SEÑAL DE AJUSTE


Picaresca lumpen

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Protagonizada por Rodrigo De la Serna, Soledad Fandiño y Maxi Ghione,

 

Roberto Maurer

Finalmente, Canal 7 estrenó “Contra las cuerdas” (martes, miércoles y jueves a las 22.30) y volvió a la ficción argentina luego de “Ciega a citas”. Fue un proyecto accidentado que originariamente se llamó “Conurbano”, de la productora de Gastón Pauls. La empresa quebró cuando el socio, contador y cuñado del actor, lo alivió de una pesada suma de dinero dejándolo en una incómoda situación frente a sus acreedores. La idea original de Tristán Bauer, entonces, fue asumida por los productores Sergio Villarruel y Fernanda Llorente.

“Contra las cuerdas” es consanguínea de los productos de la familia fundada por “Pizza, birra, faso”, el filme de Caetano y Stagnaro con el cual -ya figura en los manuales- se abrió la puerta de un nuevo verosímil del cine argentino. En esa línea filiatoria se situaron luego “Okupas” y “Tumberos”, dos productos televisivos a través de los cuales los citados directores se bifurcaron con las mismas inquietudes.

Se trata de una vertiente de realismo suburbano que, al fin, desde mucho antes ya alimentaba al inspirado cine de Raúl Perrone. Los personajes se reclutan entre criaturas marginadas, a veces más allá de la frontera de la ley, y las almas desoladas del país de la baja clase media de barrio del inabarcable conurbano bonaerense, también registrado por “Policías en acción” y las “cámaras testigo” de la señal América, que cubre parte de su programación con paco y pibes choros, vómitos y vidrios rotos, economía informal y fondo musical de “Damas gratis”. Para el televidente el conurbano es una atracción exótica, morbosa y una forma de turismo lumpen.

Perdido en el conurbano

Ezequiel (Rodrigo de la Serna, que se había preparado para filmar la frustrada biopic de Bonavena) es un amateur que sube al cuadrilátero aconsejado por su entrenador: “A la lona en el tercero, es tu pellejo, y ojo con lo que hacés”. El público ya está familiarizado con la situación, ya que en la pantalla casi todas las peleas están arregladas, y brindan al héroe la oportunidad de probar su amor propio ganando el combate, para luego huir apresuradamente de los apostadores mafiosos.

Es exactamente el caso de Ezequiel y, si bien pudo ocurrir en el Cesar Palace de Las Vegas, esta vez sucede en Chajarí, Entre Ríos, o una versión estilizada de Chajarí: nadie tiene acento entrerriano. No se oye una sola hache aspirada.

Ezequiel prepara un bolso, se despide de su familia, telefonea a su hermano Luciano (Maxi Ghione) que vive en Buenos Aires, y se va a tomar el ómnibus de larga distancia a la ruta, a pesar de que Chajarí posee su terminal de colectivos, a metros del cuartel de bomberos.

Una vez en la metrópolis, no encuentra a su hermano, que también debió escaparse de apuro del taller donde trabajaba, por un dinero de otro que se guardó.

Ezequiel vaga sin rumbo y ésa es la idea para los próximos 59 capítulos: el provinciano inexperto en la jungla del Gran Buenos Aires. En tanto, su hermano, también amenazado, se alojó en la casa Ana (Soledad Fandiño), una estudiante de periodismo que hace trabajo comunitario. Siendo tan grande la periferia bonaerense, no deja de ser una enorme casualidad que Ezequiel se refugie en la misma casa, esta vez por invitación de Hugo (Roberto Carnaghi), que es el papá de Ana, a quien defendió en una trifulca.

Perseguidos por distintos enemigos, ambos hermanos se han encontrado y comparten el mismo techo. Y por las primeras miradas que se cruzan, también compartirán la misma chica.

A su pretensión de estética lumpen, a “Contra las cuerdas” le vendría bien cierta depuración estilística, ya que de a ratos aparece contaminada por el costumbrismo vecinal difundido en muchas tiras de Pol-ka. A veces sólo se trata de quitar un almanaque de la pared, tomar menos mate y no abusar de la ropa colgada en la soga. El mantel de hule, por otra parte, hace años que no se usa.

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“Contra las cuerdas” narra la vida en el conurbano. Foto: Gentileza Canal 7