LA MUERTE DE FAVALORO
A diez años de una noticia
que conmovió al país
DE LA REDACCIÓN DE EL LITORAL
“Conmoción por la muerte de Favaloro: el médico fue encontrado sin vida en su domicilio; se habría disparado un balazo en el pecho; dejó varias cartas”. El domingo 30 de julio de 2000, un día después de la tragedia, los diarios reflejaban el desconcierto y el dolor: el prestigioso cardiocirujano se había descerrajado un balazo en el pecho con su revólver.
Diez años después, la Legislatura porteña estudia ponerle su nombre a una plaza, en el barrio de Caballito, y levantarle un monumento de bronce. Por una ley de la ciudad, recién se puede designar a una calle o lugar público con el nombre de una persona cuando pasaron diez o más años de su muerte.
“Este gran cardiocirujano se merece un monumento, que tendría que estar en la plaza que llevará su nombre”, dice el diputado del Pro Jorge Garayalde, autor del proyecto. Hace casi 30 años, Favaloro operó gratis del corazón a mi padre y le salvó la vida. Por eso me siento en deuda con él”.
Desde 1967, René Favaloro desarrolló una técnica conocida como bypass aortocoronario que le salvó la vida a muchísimas personas. Pero el 29 de julio de 2000, el cardiólogo decidió terminar con la suya y se suicidó en su casa de Palermo. Tenía 77 años y estaba muy abatido por las deudas de su Fundación. Dejó una carta en la que, entre otras cosas, decía: “Es indudable que ser honesto en nuestra sociedad corrupta tiene un precio. A la larga o a la corta, te lo hacen pagar”.
NOTICIA DE UNA TRAGEDIA
El estupor inicial frente a la noticia de la muerte fue sucedido por rumores que trataban de echar luz sobre un hecho tan doloroso como inesperado. Se supo que Favaloro había enviado dramáticas cartas al entonces presidente Fernando de la Rúa y a sus amigos; se revelaron las deudas que el Pami tenía con la Fundación Favaloro.
Según cuenta el periodista Pablo Calvo en “La muerte de Favaloro”, en 1971 el cardiocirujano se había consagrado en la Cleveland Clinic de Estados Unidos, participando en el desarrollo del bypass. “Tenía por delante, casi garantizada, una carrera exitosa, tanto en lauros académicos como en dinero. En vez de seguirla, decidió volver a la Argentina para concretar un sueño: crear un instituto modelo, donde se pudieran atender, bajo idénticas condiciones de eficiencia, humildes y poderosos”.
“Ese mismo año, Francisco Manrique funda el Pami, una obra social concebida para dar asistencia a los jubilados. En las décadas siguientes, mientras ligaba su destino al de los intereses políticos de turno, se convertiría en un coloso y sería un codiciado botín de los sucesivos gobiernos. El principio de un ocaso que aún no termina le llegó a mediados del año 2000, cuando es declarada virtualmente en quiebra. No pasó desapercibido que su derrumbe fuera fatalmente contemporáneo de la desaparición de Favaloro”, explica.
Según relata el texto, desde 1976 Favaloro “no dudó en estar cerca del poder. Eligió ese camino para edificar un centro de salud a la altura de sus sueños, unos sueños que, el tiempo demostraría, parecen haber sido excesivos para el país que él pensaba podía aprovecharlos. El telón de fondo de esta lucha y de su trágico desenlace es la Argentina al borde del colapso, y sobre todo el Pami, con sus administraciones escandalosas durante la década del 90 y el olvido de su misión esencial: estar al servicio de los jubilados”.