Historias escritas sobre el ring
Historias escritas sobre el ring
Tributo al primer gran ídolo del boxeo santafesino
A Horacio Roldán le decían “El Probador de Campeones”, justamente por peleas, como la que sostuvo contra “El Emperador de Vallecas”, realizada en 1926.
Ilustración: Lucas Cejas
Sergio Ferrer
Para algunos memoriosos, fue uno de los más grandes livianos de su tiempo, aunque haya surgido como peso gallo, sitial en el que también aseguran que se destacó en forma sobresaliente. Su nombre, Horacio Roldán, alias “El Negro”, el primer gran ídolo del boxeo santafesino.
Nacido en Santa Fe el 27 de mayo de 1906 (falleció en la misma ciudad, el 13 de diciembre de 1974), se lo conoció como “El Probador de Campeones” y ciertamente lo fue, porque combatió sin problemas con cualquier figura nacional o extranjera que se dignara pelear en el país.
Muchísimas veces, peleó otorgando ventajas en peso y experiencia, pero siempre dio espectáculo y ofreció lo mejor de sí, como cuando enfrentó, aún siendo un novato invicto de 19 peleas (15 de ellas ganadas, 3 empatadas y 1 sin decisión), lo metieron en el ring con el campeón europeo del peso pluma, el español Antonio Ruiz, “El Emperador de Vallecas”, que para entonces ya contaba con casi medio centenar de pleitos encima (Boxrec lo tiene con 47 peleas para ese entonces, con 37 triunfos, 5 derrotas y 5 empates).
La contienda tuvo lugar el 27 de noviembre de 1926 en Buenos Aires y terminó en tablas, aunque algunas crónicas de la época sostengan que el veredicto debió favorecer al jerarquizado visitante.
En Crítica, por ejemplo, el comentario del día posterior a la pelea fue el siguiente: “No es el de anoche el primer mal fallo que hay que lamentar y comentar; casi diríamos que estamos habituados. Pero la decisión dada ayer en contra de un campeón extranjero, que expone su prestigio pugilístico fiado en la rectitud y la experiencia de los jurados argentinos, es tan inaudita, que no salimos todavía de nuestro asombro. Al campeón español Antonio Ruiz le fueron favorables nueve de los doce rounds del combate”. A su vez, El Diario Español tituló: “El match fue legítimamente ganado por Ruiz y sin embargo el jurado decretó un empate”.
Espíritu batallador
Al margen de dichas crónicas, se sabe que Horacio Roldán fue un gran peleador, que estuvo activo como profesional prácticamente doce años, entre el 3 de junio de 1924 y el 30 de mayo de 1936.
En ese período totalizó 102 combates, con un registro final de 66 victorias (18 de ellas antes del límite o por la vía del nocáut), 15 derrotas y 21 pleitos nulos (entre los empatados y sin decisión). Para muchos fue, hasta la llegada de Carlos Monzón, el mejor pugilista de la historia de Santa Fe, incluso por encima de cuatro boxeadores muy respetados y de real jerarquía, como lo fueron los ilustres rosarinos José Ríos, Alfredo Prada, Alfredo Bunetta y Amelio Piceda (que en realidad era originario de Las Toscas), lo que no es poco.
Discípulo, colaborador y amigo de don Nicolás Cosme Maturán (el pionero del boxeo argentino que vivió muchos años en Santo Tomé), Roldán tuvo el gran mérito de trascender los festivales boxísticos del interior del país y probar suerte en los más renombrados rings de Buenos Aires.
Ello lo hizo muy competitivo. Supo decirse de él: “Fue un verdadero guapo, que sabía pelear sin desdeñar la técnica y el buen boxeo; dueño de gran temperamento y espíritu batallador sobre el ring, se encaminó por este con la sapiencia de los mejores; así fue “El Negro” Horacio Roldán, el incomparable probador de campeones”.
En algunas carteleras, era presentado como “El más grande boxeador argentino después de Luis Firpo”. Su excelente récord, conseguido ante rivales de real valía, habla a las claras de ello.
Rivales que engrandecen
Tal vez sólo le haya faltado pelear con Julio Mocoroa o Justo Antonio Suárez (“El Torito de Mataderos”), pero la prematura muerte del primero en un accidente automovilístico, así como el temprano ocaso del segundo, afectado y disminuido por la tuberculosis, truncaron esos posibles cruces.
No obstante ello, cierto es que Horacio no pasó el centenar de peleas de casualidad o peleando contra nadie, sino que lo hizo lidiando contra los mejores exponentes de su época. Enfrentó realmente a todos, la crema y nata de aquellos tiempos, cuadre quien cuadre.
Empezó su periplo rentado el 3 de junio de 1924, ganándole por puntos en diez vueltas a Constantino Gutiérrez en Paraná, y dio su última hurra el 30 de mayo de 1936 en Posadas ante Virgilio Zarza, con un triunfo similar, a la misma distancia.
grandes momentos
Se recuerdan muy especialmente sus combates con el enorme talento italiano Kid Francis (Francesco Buonagurio, el más calificado de sus oponentes, muerto en Auschwitz en 1943) y el belga Henri Scillie, pero también los que sostuvo contra Víctor “El Jaguar” Peralta (medallista olímpico y vencedor de Suárez en el Luna Park), Domingo Sciaraffia, Alfredo “Perita” Bilanzone, John Walter (nacido Serafín Morrone), Juan “El Indio” Lencina, José Bárzola, Segundo Carrizo.
También los peruanos Melitón Aragón y Manuel Giménez, el uruguayo Juan Carlos “El Brujo” Casalá (recordado por Julio Cortázar en “Torito”, el cuento dedicado a la desdicha final del citado Suárez).
El chileno Humberto Guzmán, quien fue uno de sus rivales más duros y enconados; el cubano Cirilín Olano; Luis Marfurt; Rodolfo Valor; Alfredo Capiello y José Lagomarsino, entre los más conocidos.
El “Emperador de Vallecas”
Antonio Ruiz fue uno de los más calificados adversarios con los que lidió Horacio Roldán. Nacido el 13 de junio de 1904 en Tarancón (provincia de Cuenca, en la comunidad autónoma de Castilla-La Mancha, en el centro de España), Ruiz tuvo actividad profesional registrada entre 1922 y 1933.
Al principio se lo conoció como “El Torero” (por su afición y dedicación a dicha actividad) y luego como “El Vallecano”. Al ir en aumento sus triunfos, fama y prestigio pasó a ser llamado “El Emperador de Vallecas”. En 1925, fue el primer español en alcanzar un título europeo en boxeo rentado, el del peso pluma.
En Argentina realizó tres combates en 1926: el 13 de junio empató con Alcides Gandolfi Herrero, el 27 de noviembre obtuvo el mismo resultado contra Roldán y el 30 de diciembre perdió por puntos con Julio Mocoroa, “El Bulldog Platense”, uno de los mejores peleadores argentinos de todos los tiempos. Las tres peleas fueron a doce rounds, como se estilaba pactar en aquellos años las confrontaciones con las principales figuras extranjeras. El match con Gandolfi Herrero fue en el Parque Romano, mientras que los otros dos fueron realizados, presumiblemente, en River Plate (no constan datos precisos sobre la sede de estos pleitos). Se supone que Ruiz mereció mejor suerte o por lo menos fallos más justos las tres veces (con Mocoroa talló parejo hasta el final).
“Antonio Ruiz no supo guardar nada; dilapidó su juventud, sin darse cuenta de que esa era su fortuna; el dinero se lo llevaron los malos negocios, su generosidad y sus problemas”, escribieron de él, al momento del adiós.
Un artículo dedicado a sus últimos momentos comenta que falleció el 25 de noviembre de 1957 en el Hospital Provincial de Madrid (Julio Ernesto Vila tiene anotado su deceso el día 24), “tras haber sido encontrado la noche anterior gravemente enfermo, en plena calle Magdalena, en el barrio de Vallecas; su ingreso al hospital fue en estado comatoso”.
Un tiempo antes, el propio Ruiz había dicho: «Me han pasado muchas cosas en la vida; pero no me acuerdo de nada. Tengo la cabeza atontada. ¡Me han dado tantos golpes en ella!”. Boxrec le adjudica 78 combates profesionales, con 53 victorias (25 KO), 16 derrotas y 9 empates.