Lo que no sabemos de Marilyn

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Castaña, cándida y arrastrando una infancia complicada, Norma Jeane se convirtió en algo más que objetivo de la cámara de De Dienes; también vivió un breve romance con él.

Marilyn Monroe, la actriz más fotografiada, la estrella que sigue haciendo correr ríos de tinta, todavía hoy es un gran enigma. El fotógrafo que la descubrió cuando todavía era Norma Jeane, el húngaro Andre de Dienes, escribió algunas de sus claves en el diario de su relación profesional y personal.

TEXTO. MATEO SANCHO CARDIEL. FOTOS. ANDRE DE DIENES, CEDIDAS POR TASCHEN.

“Dése cuenta, lector, que era sólo una chica anónima de 19 años, no Marilyn Monroe”, decía Andre de Dienes en los textos que escribió tras conocer, fotografiar y amar al símbolo sexual por excelencia de la historia del cine cuando todavía era castaña y provenía, cauta y vulnerable, de una atormentada infancia.

Las memorias del fotógrafo, que describe su primer encuentro con ella como “un milagro”, son el tierno e inquietante testimonio de cómo una chica sencilla y llena de carencias afectivas se fue contaminando del espíritu voraz de Hollywood.

Cómo esa joven que le recordaba a su antigua niñera Krisztina, fue desarrollando tanto poderío en el control de su físico como desorden en su ámbito emocional. Norma Jeane, de candidez insobornable, estaba a punto de ser eclipsada por Marilyn Monroe.

Los textos permanecieron ocultos hasta la muerte de De Dienes y, cuando los fans de Monroe arrasaron en casa del fotógrafo en 1988, hallaron sus reflexiones íntimas sobre esa chica con la que quiso casarse y a la que colocó en la parrilla de salida para la leyenda.

“No es mi intención alardear aquí como si fuera el que descubrió a Marilyn Monroe, el que le hizo ser quién era. Nadie puede atribuirse haber empezado la carrera de Marilyn Monroe”, dice De Dienes en el libro.

DOS VOLÚMENES

En versión borrador, escritos a máquina pero con notas escritas a mano, estos textos son editados ahora por Taschen en dos lujosos volúmenes, acompañados por muchas de las fotos que De Dienes realizó, primero desde la profesión y luego desde el amor.

Frente a esa imagen que siempre se ha mostrado de caprichosa, voluble y autocompasiva, De Dienes muestra a una mujer radiante, luminosa en su fragilidad y empatía, con la que recorrió California, desde sus playas a los desiertos de Death Valley, en busca de varios lugares donde sacar sus mejores imágenes. Y también, a la que acompañó un día a ver a la madre que marcó la tragedia de su vida.

“Ni siquiera se me ocurrió mendigar fotos de las dos en aquella habitación triste, oscura y pequeña. Era solo un hombre joven y enamorado. Quería estar con Norma Jeane y quería que fuera feliz. Pero ahora me arrepiento de no haber capturado ese momento con mi cámara. Esa tristeza patética que presencié en aquella habitación de hotel”, aseguraba De Dienes.

Pero un verano de 1946, Norma Jeane le dijo a De Dienes: “Adivina qué. ¡Tengo nuevo nombre”. “Con un lápiz, despacio, escribió su nuevo nombre en una hoja de papel. ‘Marilyn Monroe’, y enfatizó las dos M iniciales como si estuviera haciendo caligrafía”, escribe el fotógrafo como punto de inflexión, y recuerda con cierta amargura: “Hacía un año que en Portland (Oregón), le había dicho que las grandes ‘emes’ que tenía en cada palma de la mano significiaban ‘marry me’ (cásate conmigo)”.

Marilyn Monroe, cuatro años después, comenzó a despuntar en Hollywood y, poco a poco, accedió a papeles antológicos como el de Sugar Kane en “Some Like It Hot” o la Lorelei Lee de “Gentelmen Prefer Blondes”.

ETAPA MÁGICA

Sobre 1949, De Dienes escribió. “Nunca olvidaré esos momentos cuando mi dulce, inocente Norma Jeane se subió a un ascensor del Pierre Hotel aquella mañana. Se había transformado en una mujer joven, magnífica y elegante, con un gran aplomo. Sofisticada, como nunca la había visto antes. Sus ojos estaban brillantes de felicidad. Era la belleza más deslumbrante del mundo. Y pude sentir que quería que supiera que la etapa mágica de su vida acababa de empezar”.

Pero en esa “etapa mágica”, Monroe empezó a echar de menos la intimidad del anonimato y contó al guionista Ben Hetch su vida, en lo que sería el libro “My Story”, para que escribiera sus memorias y disolviera el mito de la bomba sexual en pos de una mujer con cerebro y corazón. Para que Norma Jeane volviera a recordar quién fue Marilyn Monroe.

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Los textos de Andre de Dienes fueron descubiertos por los fans de Marilyn Monroe cuando, tras la muerte del fotógrafo, ya en 1988, entraron y registraron su casa en busca de material sobre la estrella.

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La metamorfosis de Norma Jeane a Marilyn Monroe es retratada por el fotógrafo que la descubrió.