Tribuna de opinión

Políticos y politólogos: ¿Para qué sirve la ciencia política?

Gabriel R. Otazo (*)

Muchas veces, cuando digo que estudio ciencia política las personas imaginan que seré un buen político por estudiar política, pero no piensan en el término ciencia. Hasta el día de hoy continúo explicando a quien pregunta que la ciencia política no forma políticos sino estudiosos de la política y creo que a muchos estudiantes de dicha disciplina les ocurre lo mismo.

La ciencia política, también llamada politología (según las diferentes denominaciones de esta ciencia social) estudia la teoría y práctica de la política, los sistemas y comportamientos políticos. Su objetivo es establecer, a partir de la observación de hechos de la realidad política, principios generales acerca de su funcionamiento. En este sentido, interactúa con otras muchas ciencias sociales, como la filosofía, sociología, economía, derecho, etc.

Por otro lado, emplea como herramientas metodológicas las propias de las ciencias sociales. Entre los diferentes acercamientos posibles a la disciplina están el institucionalismo o la teoría de la elección racional. Históricamente ha tenido su origen en la filosofía política, la cual está formada por las distintas teorías políticas normativas, desarrollando en los siglos recientes ramas de carácter empírico (Ciencia política empírica) y no meramente prescriptivo.

Ahora bien, ¿qué utilidad o aporte tiene el politólogo para la sociedad? El científico de la política no soluciona de forma directa o práctica los problemas políticos de la sociedad. El politólogo estudia, debate, asesora y propone explicaciones y posibles soluciones para los problemas socio-políticos de las sociedades.

El politólogo ofrece respuestas y corresponde a los detentores del poder considerarlas o no. También critica y defiende la democracia, como dice Dieter Nohlen. La critica porque no es perfecta, pero se puede perfeccionar; y la defiende porque es la mejor forma de gobierno puesto que es la única que protege a los ciudadanos de los abusos del poder de sus gobernantes.

Siguiendo con el razonamiento anterior, ¿por qué el politólogo no puede solucionar directamente los problemas políticos? No lo hace porque que no detenta el poder político y si tuviera poder político dejaría de ser politólogo dado que no podría estudiar objetivamente al poder y lo que conlleva el mismo.

Independencia pero no indiferencia, sostenía Norberto Bobbio, en cuanto al poder político. Los fines que persigue el político son obtener y conservar el poder, es decir que son distintos a los del politólogo, cuyos fines son estudiar y explicar la realidad política. Y también vale aclarar algo más: el que un político haya tenido una formación académica en ésta (de hecho, en cualquier) disciplina no le garantiza la entrada en la arena política y mucho menos ser un buen gobernante. Esto ya lo hemos visto en muchos países: el hecho de poseer posgrados, masters, etc. no garantiza la eficacia y eficiencia. En este sentido, la buena voluntad fallece ante la lucha de interés entre los distintos actores políticos.

(*) Estudiante avanzado de la carrera Lic. en ciencia política (U.N.L-Fhuc).