Es la conclusión preliminar de una investigación local

Los niños empiezan a razonar el lenguaje antes de los 3 años

El trabajo determinó que a esa edad los nenes ya desarrollan procesos metacognitivos: ante preguntas complejas, comienzan a razonar sus respuestas. El estudio podría aplicarse para la detección temprana de déficits del lenguaje. Y hasta favorecer la capacidad de estudio.

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En los niños, el despertar del pensamiento complejo sería poco tiempo antes de llegar a los tres años de vida, según la investigación. Foto: Archivo El Litoral

 

Luciano Andreychuk

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¿A qué edad específica los niños comienzan a entender preguntas, a “entrenar” el pensamiento complejo? Éste fue el interrogante disparador que movilizó una inédita investigación local, basada sobre una prueba experimental que se realizó en varios jardines de infantes. El trabajo concluyó que los niños de entre 30 y 35 meses de vida (poco menos de 3 años) empiezan a esa edad a realizar procesos metacognitivos, a pensar y razonar lo que dicen -antes procesan directamente el lenguaje sin el “filtro” del raciocinio-. De aplicarse en la práctica, el trabajo podría servir como una alerta temprana de eventuales déficits del lenguaje prolongados hasta la edad adulta.

La investigación es llevada adelante por un grupo de docentes y estudiantes colaboradores de la Universidad Católica de Santa Fe (UCSF), en un desarrollo conjunto con la Universidad Nacional del Litoral (UNL). “Existe una capacidad humana para adquirir el lenguaje sin necesidad de que haya un aprendizaje sistemático. Esta idea central orienta la corriente de la gramática generativa, y sobre ella guiamos nuestro trabajo”, fundamentó el Prof. Horacio Dotti, director de la investigación y docente de ambas casas de estudio, en diálogo con El Litoral.

El equipo de estudio puso en práctica una prueba piloto experimental en varios jardines de la ciudad, entre ellos La Ronda (de la UNL) y el del Colegio La Salle. Se trabajó con dos grupos etarios: el primero (grupo A) estuvo integrado por niños con edades de entre 20 y 25 meses, y el segundo (grupo B) por niños mayores de dos años (de entre 30 y 35 meses). A cada grupo se les realizó una seria de preguntas simples, y otra de preguntas complejas.

Comparación

Los nenes del grupo A -los más “jóvenes”- fueron expuestos primero a estructuras interrogativas simples denominadas totales, del tipo afirmativa o negativa (“¿Estamos en el aula?” sí / no). Aquí no tuvieron mayores dificultades para responder, y se registró la mayor cantidad de aciertos en el test. Sí hubo complicaciones con las estructuras interrogativas más complejas denominadas estructuras Q (por ejemplo, “Quién dijo esto” o “Quién hizo aquello”), las cuales fueron respondidas con dificultad. Este resultado era esperable.

Pero la sorpresa apareció con el segundo grupo. “Suponíamos que los nenes del grupo B -los mayores- iban a contestar correctamente ambos tipos de estructuras interrogativas, las simples y las complejas. Pero, para nuestra sorpresa, se dio que estos pequeños respondían bien las preguntas más complejas, y contestaban mal las preguntas más simples”, resumió Dotti.

“Esto se dio porque los nenes cuya edad está muy próxima a los tres años ya empiezan a realizar procesos cognitivos, a pensar lo que dicen. Antes no, pues procesan el lenguaje directamente como lo escuchan. Y cuando los chicos empiezan a razonar, las respuestas se demoran, y al final contestan cualquier cosa o se ríen, y tales reacciones se detectaron en los tests. En esta edad ya empiezan a poner en práctica procesos metacognitivos”, explicó el investigador.

Lo que ocurre aquí con los niños es comparable con el momento en que un adulto empieza a estudiar un idioma extranjero: “El alumno de idioma anda muy bien el primer año, pero al segundo entiende muy poco lo que está aprendiendo de ese idioma, y se le dificulta el aprendizaje. ¿Por qué? Porque en ese momento aparece una desestructuración de sus esquemas cognitivos. Esto implica un avance muy bueno para pensar, razonar y hablar en otro código”, ejemplificó el académico.


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“Los niños de casi tres años empiezan a esa edad a pensar lo que dicen, a desarrollar procesos cognitivos”.

Horacio Dotti

Docente e investigador

Del trabajo

El estudio es realizado desde hace un año por docentes de la Católica -con el apoyo de la UNL, en un desarrollo compartido- y se enmarca dentro de un proyecto de investigación más amplio. El grupo de trabajo está compuesto por 5 personas, entre investigadores a cargo y alumnos colaboradores. “Al test experimental lo rediseñamos luego de una visita a la Pontificia Universidad Católica de Río de Janeiro (Brasil). Allí logramos hacerlo más controlable, metodológicamente más preciso”, explicó Dotti. “La idea es seguir trabajando este año”.

/// EL DATO

Posibles aplicaciones

¿Para qué podría servir este tipo de estudio? ¿A qué eventuales aplicaciones prácticas podría dar lugar? Dotti proyectó situaciones hipotéticas: “Pensemos, por ejemplo, que en los primeros años de la secundaria se dan algunos déficits específicos del lenguaje (DEL), que son problemas que no implican retrasos cognitivos, sino cuestiones relacionadas con el procesamiento del lenguaje”. Los déficits más frecuentes son los relacionados con la voz pasiva (“el libro fue puesto sobre la mesa por Juan”). El entendimiento de la voz pasiva casi siempre genera dificultades”, puso por caso el investigador.

Este déficit podría prolongarse hasta la edad madura y afectar, por ejemplo, el estudio en la universidad. “Y más aún si tenemos en cuenta que en el discurso académico aparece muy frecuentemente la voz pasiva, y también en el discurso periodístico. Bueno pues, nuestra investigación permitiría advertir desde la edad inicial sobre la eventualidad de algún problema de procesamiento del lenguaje, dando una alerta temprana para evitar que estos problemas se prolonguen en la adolescencia y adultez”, dijo Dotti.