nace y la educación”.

“Eran dos cosas, salud y educación que para él fueron muy importantes en el trabajo con los pobres para elevarlos, dignificarlos y nunca utilizarlos” reflexionó Arancedo. Y concluyó en que su obra la hizo “desde la fe”, pensando “éste es un hijo de Dios que me compromete, a él lo tengo que servir”.