Adiós muchacho ojos de papel

Adiós muchacho ojos de papel

El 8 de febrero una noticia hizo cambiar la agenda periodística de los medios, a la mañana siguiente fue portada de los diarios más importantes del país desplazando a un segundo plano a todo lo demás. En las generaciones que nacieron y se educaron musicalmente con su impronta artística, una frase corría de boca en boca, se difundía a través de mensajes de textos y en las redes sociales: “se murió el Flaco”. El Flaco era Luis Alberto Spinetta.

TEXTOS. DANIEL DUSSEX. FOTOS. pablo aguirre, amancio alem, luis cetraro y archivo el litoral.

 

La percepción de la noticia se centró en Buenos Aires, y los medios nacionales abundaron en crónicas, biografías y opiniones sobre su obra musical. Nosotros quisimos explorar cómo repercutió el fallecimiento de Luis Alberto Spinetta en nuestra ciudad, y también buscamos descubrir su paso por aquí, ya que su última relación de pareja la vivió con una chica de Santo Tomé.

Para eso, dialogamos con Daniel Caminiti y Enzo Bergesio quienes, durante años, fueron conductores de los dos únicos programas de radio que en la ciudad de Santa Fe promovieron la difusión del incipiente rock nacional en la década del ‘70. También con Hugo Trédici, músico y periodista que siguió de cerca la trayectoria de Spinetta en los distintos grupos musicales que formó.

EL TÚNEL DEL TIEMPO

Todos coinciden en que la primera vez que vieron tocar en vivo a Luis Alberto Spinetta en Santa Fe fue en el año 1969, cuando se realizó una exposición artística y cultural por la inauguración del Túnel Subfluvial. Dice Daniel Caminiti: “Era la Expo 69, durante una semana hubo varios artistas que llegaron a la ciudad: Mercedes Sosa, la Porteña Jazz Band, el Gato Barbieri y también Almendra. Ahí lo escuché por primera vez y descubrí lo que era la improvisación, la zapada en el rock, algo que no había visto nunca”. Enzo Bergesio señala el mismo episodio: “Éramos muy pocos los que habíamos ido a verlo especialmente; por ese año había empezado a hacer un programa de radio que se llamaba Progresivo, había asistido con músicos santafesinos de esa época, de grupos como Alma Pura, estaba Miguel Bertolino, Horacio Bidarra... Éramos un grupo muy unido y siempre concurríamos juntos a los primeros recitales que llegaban a la ciudad. Ahí lo vimos al Flaco y fue una cosa de locos, nos encantó”.

Hugo Trédici, más joven, hablando del mismo acontecimiento tiene otra mirada: “Estaba terminando la escuela primaria, muy enganchado con toda la movida beat de la época, Los Gatos, Pintura Fresca, Trocha Angosta, y fui a la Expo Túnel, en el escenario que se armó en la Costanera, a ver a Almendra como a un grupo más de esa movida. No reparé en que ese tipo que estaba cantando y tocando la guitarra luego iba a tener tanta influencia en mí. Yo conocía al grupo por un tema, ‘Gabinetes Espaciales’, que estaba en un disco que compilaba canciones de distintos grupos; recuerdo que al lado de ‘El Extraño de Pelo Largo’, o ‘Sobre un Vidrio Mojado’, de Cano y los Bulldogs, el tema aparecía como algo totalmente raro. Desde el sonido, desde la lírica de la poesía, uno se preguntaba ¿qué está cantando este tipo?”

Tal vez por ese contraste con los demás grupos, en el recital de Almendra aquella vez hubo un momento de tensión, dice Caminiti: “Fue cuando se le cortó una de las cuerdas de la guitarra y dejaron de cantar, la gente empezó a abuchearlos y hubo algunos incidentes. Pero luego Luis Alberto Spinetta se impuso con su música, hicieron ‘El Tema de Pototo’ como nunca lo habíamos escuchado, duró cerca de quince minutos y terminaron aplaudiéndolos”.

TODA SU VIDA TIENE MÚSICA

A nuestros tres entrevistados les hicimos la misma pregunta: ¿Cuál fue la importancia de Luis Alberto Spinetta en el rock argentino?

Daniel Caminiti fue categórico: “Luis Alberto ha sido la figura máxima del cantautor argentino, por un lado, y un músico que se atrevió a incorporar cosas a las que nadie se había animado. Él fue quien introdujo en la canción popular argentina el surrealismo lírico, lo cual le provocó cierta incomprensión en los primeros tiempos. Su obra va a quedar como quedó la de Astor Piazzola o la de Atahualpa Yupanqui. Son tres referentes para la música argentina: Yupanqui en el folclore, Piazzola renovando el tango y Spinetta que transforma el rock en arte”.

Enzo Bergesio también lo destaca como una figura referencial en el rock nacional: “La importancia que le doy a Spinetta en la historia del rock nacional es la máxima. Yo tengo nombres claves: uno es Charly, el otro Luis Alberto. Siempre el Flaco fue más allá. Fue un tipo que pasó por todo. De pronto podía hacerte una zamba o sacar un disco como ‘El Jardín de los Presentes’ que es un tango porque tiene toda la tristeza de las golondrinas de Plaza de Mayo o la nostalgia del ‘Capitán Beto’ ”.

Hugo Trédici hace una valoración del músico desde el afecto: ”La verdad es que me golpeó la muerte de Spinetta, me di cuenta, cuando murió, de que era el músico que más quería. Porque desde Lennon, pasando por Harrison, Pappo, Miguel Abuelo, Moura y todos los que se han ido, nunca una muerte me pegó tanto como la del Flaco. Spinetta me hizo llorar, la verdad es que lloré, lloré por teléfono con amigos que me llamaban y ahí me di cuenta de que lo quería mucho y era, por lo tanto, mi referente dentro del rock argentino. Haciendo un parangón con el fútbol, es como si se hubieran muerto Messi o Maradona. Fue un tipo que marcó a una generación y a varias generaciones porque la influencia que ejerció en los músicos argentinos, dentro del estilo del rock, fue muy notoria”.

LA FLOR DE SANTO TOMÉ

Luis Alberto Spinetta le dedicó un tema a una chica de Santo Tomé con la que vivió una relación de pareja hasta el final. Mercedes “la Poli” Fernández lo conoció en 2003 y hacía ocho años que vivían una relación afectiva muy intensa. Quienes conocieron de cerca esa relación aseguran que “el Flaco estaba enamorado en serio”. En estos años era muy común verlo a Luis Alberto caminando por las calles de Santo Tomé, cerca de la plaza, ya que la familia de la novia vive a dos cuadras de allí. El papá de Mercedes no sólo se esmeraba con excelentes asados que le preparaba cada vez que llegaba; también lo llevaba a la quinta de Arroyo Leyes porque Don Mario Fernández es instructor de kayacs. Dice Mario: “a Spinetta no le interesaba mucho la exposición pública, prefería quedarse en casa, hacer vida hogareña. Yo lo llevaba a la costa porque suelo organizar tours en kayacs. Él iba con gusto; aunque era más urbano, le gustaba ir. Eso si, se quejaba mucho de los mosquitos”.

En una entrevista de Rodolfo Braceli publicada en La Nación, Luis Alberto Spinetta dijo: -Mi señora es de Santo Tomé y su familia duerme la siesta meticulosamente. Bueno, cuando yo voy allá me tiro pero siento... ¿remordimiento, quizá?, jaaa... Me pregunto qué me estoy perdiendo”.

Cuentan los vecinos de Santo Tomé que a veces el Flaco solía ir a una heladería céntrica, con su bolsito de hilo; tomaba helados y se ponía a charlar con los jóvenes que ocasionalmente estaban allí y lo reconocían. También se acercaban músicos de la ciudad a hablar con él o a acercarles sus “demos”. Tan cotidiano era el andar de Spinetta en Santo Tomé, que en un spot televisivo que filmaron para un supermercado, entre la gente que estaba comprando, aparecía el Flaco también.

Jorge “Archi” Basílico, un músico que vive en la vecina ciudad, nos contó que siempre sintió admiración por Spinetta: “Fue mi referente, a partir del modo de interpretar rock en castellano que tenía él, dejé de cantar en inglés”. Por eso fue muy mágico el día que lo escuchó cantar al lado de su casa: “Yo sabía que venía seguido a la ciudad pero, por respeto, nunca se me ocurrió hablar con él. Mi patio linda con el de la novia del Flaco, y una tarde empecé a escuchar la voz de Spinetta como venida del cielo, cantando ‘Gricel’, acompañado por su guitarra. Para mí fue un regalo, pude robarle al aire ese hermoso momento. Por supuesto que me quedé como dos horas en el patio para escuchar si cantaba otra, pero fue la única”.

Uno de los lugares frecuentados por Luis Alberto y Mercedes en Santa Fe, era el Bar “La Tasca”, que está en San Martín 2846. Nos dice “Pelusa” uno de sus dueños: ”Venían a la siesta, cuando había poca gente y buscaban sentarse en la mesa que siempre elegían, en la pared de la izquierda, cerca de una mampara que tiene el bar. Al principio no lo conocí. Recuerdo que una vez había extraviado un gorro con el que solía andar, había quedado escondido entre dos mesas. Cuando se lo encontramos dijo: ‘¡Me salvaste la vida!’ Siempre mantenía un perfil bajo y le gustaba venir acá porque no lo asediaban tanto como en Buenos Aires. En el lugar adonde el Flaco se sentaba con su novia, ahora los fines de semana ubicamos el escenario con los músicos que vienen a tocar y tenemos intenciones de intervenir artísticamente ese lugar para que quede como recuerdo del paso de Luis Alberto por nuestro bar”.

Mucho antes de su relación afectiva con Mercedes, Spinetta había demostrado su sencillez y apoyo a los músicos que recién empezaban, Darío, músico de un grupo de rock santafesino que se llamó “Aspergilius”, cuenta que en una oportunidad en que vino a Santa Fe fue al hotel donde paraba; el Flaco los atendió y estuvieron conversando mucho. Sin embargo, Darío se encontraba desalentado porque comparaba los equipos e instrumentos que ellos tenían con los que traía Spinetta y le parecía imposible seguir haciendo música. “Recuerdo que caminó unas cuadras conmigo por calle 25 de Mayo hacia el sur, me puso la mano en el hombro y me dijo: ‘no importa, vos tenés que seguir igual. A mí también me pasó lo mismo cuando fui a verlo tocar a Santana y me impresionaron los instrumentos que tenía’. Así, de ese modo me alentó a continuar en la música”.

Los músicos que trataron personalmente con Spinetta coinciden en que “el Flaco era sencillo, no se la creía, nosotros lo endiosábamos por lo grosso que era musicalmente, pero él era una persona muy generosa, tanto que una vez que un grupo fue a Buenos Aires a grabar en su estudio, no sólo que los dejó grabar el tiempo que quisieran sin cobrarles, sino que hasta se puso a amasar pizzas para todos; así era el Flaco.”

Esa sencillez que destacan en la personalidad de Luis Alberto Spinetta, también está reflejada en la letra de la canción que le dedicó a Mercedes. Allí, entre el paisaje de la costa, con ríos, sauces y juncos aparece el amor de quien asegura: “yo vine y no traje nada y lo mejor me llevé... porque ella es la flor más linda, la de Santo Tomé.”

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La mesa del céntrico bar que frecuentaba junto a su novia.

LA GIBSON Y UNOS ANTEOJOS ROTOS

Hugo Pereyra, músico de Santo Tomé, se lo encontró a Luis Alberto Spinetta en Santa Fe. Lo conocía personalmente al Flaco porque en los ‘80 le había comprado la Gibson con que hizo la gira de “Durazno Sangrando”. Claro que había pasado mucho tiempo. “Ahora trabajo como inspector de colectivos; vestido con mi uniforme de trabajo me lo encuentro al Flaco en calle San Martín y Crespo, le digo ‘Luis Alberto’, y él me responde ‘Sí, ¿que desea señor?’ Se habrá pensado que yo era un policía. Cuando le digo que le había comprado la Gibson, cambia de actitud y me da un abrazo tan fuerte que me rompe los anteojos de leer que llevaba colgados. No importa, ahora al lado de la guitarra del Flaco que está colgada en la habitación de mi casa, puse los anteojos rotos con un letrero que dice ‘rotos por Luis Alberto Spinetta’ “.

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En el recital que ofreció en la explanada de la UNL, en octubre de 2010.

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Los Illya Kuryaki, que integra Dante Spinetta, rindieron homenaje al músico en la apertura del Cosquín Rock.

LA PALABRA ATESORADA

“Tuve una larga conversación con él, en una entrevista que le hice cuando vino a Santa Fe, es una cinta grabada de más de una hora que todavía atesoro. A partir de esa conversación logré entender mejor su obra artística. Entendí, por ejemplo, algo que le criticaban al principio de su carrera artística los gramatocólogos: decían que deformaba las palabras, sin entender que utilizaba recursos que venían del jazz, del ska vocal en donde la palabra empieza a jugar como sonido puro y se confunde con el ritmo y la melodía”.

Daniel Caminiti

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A TODOS LADOS

“Lo conocí en Obras, cuando presentó ‘La, la, la’ con Fito Paez y estuvimos charlando informalmente. Siempre estuve en las conferencias de prensa cuando presentaba algún disco nuevo, pero una de las deudas que tengo conmigo es no haberle hecho una entrevista a solas. Fui a verlo cada vez que pude, cuando venía acá o iba a Rosario, o a Buenos Aires. Lo vi con Pescado Rabioso y también estuve en Buenos Aires cuando presentó ‘Durazno Sangrando’; tengo el afiche del recital que es un enorme durazno con una gota de sangre que caía... Lo vi con Jade. Varias veces vino al anfiteatro. También actuó en el Teatro Municipal, esa vez fue genial, pleno auge de los militares; cuando la gente salía, sorteaban cada tres uno de los asistentes al recital y los pasaban a la vereda de enfrente para, en larga cola, llevarlos a la Jefatura por averiguación de antecedentes. Todos los que no habíamos caído en la volteada, los acompañábamos al lado, charlando”.

Enzo Bergesio.

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LÁGRIMAS EN EL TEATRO

“Lo vi con el retorno de Almendra en Obras, en el ‘79, justo a diez años de la primera actuación en Santa Fe. También lo vi en el anfiteatro cuando vinieron a presentar ‘El Valle Interior’ que fue el disco de Almendra que sacaron después de aquella reunión. Ya era otra música, acorde a los tiempos que vivíamos a fines de los setenta, donde cada uno de ellos puso su impronta. Una vez, en Miramar, el Flaco Spinetta me dedicó un tema; eran Los Socios del Desierto, el único grupo que me faltaba ver del Flaco. Compré una entrada en primera fila. Empezó el show y yo lo tenía muy cerca. Entonces Luis Alberto dice: ‘ahora vamos a hacer una canción que seguramente les va a gustar mucho a los más veteranitos, a los que compraban el disquito e iban a la casa a escucharlo.’. Le digo a una amiga que estaba a mi lado: ‘ése soy yo’, porque yo era así. Entonces el Flaco me mira y dice: ‘por ejemplo para vos; si, para vos”, señalándome. La verdad es que se me caían las lágrimas, porque en un teatro repleto, el Flaco me dedicó un tema”.

Hugo Trédici.

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