Con la estampa del mundo
Con la estampa del mundo
Luciana Storni
Como un escultor que talla una pieza única, la santafesina Luciana Storni modela cada uno de sus diseños en un íntimo atelier porteño hasta que se convierten en chaquetas, vestidos y chales exclusivos. El proceso empieza en las tierras desde donde trae las telas (India, Europa, Turquía), las que -paciente y lentamente, como un viaje- cobran forma.
TEXTOS. SOL LAURÍA. FOTO. GENTILEZA LUCIANA STORNI.
LA MODA. “Toda la vida me gustó la ropa. Y desde chica me visto como me gusta, a veces hasta extravagante pero siempre particular. Creo que una persona con identidad no sigue tendencias sino que hace su propia historia. Están quienes piensan que la moda es algo frívolo, pero creo que es mucho más que eso: te muestra un montón de cosas de las personas. Y cada uno tiene que vestirse de acuerdo a su personalidad. Si a vos te gusta tirarte un ropero encima y te hace feliz, genial”.
LOS INICIOS. “Siempre me gustó la ropa. Pero cuando me fui a Italia conocí a una diseñadora que me ofreció trabajar con ella. Así empecé, en un atelier de un palacio del 1.500, en Roma, donde estuve desde el 2001 hasta el 2006. Hacíamos piezas únicas, veíamos clientas de Italia, otros países de Europa y también teníamos otras en Nueva York. Viajábamos para comprar los géneros a la India y Turquía. Trabajábamos los básicos con telas italianas y con las más preciosas que eran de lugares exóticos”.
LOS VIAJES. “Viajo dos o tres veces por año a Europa, África, Asia y Estados Unidos. Allá compro, miro, voy a muestras... Me lleno de ideas. Veo a artesanos en Laos o Turquía, por ejemplo, y compro las telas hechas por ellos. Busco cosas originales, que me llamen la atención, que conmuevan. Los viajes te dan apertura y te inspiran. Pero, fundamentalmente, en todos esos lugares compro las telas, que son mi gran pasión. Muero por las telas antiguas y -cuando estoy en Roma- voy por ellas sin perder un minuto”.
EL PROCESO. “Yo veo, toco, mezclo, pruebo. Todos esos géneros que traigo los conecto en mis diseños. Armo una chaqueta que la parte de afuera es un lino y por dentro es una seda de Camboya, tal vez el forro es más importante que la pieza en sí; es como un descubrir... Igual no sigo tendencia y me baso en lo que me gusta a mí. Todo lo que hago me gusta, no podría hacer otra cosa. Me tengo que enamorar, soy pasional. Hago todo a mano, con mi sastre. Armo una chaqueta, saco, pongo. Necesito ver las cosas. Es artesanal. Es necesario porque las telas son especiales. También tengo mis modelistas y tres talleres que trabajan para mí. Pero hago siempre muestras a mano para ver cómo queda”.
LA INTIMIDAD. “Mi atelier es mi mundo pequeño, una parte muy personal en mi vida. Es como estar en un mercado turco o en un templo en Luang Prabang, en Laos. O en un mercado en Rajastan, en la India. Me encanta mezclar estilos. Es un fiel reflejo de mi persona y de mi estilo. Acá vienen las clientas y es como jugar a las muñecas. Vienen porque tienen un evento, por ejemplo, toman un café y se prueban la ropa, les presto una cartera o un chal, para que vean cómo queda. Es como jugar. Ven las prendas, las telas, eligen colores, cosas diferentes y se quedan horas”.
LA INSPIRACIÓN. “Me siento a trabajar siempre, pero la vida te sorprende. A veces creo que estoy en una meseta, digo ‘Uy, qué hago’, y no sé cómo ni por qué algo surge. Y en las cosas más simples. Me voy a Santa Fe, por ejemplo, o estoy por la Toscana y veo unos colores maíz, con los árboles verdes y pienso en las posibles combinaciones, en los géneros que tengo en stock y así voy creando. Yo compro las telas en los viajes sin un plan, ni tener especificado qué es lo que voy a hacer. Después surge, en general, cuando hay un vacío: buscar en el vacío de tu alma y vienen grandes cosas. Creo que hay que vaciarse para llenarse”.
BÁSICOS. “Las cosas más lindas son las cosas simples. Como diseñadores, me gustan Valentino, Balenciaga, Lavin y Chloe, por las líneas simples, claras. Elegante pero limpio. Creo que por eso si tuviese que aconsejar algunos básicos sugeriría una chaqueta negra, un vestido clásico negro o crudo, un buen pantalón y unos buenos zapatos de taco. Tener unos básicos está bien y después la combinás”.
así soy yo
Luciana Storni. Nació en Santa Fe. Asistió al Colegio Adoratrices pero terminó en Buenos Aires, en el San Jorge. Estudió Relaciones Públicas y empezó a dedicarse exclusivamente a la moda cuando se mudó a Roma, en 2001. Ahora crea y atiende en su atelier de Buenos Aires, donde hasta las paredes lucen géneros preciosos y tapices bordados de todas partes del mundo.