Publicación de la UNER
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Excelente rescate de una figura de las letras: Arnaldo Calveyra
La Universidad Nacional de Entre Ríos editó una obra de incuestionable valor: “Arnaldo Calveyra, teatro reunido”.
De la redacción de El Litoral
Recientemente, la Universidad Nacional de Entre Ríos publicó el libro “Arnaldo Calveyra, teatro reunido”, una obra que congrega por primera vez la obra dramática del consagrado autor entrerriano. El libro reúne varias piezas teatrales que el autor escribió a lo largo de trenta años. Hasta el momento de la edición de esta obra, las piezas teatrales eran inhallables dado que la mayoría nunca habían sido publicadas en castellano y otras eran inéditas.
La cuidada edición de este libro tiene varios estudios sobre la obra de Calveyra, todos de igual excelencia. Bajo el título “El régimen de la transfiguración”, en la Introducción, Claudia Rosa escribe que el libro que presentamos reúne seis obras teatrales que Arnaldo Calveyra escribió a lo largo de treinta años. La mayoría de los textos tienen entre 25 años y 55 años, y no sólo no han perdido nada de su frescura, sino que tienen una renovada capacidad para hacernos pensar sobre aquello que funda el teatro.
“En una obra que se caracteriza por la búsqueda de lo que llamaríamos ‘estenografiar lo poético’, el teatro ocupa un lugar preponderante. Su actividad en este métier comenzó en la adolescencia, con la actuación, y gran parte de su trabajo como escritor giró en torno a ella. A fines de la década del ochenta Calveyra se va alejando y comienza a escribir cada vez menos piezas dramáticas, quizás porque su producción había cumplido su cometido: llevarlo más lejos en el proceso de elaboración de su escritura poética.
“Cuando Calveyra llega a Francia en 1960 se encuentra con un desarrollo exultante del teatro que había comenzado en la década anterior. Después de la Segunda Guerra Mundial la vida cultural francesa, como la de Inglaterra, Estados Unidos y la República Democrática Alemana, comienza a florecer transformando el paisaje del siglo. Por ende produce su obra en el momento de transformación de las instituciones culturales, de la descentralización de los ejes y de los poderes que regían las estéticas de la primera mitad del siglo XX, cuando se discute la distancia entre una dramaturgia de vanguardia y una popular. Es la instancia en la cual la dramaturgia se considera una acción política: el escenario y la sala, el actor y el espectador, pasan a ser comprendidos como un solo acto teatral sin distancias, Fue la época de los grandes conflictos y debates de las distintas revistas especializadas, de un arte de acción, de resistencia y de libertad, cuando la representación se convertía en un objeto de reflexión poética inagotable. Era un escenario de combates políticos, estéticos y filosóficos, que no necesitaban resolver la ambivalencia y las contradicciones”.
Proceso de creación
Claudia Rosa escribe luego que ordenadas estas obras “en una apócrifa cronología, la primera impresión pone en evidencia que son textos de largo aliento y de una escritura de lustros, resulta imposible no tentarse con ensayar genealogías del proceso de creación poética y dramática. Algo de esta inútil búsqueda se intenta en estas palabras introductorias. Simplemente porque es en la pregunta sin utilidad en la cual podemos llegar a sospechar algo que puede ser percibido y no puede ser explicado: el teatro y la poesía de Calveyra escenifican el deslumbramiento, que puede ser entendido aquí como concepto de teatralidad en tanto que el autor y los espectadores/lectores son obligados a hacer el mismo trabajo sobre el paso de lo épico, ¿Por qué el poeta entrerriano dejó de escribir teatro? La respuesta tal vez sea la inversión de la pregunta: ¿dejó alguna vez de escribir teatro, ¿este teatro reunido permitirá encontrar elementos dramáticos en su poesía? Pensamos más bien que se presenta como un vínculo con una experiencia poética extrema que no ha dejado de escribirse y que ha atravesado toda su producción. Una encrucijada entre un pensamiento político y un pensamiento poético, o más bien de un espacio poético que siempre deviene espacio escénico y cuya función es el encantamiento”.
“Esta introducción -puntualiza Rosa- está tensionada, por un lado, por la crítica literaria de su poesía y, por otro, por la crítica teatral. ¿Puede hablarse de un dramaturgo que es la materialización de un poeta? ¿Cómo controlar el entusiasmo de la lectura ante esta visión de conjunto de su obra, ante este deslumbramiento que a velocidades disímiles logra secretamente ponernos en armónicas sintonías con la poesía y con saberes antropológicos que habíamos olvidado? ¿Cómo presentar la maravilla intelectual de esta perplejidad? ¿Cómo comunicar la morosidad de la lectura que requieren los malentendidos de los orígenes de este teatro? ¿Debe esta introducción provocar la incomodidad para que este libro hecho de teatro pueda leerse dentro y fuera del género? ¿No se mide acaso la estatura de una escritura en la medida en que molesta? Pero ¿cuál es la incomodidad? ¿Cuál es la precariedad de esta escena antropológica devenida liturgia, de esta liturgia devenida teatro, de este libro devenido tiempo, de este tiempo devenido memoria, de esta memoria devenida poesía?
Los interrogantes pueden ser develados tras la lectura de una obra esencial para teatristas e investigadores. Cabe recordar que este publicación acaba de recibir el Premio Teatro del Mundo, otorgado por la Universidad de Buenos Aires.
El poeta y dramaturgo entrerriano. Foto: Archivo El Litoral
Tapa del ejemplar de la nueva obra.
Foto: Gentileza UNER
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