A diez años de un hecho doloroso
Dr. Miguel Ángel Bravo
Señores directores: La fecha del 29 de julio del año 2000 quedará grabada como un hito en la Historia Universal de la Ciencia. Despedíamos a un “Grande”, le decíamos adiós al Dr. René Favaloro.
Ser humano excepcional, portador de una personalidad cautivante, arrolladora, reconocido científicamente en todas partes del mundo y prácticamente relegado en su país. Trabajador incansable, éticamente insobornable, dejó para la humanidad el fruto de su esfuerzo, de su sacrificio, con la expresa finalidad de que muchos habitantes de la tierra pudieran mejorar su calidad de vida, solucionando verdaderas encrucijadas existenciales.
Humilde por excelencia, dijo “Dios me libre de ser tomado como modelo, ¡Desgraciado el que se cree tal cosa!”.
Ferviente defensor del pensamiento progresista, de la educación como medio fundamental para el progreso y bienestar de los pueblos, señaló: “La única aristocracia, el único elitismo, es el de las neuronas”.
Profesional íntegro, intérprete de las penurias humanas, aclaró: “Sin humanismo nuestra tarea no merece ser ejercida, ni merecemos llamarnos médicos”.
Considerado uno de los talentos mayores del siglo XX, en los últimos años se dedicó a investigar y analizar los grandes problemas de la humanidad, en especial en lo concerniente a las injusticias sociales, a las angustias, a las frustraciones, a los sinsabores que sufrían sus semejantes.
En los últimos congresos científicos realizados en distintas partes del mundo, se encargaba de cerrar los mismos con temas totalmente ajenos a la cardiología:
—La pobreza de la Argentina y de Latinoamérica.
—El futuro de nuestro país.
—¿Qué será de la humanidad en los años venideros?
La realidad nos muestra que vivimos en un país muy extraño, que tiene la característica desdichada de restarle importancia, de ignorar a sus hijos más distinguidos, en cierto grado despreciándolos, obligándolos a que tomen otros rumbos, otros países que les brinden mayores posibilidades. Grandes figuras representativas de nuestra cultura nacional han terminado sus días en el exterior; por nombrar a algunos de ellos: Julio Cortázar, Atahualpa Yupanqui, Jorge Luis Borges.
Pero desgraciadamente los “cerebros notables” que deciden quedarse en nuestro país, al sentirse tan ignorados, sufren verdaderos procesos de frustración, de depresión, que los pueden llevar a cometer actos tan desesperanzados, como el acaecido ese nefasto 29 de julio.
Por eso este tristísimo episodio nos deja a toda la sociedad argentina, un claro y evidente mensaje: “Cual es el de intentar revertir este estado de decadencia, de oscurantismo intelectual en el que estamos sumergidos, aspirando a que el futuro de nuestros hijos dentro del suelo argentino, sea mejor”.
René Gerónimo Favaloro ¡gracias por todo!