Historias y relatos del boticario de los Andes

Desde Madrid, España, José Luis Entrala Fernández envió el trabajo de investigación que realizó junto a Paco Fernández Rubio sobre Antonio Martina Fernández, el farmacéutico de los Andes, el primer argentino de esa familia.

TEXTOS. JOSÉ LUIS ENTRALA Y PACO FERNÁNDEZ RUBIO.

 

La figura renacentista de Antonio Martina Fernández cubre tantos campos que resulta muy complicado abarcar todos. Ya nació con la marca de argentino típico, hijo de italiano y española, fue cantor y poeta, aficionado a la vieja zarzuela, las chacareras y las zambas.

La inmensidad de sus conocimientos y aficiones le llevó a tocar variadas ciencias y oficios, batirse políticamente por los más pobres y olvidados, y subir desde las llanuras de la Pampa a las alturas de la Puna.

Regenteó farmacias en pueblos donde el boticario era -a la vez- partero y médico de cabecera. Fue analista de minerales, investigador de cultivos agrícolas y cruces ganaderos, profesor de Química y defensor de los indios andinos.

Político demasiado independiente para plegarse a la disciplina de un partido, en Salta, y periodista juvenil de sociedad en Santa Fe; docente en colegios religiosos; intendente de San Antonio de los Cobres; defensor de causas imposibles; padre prolífico y poeta romántico.

La revista “Crónica del Noa” en su número del 12 marzo de 1982 publicó un interesante artículo sobre un minero andino, misterioso y callado que vendía sus pepitas de oro en San Antonio de los Cobres. [...]

La historia de este indio minero puneño sirve perfectamente para introducirnos en el ambiente de San Antonio de los Cobres donde Antonio Martina Fernández vivió muchos años de los muchos años de su larga vida. Y sirve también para evidenciarnos quién era aquel lejano farmacéutico de los Andes. La persona más confiable del pueblo y el primero de sus habitantes que visitaba el minero con su puñado de oro.

EN SANTA FE (1890-1937)

Abdón Antonio Martina Fernández fue el primer miembro de la familia Fernández nacido en Argentina y el primer nieto argentino de Antonio Fernández Osuna, el maestro andaluz que llegó hasta San Carlos Centro para impartir clases en su escuela rural, contratado por el gobierno de la provincia de Santa Fe.

Era hijo de Concepción Fernández Hidalgo, española de Antequera, en la actual provincia de Málaga, donde su padre fue profesor. Con 18 años llegó a Argentina y 104 días después se casaba en San Carlos Centro, el 20 de julio de 1889, con el acomodado comerciante italiano Bartolomé Martina Rolando, de 34 años y natural de Campiglione-Fenille, en la provincia de Torino-Piamonte.

Bartolomé pasó a la historia argentina al fundar la colonia de San Bartolomé en la provincia de Córdoba, donde tiene un monumento con su busto en la plaza del pueblo.

El primer hijo de la pareja fue Abdón Antonio, al que pusieron Abdón por haber nacido en el día de dicho santo, pero que fue conocido por su segundo nombre. Antonio fue recibido con gran alegría por su maduro padre de 34 años y su casi adolescente madre de 18, el 30 de julio de 1890. [...]

Antonio vivió apenas dos años en San Carlos Centro porque sus padres se trasladaron a Santa Fe, aunque siguió pasando muchas temporadas en su pueblo natal. Estudió en el Colegio de los Jesuitas y, desde 1915, fue cronista y reportero social del diario Nueva Época, de Santa Fe [...].

Se recibió de farmacéutico en la Universidad Provincial de Santa Fe, que ahora se llama Universidad Nacional del Litoral, el 18 de julio de 1918, justo cuando terminaba la terrible Guerra Europea que asoló el viejo continente.

ROSARIO Y SAN CARLOS CENTRO

Antonio Martina ejerció la profesión en Armstrong y en Funes. Posteriormente se trasladó a Rosario donde fue practicante del Laboratorio Central de Investigaciones del Hospital Centenario bajo la dirección de los Dres. Ricardo Calatroni y Simón Neuchlosz y también ejerció la docencia como profesor de Física, Mineralogía y Geología para la enseñanza secundaria, del Colegio Juan Bosco, de los Salesianos.

Durante los veranos iban a San Carlos Centro donde vivía su abuelo, Bartolomé Martina Rolando. Ofelia, su segunda hija, recuerda que “tenía una estancia muy linda y grande, y allí estaba con mi abuela Concepción Fernández Hidalgo, que le decían Conce y era muy cariñosa con sus nietos. Todas las noches iba el cura del pueblo a cenar con la familia y rezar el rosario”.

Pero Antonio Martina nunca mencionó a sus parientes españoles, seguramente porque apenas tuvo noticias de aquellos primos hermanos que su madre había dejado en tierras andaluzas. Por eso, durante más de un siglo ambas ramas de Fernández descendientes de los hermanos Fernández Osuna, la española y la argentina, permanecieron lejanas e ignoradas hasta que en los años finales del siglo XX, Anita Bianco en Buenos Aires y Eladio Fernández Nieto en Granada. España, se encontraron por medio de Internet.

SU VIDA EN SALTA

En 1937, Antonio Martina dio un vuelco importante a su vida trasladándose a la lejana provincia de Salta, donde pasaría el resto de su existencia. Es curioso comprobar que dividió sus 94 años de vida a partes iguales entre Santa Fe y Salta. Exactamente 47 años en cada provincia.

Tras salir de Santa Fe, Antonio ejerció como farmacéutico en la empresa Forestal del Chaco y de allí pasó a la capital de Salta, para trabajar en la Farmacia La Química, en el Hospital del Milagro, y como director del laboratorio de la Maternidad Modelo.

En 1938, y a solicitud del gobernador del Territorio Nacional de Los Andes, (actualmente parte de la provincia de Salta), se trasladó a San Antonio de los Cobres, un pueblito minero en la puna de Atacama [...] donde libró al servicio público la Farmacia Los Andes, de su propiedad e instaló un laboratorio químico para el análisis de minerales.

Ejerció la profesión farmacéutica durante 30 años, entre 1937 y 1967, en aquel lejano y casi ignoto lugar de la Puna salteña [...]. Antonio Martina y su familia debieron soportar toda clase de privaciones, afrontando los rudos rigores de una naturaleza hostil, con clima seco e intensamente frío, tratando de vencer el mal de “sorocho’ o apunamiento debido al aire enrarecido. Además, se sentían socialmente en un casi total aislamiento, por lo menos antes de construirse el prodigioso ramal ferroviario que ligó Argentina y Chile, por el noroeste.

VOCACIÓN DE SERVICIO

Ese aislamiento y esa soledad aumentaron quizás su afición a la música en general y la zarzuela en particular. En aquellas alturas andinas Antonio no pudo practicar nunca sus deportes favoritos, que eran el remo y la natación, aprendidos en su Santa Fe natal. Pero le gustaba mucho el fútbol y lo escuchaba por la radio, aunque no lo jugaba. [...]

Antonio Martina encontró a uno de sus mejores amigos en el cura del lugar, Ambrosio Malcanaso Bouté; el cura que puso la luz eléctrica en San Antonio de los Cobres y que era “uno de esos curas que ya no vienen, un hombre muy activo que participaba en todo y además de sus deberes religiosos, era carpintero, arreglaba los motores y cuando se averiaba la máquina del cine del pueblo le llamaban corriendo para que la arreglara. Con mi padre tenía algunos roces por cuestiones políticas pero eran muy buenos amigos”.

Juan Antonio Martina rememora con admiración la figura de su padre porque “pocos entendían que en aquel lugar tan áspero y frío, con temperaturas que descendían a veces hasta los 25º bajo cero, fuera capaz de atender la llamada urgente, en plena madrugada, de quienes llamaban a su puerta para solicitar ayuda a un enfermo”.

Podemos suponer que Antonio cubría la falta de un médico en el pueblo, pero no es así. Lo cierto es que “el médico del pueblo, que era muy amigo suyo, no se levantaba de su cama para atender a nadie por la noche. Mi padre, que era farmacéutico y por lo tanto no tenía esa obligación, lo hacía sin embargo. Por eso lo querían tanto”. [...]

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Carnet profesional de Antonio cuando tenía 86 años y seguía ejerciendo su profesión en pueblos de Jujuy.

MINERO, AGRICULTOR Y TAMBIÉN GANADERO

Antonio Martina Fernández no fue un farmacéutico más. Su espíritu curioso, propenso al estudio de la naturaleza, le llevó a efectuar investigaciones mineralógicas. Encontró valiosas especies minerales “y hasta tuvo una mina de plomo y participación en otra de uranio en la localidad de Ranger”.

Con la ayuda de modernos detectores descubrió la presencia de elementos radiactivos que revelaron la importancia de la riqueza minera de la antigua Gobernación de los Andes, que hasta entonces el gobierno argentino no había tenido en cuenta.

El modesto boticario practicó también estudios de genética de la raza ovina, efectuando cruces con el propósito de obtener variedades que produjeran lana y carne cuantitativamente mejoradas.

En 1943 consiguió y entregó reproductores del tipo merino australiano, pura sangre, con los que se realizaron cruzas controladas por el gobierno [...].

También fue notable su contribución a la agricultura local. Para ello tuvo que limpiar y roturar los terrenos a pico y pala, para sembrar semillas elegidas, observando la adaptación de diversas especies vegetales al medio, con lo cual iba adquiriendo experiencia para corregir los errores. Tuvo que luchar siempre contra una crítica mortificante que no veía el objetivo de tanto empeño.

REUNIÓN FAMILIAR

Esta nueva investigación sobre los orígenes de la familia Fernández surgió “ante el anuncio de una nueva reunión familiar, a celebrarse en la ciudad argentina de Salta, aprovechando la fiesta del 12 de octubre” próximo, según explicaron los autores.

También aclararon que “este libro es simple y llanamente un homenaje universal a la figura irrepetible de Antonio Martina Fernández, el primer Fernández argentino y primer nieto de Antonio Fernández Osuna. Este volumen 28 de la colección (sobre la historia de la familia) está íntegramente dedicado a un hombre que trabajó hasta los 92 años y dejó, aparte de numerosos descendientes hoy repartidos por muchos lugares de la Argentina, una historia de personaje cultísimo, sabio, al estilo renacentista, en variadas ciencias y oficios y cuya vida merecía este mínimo homenaje en forma de libro que pueda perpetuar su recuerdo por los siglos de los siglos”.

TAMBIÉN POLÍTICO

En 1943, con la parte del territorio de la ex Gobernación Nacional de los Andes cedida a la provincia de Salta, se formó el departamento Los Andes. Como resultado de ello, en la elección de legisladores provinciales de 1946, Antonio Martina fue elegido [...] senador provincial por dicho departamento.

Desempeñó ese cargo entre 1946 y 1952 y llegó a ser vicepresidente del Senado de Salta. Se dedicó, como hacía en todas sus actividades, con empeño y constancia a los quehaceres políticos. [...]

En 1949 fue designado vicepresidente de la Asamblea Constituyente que encaró la reforma de la Constitución de la provincia de Salta. [...]

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En octubre de 2006 se celebró en San Carlos Centro una reunión de descendientes de los Fernández Osuna.

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La prensa de la época se hizo eco de los trabajos agrícolas y ganaderos del farmacéutico de los Andes.

SUS ÚLTIMOS AÑOS

En 1967, Antonio se fue de San Antonio de los Cobres para seguir ejerciendo su profesión en calidad de farmacéutico regente de distintas farmacias rurales, en las provincias de Salta y Jujuy.

Problemas familiares y de salud le obligaron a marcharse a Rosario de Lerma, donde tenía una casa. Finalmente recuperó la salud y el ánimo con fuerza suficiente para regresar a su pueblo andino. Y allí se encontró con la sorpresa de que la persona “de confianza” que había dejado al frente de su farmacia y su casa había cometido desaguisados de tal calibre que sólo pudo vender algunos muebles y dejar definitivamente San Antonio de los Cobres.

Inició entonces una carrera de cambios de residencia, ciertamente difíciles de entender para un hombre de su edad. Finalmente volvió a Rosario de Lerma para regentear otra farmacia y allí terminó, en 1982, este último ciclo de su vida que le llevó durante 15 años por cinco farmacias distintas.

Ya era tiempo porque tenía 92 años. Se trasladó a Salta para vivir en casa de su hija Ofelia Martina González, y allí murió dos años después, en 1984. Hasta el final de su vida gozó de una excelente memoria y siguió encandilando a sus oyentes al contar las muchas anécdotas y vivencias de su larga existencia.

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Antonio Martina Fernández se afincó con su esposa e hijos en Santa Fe y en Salta.