Historias con aroma a café


Una pincelada de recuerdos sobre El Cerra, El Parque y el Baviera

Los tres bares son parte de la identidad de la ciudad. Por sus mesas pasaron amistades de “fierro”, timberos empedernidos y fanáticos de Colón y Unión. Una recorrida por la memoria de estos tres lugares de encuentro.

 

Agustina Mai

amai@ellitoral.com

Las bares forman parte de la idiosincrasia y la vida cotidiana de una ciudad. Como trama del paisaje urbano, visten las calles y pueblan las memorias. Lugares de encuentro de amigos, familias y hombres de negocios; escenarios de enamoramientos, rupturas y reconciliaciones; altares del culto a la amistad y la pasión por el fútbol. Los bares guardan historias mínimas que hacen a la vida santafesina. A partir de este sábado, El Litoral propone una recorrida por los bares tradicionales de la ciudad: los más viejos y los que todavía conservan algo de su historia, su nombre, su ubicación y... hasta sus clientes.

CERRA, Un bar de “guapos”

“Éste es un negocio familiar: el bar lo fundó mi abuelo, después siguió mi papá y con mi hermana somos la tercera generación”, cuenta María Élida Cerra, al frente del bar que lleva por nombre su apellido paterno.

¿Cómo era este lugar en 1925? “Venían guapos, gente pesada, los que salían del cabaret, mozos de otros bares y los que iban al Mercado de Abasto, que pasaban a tomar una bebida fuerte antes de empezar a trabajar”, detalla la mujer.

Todos estos personajes confluían en la esquina de avenida Freyre y Salta, convocados por el juego y el alcohol. El bar contaba con una mesa de casín, que era la protagonista hasta altas horas de la madrugada (el bar funcionaba las 24 horas). En este contexto eran comunes las grescas. Por eso, Abraham Cerra tenía un rebenque para echar a los clientes cuando se armaba “la podrida”. “Como tomaban mucho, siempre había algún problema”, asegura la nieta del fundador.

Cuando el papá de Élida asumió el control del negocio, eran otros tiempos. “Una vez, en la época de los militares, vinieron en una camioneta y se llevaron a todos los que estaban jugando al truco y al casín. Mi papá fue a la comisaría a pedir por sus clientes y terminó preso. Tuvo que ir mi mamá a buscarlo”, recuerda.

El Cerra también era punto de encuentro de los militantes del Partido Demócrata Progresista. “Eran amigos de mi papá y venían a menudo”, comenta. Hoy la clientela está formada, principalmente, por el personal y la gente que asiste diariamente al hospital Cullen.

¿Cuál es el fuerte del bar? “El coperío”, contesta sin dudas su dueña y explica: “Acá todavía se usa servir un vasito de vino o un vermut antes de pegar la vuelta a la casa. Eso ya no se ve en otros lados”. También sostiene que se trabaja bien durante el desayuno y el almuerzo. La recomendación de la casa: churrasco con papas fritas.

El Parque, un clásico que sigue vigente

También sobre la avenida Freyre, pero en su intersección con Salvador Caputto, se ubica otro tradicional bar de Santa Fe: El Parque. “El colorido de este bar es de los partidos de fútbol y los festejos. Siempre hemos tenido festejos de los dos clubes. ¡El que va a quedar en la historia es el de Colón en la Copa Libertadores!”, relata Néstor, con la pasión que despierta el fútbol.

¿Y cómo se vivió el último clásico? “Hubo hinchas de los dos equipos y la gente se portó bien, creo que maduró. Antes, cuando Unión y Colón estaban en la B y se jugaba el clásico, el bar cerraba las dos horas posteriores al partido. Había corridas y llegaron a destrozar vidrieras”, cuenta.

Y hablar de fútbol le recuerda que Alejandro Fantino visita el bar, donde toma unos lisos, cada vez que viene a Santa Fe.

¿Qué otras personalidades pasaron por El Parque? “Políticos, todos: nacionales, provinciales y locales. Los dos últimos intendentes que ganaron festejaron acá: Mario Barletta y José Corral. Me acuerdo de Alfonsín, que estuvo acá después de haber sido presidente”, enumera. En 1994, cuando fue la Reforma de la Constitución Nacional, muchos legisladores asistían diariamente. Corredores de automovilismo, como Gurí Martínez y El Pato Silva se suman a la lista de los personajes que comieron en el cantero central de avenida Freyre.

La alegría de las anécdotas se corta de golpe. Néstor se pone serio y afirma: “Me acuerdo de la inundación, con una canoa de la Prefectura atada al toldo. Fue algo terrible. Entraban por Suipacha para sacar a la gente. Fue la primera vez que El Parque estuvo cerrado durante una semana. Acá dentro teníamos agua y hacíamos turnos para mantener un grupo electrógeno por las cámaras”.

La memoria lo lleva a otra época cruenta. “Acá mataron a un tipo, en la época de la guerrilla. Era un sindicalista. Estaba sentado, consumiendo, y entraron unos sicarios y lo mataron”, cuenta.

Otro recuerdo nostálgico aparece en la memoria de Néstor: “El Leo Mattioli venía siempre. Le encantaban las empanadas. Una vez estaba invitado en el programa de Susana Giménez y ponderó nuestras empanadas”, cuenta con orgullo.

—¿Qué recomienda?

—Las empanadas, los lisos y las picadas.

El Baviera que resiste

“Adquirí el hábito del bar cuando fui a estudiar a Buenos Aires. Es una costumbre muy importante para cultivar la amistad. Desde hace más de 30 años vengo todas las mañanas: tomo un café, leo, pienso, a veces escribo algo, me encuentro con gente amiga, que ya sabe que acá me va a encontrar”, cuenta Efren Lastra, habitué del Baviera de la costanera.

Ubicado en la esquina de bulevar Gálvez y Laprida, es el único de los tres Bavieras originales que todavía conserva su nombre. Los otros quedaban en Mendoza y 25 de Mayo, y en Santiago del Estero y 25 de Mayo (hoy La City). Los tres fueron fundados por don Martín Gutiérrez.

Nicolás Lanzillotta está al frente del Baviera de la costanera y asegura que “todavía sigue la tradición de la gente grande”. Entre los motivos, destaca que se trata de un lugar tranquilo, alejado de la Recoleta y de “la movida”.

De su estructura original, el bar conserva las aberturas y el lugar donde antaño tocaban orquestas en vivo. “Se le cambiaron las luminarias y el piso, también se hizo un balcón”, detalló el empresario gastronómico.

¿Cuáles son los mejores momentos? “Se trabaja bien a la mañana, con la cafetería y las medialunas calientes. Las tardecitas de verano, los lisos y los sándwiches son “mortales” en el barrio. Lo mejor de este bar tradicional es su ubicación: en una esquina estratégica, con una vista que no se ve en otra parte, y con una hermosa vereda para disfrutar en el verano”, concluyó.

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gente del hospital A metros del hospital Cullen, el bar Cerra ofrece desde las 6.30 el desayuno a quienes salen o llegan al nosocomio. Al mediodía, muchos trabajadores de la salud optan por almorzar “un churrasco con papas fritas”, como recomienda la dueña. Foto: Archivo El Litoral / Alejandro Villar.

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Lisos y picadas El cantero central de avenida Freyre explota durante las noches de calor. En un ambiente familiar e informal, el liso y las picadas se convierten en los protagonistas de las mesas. Foto: Archivo El Litoral / Pablo Aguirre.

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Esquina privilegiada Con una vista única en la ciudad, el Baviera forma parte del paisaje de bulevar Gálvez. La vereda es el escenario ideal para tomar un café o unos lisos. El “Triple Baviera” es un clásico desde hace décadas: sándwich de lengua con mostaza. Foto: Archivo El Litoral / Danilo Chiapello.