Rebelde amanecer

El cineasta Mariano Aiello relata cómo fue el proceso de realización de “Awka Liwen”, el documental que hizo junto a Kristina Hille y Osvaldo Bayer. “La relación entre el racismo y la apropiación de las riquezas es inmediata”, afirma.

TEXTOS Y FOTOS. JUAN ROBERTO ALMARÁ.

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Los creadores de Awka Liwen: Aiello, Bayer e Hille.

 

Awka Liwen significa “rebelde amanecer” en lengua mapuche. Y es el nombre del documental realizado por los directores Mariano Aiello y Kristina Hille, en colaboración con el historiador Osvaldo Bayer. Este trabajo busca crear conciencia acerca del genocidio que sufrieron los pueblos originarios y cuyas consecuencias se viven hasta el día de hoy.

A través de una perspectiva integradora que conecta dicho genocidio, la expropiación de tierras y el racismo, la producción devela la trama de la historia política y económica de Argentina. Fundamentado en una investigación científica, y con la presencia de testimonios de historiadores como Felipe Pigna y Norberto Galasso, se constituye como una pieza clave para comprender sucesos recientes.

A continuación, la entrevista realizada con el abogado y cineasta Mariano Aiello, en oportunidad del estreno santafesino del filme.

— El documental presenta una síntesis de una parte muy importante de la obra de Osvaldo Bayer. ¿Cómo nace el vínculo con Osvaldo y la idea de hacer esta producción?

— Nos reunimos en 2005 con Kristina y Osvaldo en su casa y de una charla informal surgió la idea de hacer una película. Tuvimos el honor de trabajar con Osvaldo en la investigación y en la redacción del libro cinematográfico y el guión. El guión lo escribimos en Alemania (N de la R: Bayer estudió Historia en Hamburgo y durante la última dictadura se exilió en Berlín, ciudad en la que reside parte del año). En realidad, es un interés de los tres. Osvaldo desarrolla estos temas durante toda su vida. Y tanto Kristina como yo trabajamos en relación a pueblos originarios y movimientos sociales. En mi caso, a partir de 1996, colaboré en la negociación de la firma de la paz en Guatemala y estuve en distintos programas de fortalecimiento de la democracia. Estos temas los venimos desarrollando desde hace mucho tiempo.

—¿Cómo han sido recibidos en las diferentes presentaciones que se han realizado?

— El estreno fue el 9 de septiembre del año pasado, en el cine Gaumont de Buenos Aires. En principio, teníamos una sala para 400 personas y llegaron 3.000. Hubo dos cuadras de cola. En la sala de 400 entraron unas 800 personas: se ubicaron parados y sentados en las gradas. Después habilitaron otra sala más. Habrán visto la película 1.200 personas entre las dos salas, y quedaron afuera casi 2.000.

El aplauso fue cerrado, principalmente para Osvaldo Bayer que es el gran protagonista. Estamos buscando más salas para la distribución de una película de autor que busca la verdad. En la búsqueda del bien y la verdad, es difícil que nos abran las puertas de la distribución masiva.

Estamos viendo la posibilidad de avanzar en una distribución alternativa de la película, además del espacio del Incaa y de otras salas privadas. La están pidiendo desde pueblos de todo el país e, incluso, del exterior.

PESQUISA

—Awka Liwen se muestra como una investigación producida a lo largo de tres años, con base en el método científico. ¿Cómo se trabajó el pasaje de la investigación al lenguaje cinematográfico? ¿Qué herramientas se usaron?

— La investigación para el documental fue similar a cuando se realiza un doctorado. Pero claro, después tenemos que utilizar un lenguaje de tipo cinematográfico, periodístico y educativo para poder hacer un guión que tenga una progresión dramática y que funcione cinematográficamente. Por eso no hay citas. Si bien está el documento de Tiahuanaco, no hay una cita que remita a tal página. Eso no se puede hacer en una película porque destruye el interés. Buscamos un equilibrio entre la erudición, la profundidad, el divertimento y la función didáctica.

— El filme plantea un vínculo entre la aniquilación de los pueblos originarios y la expropiación de tierras. ¿Fue una conexión que se dio en forma natural o se produjo a raíz de la investigación?

— Uno tiene que pensar que, cuando escribe una historia, es para legitimar un status quo. Cuando Mitre escribió la historia argentina, lo hizo para legitimar un sistema que se estaba construyendo en beneficio de la elite. La Generación del ‘80, con todo el poder y el positivismo racionalista, logró cristalizar este sistema excluyente y de aniquilación de los más débiles, que eran los pueblos originarios. Además, tenemos que tener en cuenta que la Argentina no fue parte de la Revolución Industrial. Las riquezas que teníamos en nuestro país en el siglo XIX eran las tierras: territorios poblados por pueblos originarios y también por el gaucho, que hoy es el trabajador rural. La “gente del campo” no son los terratenientes, son los gauchos. Entonces, la relación entre el racismo y la apropiación de las riquezas es inmediata. El racismo es la justificación pseudo-científica para cometer un delito de asesinato, robos, despojos, secuestros y esclavización. El problema en la Argentina es que el poder siempre logró desconectar las causas de los efectos. Si no conocemos las causas de por qué tenemos ciertos problemas, vamos a estar poniendo parches permanentemente y no vamos a poder ser una sociedad justa, igualitaria y económicamente poderosa.

REGÍMENES FEUDALES

— Grabaron en lugares del país donde habitan pueblos originarios. ¿Cómo fue ese trabajo? ¿Fueron bien recibidos? ¿O existió alguna reticencia?

— Filmamos en muchas provincias de la Argentina, en locaciones con pueblos originarios y con cientistas sociales y científicos. El único problema que tuvimos en el rodaje fue en un campo que es propiedad de Luciano Benetton en Leleke (N de la R: una localidad del noroeste de la provincia del Chubut). Nos amenazaron de muerte y nos fuimos inmediatamente de ahí. Salimos por un camino que está dentro de esa propiedad rural. Íbamos por el lado derecho de la ruta en un auto, y venía gente del campo que iba por el medio, a 120 kilómetros por hora, en un vehículo de doble tracción. Tuvimos que tirarnos a la banquina. Vimos que éramos totalmente vulnerables. Pensábamos en una joven que vive dentro de la propiedad de Benetton y que es violada por uno de los capataces. ¿Qué puede hacer? ¿ Ir a la comisaría?

El pueblo de Leleke está dentro del campo. Por eso en la película decimos que lo que sucede ahí remite al medioevo porque son relaciones pre-modernas. Ahí se vive como antes de la Revolución Francesa de 1789. Hay un señor y están los siervos de la gleba, que son los peones, los gauchos.

Osvaldo dice que la mayoría de la población, el 63,1%, tiene al menos un antepasado amerindio. Eso está en una investigación genética publicada en todo el mundo por el Dr. Daniel Cora y el Servicio de Huellas Genéticas de la UBA. La mayoría de la población tiene antepasados amerindios, o sea, son criollos. Y justamente, el gaucho que vive en el campo tiene este tipo de relaciones como si fuera el siervo de la gleba. Pero el medioevo terminó en el 1.400 y pico. En cambio, en nuestro país, esto todavía sucede fuera de las grandes ciudades.

PENSAMIENTO CRÍTICO

— El filme apunta a crear una perspectiva pedagógica que deconstruya prácticas discriminatorias que tenemos incorporadas. ¿Es posible realizar ese cambio? ¿Existe una apertura mental en la sociedad argentina para lograr esas modificaciones?

— En este momento existen condiciones. No sólo en la Argentina sino también en gran parte de Latinoamérica. Los gobiernos que tenemos son de tipo progresistas. Después del descabezamiento de 30.000 cuadros dirigentes por la dictadura en el ‘76, la sociedad quedó paralizada. Se quedó sin pensamiento crítico. Eso demora un tiempo en actualizarse. Ahora estamos listos para plantear los grandes temas. Uno de ellos, aparte de terminar con el racismo, es la reforma agraria. Hay que avanzar con la reforma agraria profunda y finalizar con estos latifundios. Todavía no hay un acuerdo. Hay sectores que quieren vivir llenos de privilegios, en condiciones sociales pre-modernas, y no quieren democracia real. Ahora están dadas las condiciones para avanzar sin violencia, para crear una sociedad mucho más justa.

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Awka Liwen: Rebelde Amanecer.