Una sentida recordación

A 150 años de la Reapertura del Colegio de la Inmaculada

A 150 años de la Reapertura del Colegio de la Inmaculada

Iglesia y Colegio de la Inmaculada Concepción en una foto de 1863.

Fotos: Archivo El Litoral

 

 

Ing. Jorge A. Terpin

“...en 1611 se fundó el colegio jesuítico de Santa Fe, que aún hoy subsiste...”.

En el Álbum Conmemorativo editado en 1912, en ocasión del Cincuentenario de la Reapertura del Colegio de la Inmaculada Concepción, podemos leer que en la celebración de un centenario domina la serena y respetuosa admiración hacia los que desaparecieron de la escena de la vida y donde las fiestas se revisten de la solemnidad de los cantos épicos. Por el contrario, en un cincuentenario los actores aún son los héroes, los que lloran, los que han dado vida a la acción.

Entonces, ¿qué cabría celebrar y recordar en este sesquicentenario?: ¿valorar el espíritu tenaz y consecuente de los ciudadanos, gobernantes y religiosos -todos ellos sin duda actores comprometidos y fundamentales- que sumaron esfuerzos para que se concretara la Reapertura de la Institución? Quizás sea también rememorar la epopeya en los tiempos de su fundación en los viejos sitios, o descubrir las pequeñas batallas de todos los días, en el transcurrir de los siglos, para poder regocijarse con los hechos trascendentes, lamentando errores y asumiendo fallas.

Pero es sin duda en la suma de todas estas opciones, acciones y actitudes de la sorprendente riqueza de una trayectoria de más de cuatrocientos años, donde debemos buscar el eje de la celebración. Es conmemorar revelando los méritos, interpretando los contextos originarios de los acontecimientos y valorando en su justa medida lo que ha sido el Colegio de la Inmaculada Concepción, no solamente para la ciudad de Santa Fe, sino dimensionando además, la influencia y proyección alcanzada mediante sus irradiaciones culturales, espirituales y sociales a otras provincias argentinas y países latinoamericanos.

El historiador RP Guillermo Furlong SJ, al respecto dice: “Surgió en un ambiente menos culto que Buenos Aires, y las actividades de su personal desde 1610 se extendieron a las más variadas, a causa no sólo de la lejanía de todo otro centro cultural, sino también de la situación económica, generalmente difícil y hasta bravía, a lo menos con anterioridad a 1862”.

Después de este año, y por motivos diversos, tuvo carácter nacional -por cuanto al mismo concurrían alumnos de las más lejanas provincias argentinas- e interamericano -ya que, atraídos por su prestigio y fama, acudían de Bolivia, del Paraguay y del Uruguay. No le cupo esa gloria al Colegio del Salvador, que no pasó de ser un Colegio porteño.

El inicio

En marzo de 1587, arriban a Santa Fe en los primitivos sitios de Cayastá, “... los padres Leonardo Arminio, napolitano; Tomás Field, irlandés; Juan Saloni, español; Manuel Ortega y Esteban Grao, portugueses. Muy breve debió ser la estadía de estos jesuitas en Santa Fe...”.

En mayo de ese mismo año, retornan a Santa Fe los PP. Arminio y Grao donde permanecen tres meses. Durante ese período trabajan incansablemente, evidenciando valores y capacidades notables. Ello generó entre los pobladores una opinión muy favorable sobre los jesuitas, y se iniciaron gestiones tendientes a lograr la radicación de la Orden en la pequeña ciudad: “Solicitando otros padres de su santa Compañía que atiendan con el mismo celo a nuestra salvación y a la enseñanza de nuestros hijos...”.

Como resultado de ello, el P. Provincial del Paraguay ante los insistentes requerimientos de moradores y autoridades, accedió a “...la instancia que me hicieron en Santa Fe, para que les diese padres, y las muchas conveniencias que había para que allí se pusiese una Residencia. Luego que llegué a Buenos Aires, envié a que la comenzase al padre Francisco Del Valle y al hermano Juan de Sigordia”.

Es así que en agosto de 1610, “... Estando reunido el Cabildo, presentose al mismo, el padre del Valle, rector de la Compañía de Jesús que se ha de fundar en esta ciudad y dijo que para más y mejor mirar por el bien de los naturales de la Ciudad de Santa Fe, había venido a fundar y elegir convento y porque para ello es necesario sitio cómodo y subsistencia...”.

Inmersos en las actividades fundacionales de la Orden en la ciudad, que además de los ministerios sagrados, implicaba la construcción de la iglesia y casa, se priorizan las tareas educativas. Hecho que se conoce, por una misiva del P. del Valle fechada el 5 de abril de 1611, donde expresa: “... El viernes pasado, estando al pie de la obra [de la iglesia y casa en construcción], leyendo a unos seglares algunas cosas de la vida del beato padre [Francisco] Javier, esperando los niños de la escuela...”.

Esta escuela, donde la enseñanza era gratuita es el lejano origen, del “... Colegio de la Inmaculada, de la Ciudad de Santa Fe, el más antiguo que existe en la República Argentina. En sus principios, fue una escuela de primera edad, como se expresaba Lozano, pero contó con los cursos superiores, aunque sin abandonar las inferiores...”.

El denominado como Colegio del Nombre de Jesús, luego Colegio de San Francisco Javier desde fines del siglo XVIII, más tarde Colegio de la Inmaculada y desde 1870 Colegio de la Inmaculada Concepción, inauguró la enseñanza secundaria en 1615, como lo apuntó en sus escritos el padre Provincial del Paraguay.

La capacidad de los PP de la Orden destacados en Santa Fe, la continua labor de la escuela y colegio, la semipública biblioteca que a partir de 1614 creció en forma sostenida, la frecuente visita de los grandes misioneros en su camino hacia Córdoba, Buenos Aires, Asunción o las Misiones convirtieron al colegio en el eje de la actividad cultural de la ciudad. Como sólo los jesuitas “... se hallaban capacitados para organizar la educación superior a nivel académico...”, el Colegio desde sus comienzos en 1615 hasta la expulsión, fue el único existente en Santa Fe.

“Durante todo el siglo XVIII fue el colegio de Santa Fe el orgullo de los habitantes de la ciudad y con sobrada razón. Era el alma de todo movimiento científico y literario en la población; era el centro de todas las corrientes culturales y dentro de sus muros se albergaron hombres de singularísima cultura como Lozano y Cardiel, Falkner y Dobrizhoffer, Bigniel y Núñez, García y Canelas...”.

En 1767, Carlos III, en virtud de la Real Pragmática de Extrañamiento ordena la expulsión de los Jesuitas: “... de todos mis dominios de España e lndias, islas Filipinas y demás adyacencias...”, disposición que en la madrugada del 16 de julio de 1767 se concreta en Santa Fe. En cumplimiento del real mandato, los trece jesuitas que se encontraban en el Colegio: seis sacerdotes, un estudiante y seis hermanos coadjutores, fueron enviados a Buenos Aires, paso previo a su embarque hacia Europa, mientras que el Colegio e Iglesia fueron clausurados.

La expulsión, además de la pérdida irreparable de un grupo de religiosos de evidentes valores espirituales y de sólida formación intelectual, “marcó un paréntesis sin solución de continuidad en el desarrollo de la alta cultura argentina”.

Reapertura del colegio

“La enseñanza pública se encontraba también como lo sabéis tan atrasada y en tanto abandono, que puede decirse que no existía ... era necesario remediar el mal; y aunque después de un período de agitación nos faltaban los elementos de vida y era tan exigua la renta, se ha podido fundar en esta capital bajo la dirección de los PP jesuitas un colegio de enseñanza superior y primaria, que cuenta ya con trescientos alumnos, quince internos gratuitos pedidos a todos los departamentos de la provincia y varios que han venido de las repúblicas vecinas a inscribirse en un colegio que es el honor y la esperanza de la provincia...”. Mensaje de Patricio Cullen a la Cámara de Representantes de la Provincia - 3 de mayo de 1863.

Luego de Caseros, el tema de la educación preocupó al gobierno de la Confederación Argentina y durante la presidencia de Urquiza, se reanudaron los contactos para encontrar una solución a esta grave carencia. En 1860, el Dr. Santiago Derqui escribió al papa Pío IX y al general de la Compañía P. Pedro Beckz, solicitando padres para que se encargasen de ella.

Como resultado de estas gestiones, el P. Joaquín Suárez, en 1861 arriba a Paraná, capital de la Confederación Argentina, aceptando reabrir el colegio en Santa Fe, ya que al visitar las edificaciones de donde habían sido expulsados en 1767 y si bien se encontraban muy dañadas, le parecieron adecuadas. Posteriormente, estipulan con el gobernador don Pascual Rosas, las bases del contrato que debía celebrarse entre el gobierno de Santa Fe y la Orden.

A fines de ese año, el mapa político argentino se modificó al salir victorioso el general Mitre en la batalla de Pavón, quedando abruptamente interrumpidas las negociaciones.

Luego de ser elegido Patricio Cullen gobernador de Santa Fe, y ya siendo el P. Suárez Superior Provincial de los Jesuitas del Río de la Plata se reanudan las tratativas. El 21 de abril de 1862 se firma el contrato, y al día siguiente el documento por el cual “... la Autoridad Eclesiástica entregaba la Iglesia y el Convento en usufructo a los jesuitas...”.

En el contexto de las enormes dificultades económicas de la provincia, se encara la reapertura del colegio. Esta decisión nos habla a las claras de la actitud de grandeza en el pensamiento y en la magnitud de lo encarado por las autoridades del gobierno que apostaba fuertemente a la educación priorizando sobre otros acuciantes temas, solucionar la grande y premiosa necesidad que había aquí de estudios.

El contrato de 1862 planteaba que los jesuitas debían organizar un establecimiento de enseñanza pública, que debía contar con aulas primarias y secundarias, enseñándose latín, griego y francés. Asimismo, acordaba que si bien los padres de la compañía podían exigir retribución por los alumnos pupilos y medio pupilos, los asistentes externos a las “clases elementales e inferiores”, lo harían gratuitamente.

El P. Suárez deseaba abrir el Colegio el 21 de junio, festividad de San Luis Gonzaga, pero las obras de las reparaciones indispensables se demoraron y recién el domingo 9 de noviembre de 1862 a las 9.30, con la llegada del gobernador, se inició el acto de la solemne reapertura del colegio, bajo la advocación de la Concepción Inmaculada de nuestra Señora. Luego del discurso inaugural a cargo del ministro General José M. Zuviría, el gobernador Patricio Cullen dijo: “Queda instalado el Colegio de la Inmaculada Concepción”. A continuación la concurrencia pasó al templo para asistir a la misa solemne y “de la iglesia pasaron otra vez al colegio, donde se había preparado un sencillo refresco”.

Por la tarde y al día siguiente,“se abrió la puerta del colegio al público, permitiendo la entrada a las señoras”.

El día lunes 11 de noviembre de 1862 se iniciaron las clases, “era lo que se llamaba lectio brevis y al día siguiente hubo clases todo el día”. Las actividades educativas comenzaron con 36 alumnos matriculados, de los cuales 7 eran pupilos o internos, 12 medio pupilos y 17 eran externos, cifras que fueron aumentando con el paso de los meses.

Escaso era el número de los jesuitas al momento de la reapertura, ya que el Status Domus estaba constituido por tres padres bajo la autoridad del rector P. Pedro Vigna y tres Hermanos entre los que se encontraba Laurindo da Silva, “Portero, sacristán, ropero, zapatero y lamparero”. Este notable hermano que “durante 29 años perseveró en el duro oficio de portero” es quien plantó el antiguo lapacho que hasta marzo de 2011 extendió sus ramas en el histórico Patio de los Naranjos.

Bibliografía:

FURLONG CARDIFF, Guillermo S.J.: “Glorias Santafesinas”. Buenos Aires. Surco 1929.

FURLONG, Guillermo S.J.: “Los jesuitas. Su origen - su espíritu su obra-”. Buenos Aires. Luis Gotelli.1942.

FURLONG, Guillermo S.J.: “Historia del Colegio de la Inmaculada Concepción de Santa Fe y de sus irradiaciones culturales, espirituales y sociales”. Buenos Aires. Sociedad de Ex Alumnos Filial Buenos Aires. 1962.

REYNAL, José. “Historia del Colegio de la Inmaculada Concepción”. Vol. Inédito.

TERPIN, Jorge A.: “Aproximación a la música en la época de los jesuitas”. EN: Summarium I. Santa Fe. Centro Transdisciplinario de Investigaciones de Estética. 1993.

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Programa de

celebraciones

Ya se realizó el acto histórico alusivo en el Patio de Los Naranjos. Nivel primario. Luego, la inauguración de las muestras de Academias y Niveles y por la tarde, Intercolegiales deportivos en el Ateneo Inmaculada.

Ayer: Panel histórico. Nivel secundario. 20: Muestra artística de Teatro y Literatura. Niveles primarios, secundarios y ex alumnos .

Hoy: 12 horas: Muestra de la Academia de Música. Niveles primario y secundario. 14: Intercolegiales deportivos en el Ateneo Inmaculada.

Viernes 9: Solemne acto del Sesquicentenario. Descubrimiento de placas. 19.30: Misa con tedeum. 20.30: Concierto. 21.30: Peña de los ex alumnos. Patio de Los Naranjos.

Sábado 10: 20.30 horas: Misa y cena de ex alumnos.

A 150 años de la Reapertura del Colegio de la Inmaculada

El nuevo edificio del Colegio Inmaculada de proporciones monumentales, durante el proceso de obra en 1912.

A 150 años de la Reapertura del Colegio de la Inmaculada

Iglesia y Colegio a principios del siglo XX. La Portería -acceso principal- se ha llevado al centro de la fachada y se han agregado altos.

A 150 años de la Reapertura del Colegio de la Inmaculada

Ejercicio de gimnasia y de conjunto en el Patio de los Naranjos, circa 1920.

A 150 años de la Reapertura del Colegio de la Inmaculada

Altos de Iriondo. Construidos durante el primer gobierno de Simón de Iriondo, cerraba el Patio de los Naranjos por el lado sur. Sobre el tejado se observa el reloj de sol instalado por el P. Cappelletti en 1883.

A 150 años de la Reapertura del Colegio de la Inmaculada

El Colegio e Iglesia a fines de 1874. En primer plano el antiguo conservatorio, luego el crucero de la Iglesia y al fondo el edificio del Colegio, donde actualmente funciona el Museo.

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