SEÑAL DE AJUSTE

Hermano bueno, hermano malo

Roberto Maurer

La aparición tardía de “Avenida Brasil” en la televisión argentina provocó una suerte de terremoto, con sus inesperados picos de 20 puntos de audiencia, en un horario débil y en verano. Se reprodujo el fenómeno que la tira brasileña ya había experimentado en todas partes, y se reveló que la telenovela argentina no es la mejor del mundo. La diferencia reside en el presupuesto y en un sistema de producción en el cual se respeta el rol del autor: no es la obra de un comité viscoso que modifica el rumbo del relato en función de las conveniencias, ni se cambian los horarios con propósitos oportunistas, ni se deshacen sorpresivamente de un personaje porque el actor que lo encarnaba ganó a la quiniela y se fue. Es decir, son más serios.

Endulzado por el éxito, Telefe compró otro producto brasileño de la Globo y de los mismos creadores de “Avenida Brasil” y lo programó en el horario contiguo. El primer capítulo de “Insensato corazón” fue doble, así que con sus dos horas hubo tres continuadas de ficción brasileña. “Insensato corazón” es convencional y se licúa por abuso de viejos clichés: tal vez no resulte tan irresistible para el público argentino, aunque arrancó con 12 puntos.

Si es cierto que en la ficción los villanos tienen más rating que las almas que indefectiblemente llegarán al cielo, en “Insensato corazón” esa dialéctica elemental se aplica al extremo. Nadie se vuelve malo, ya lo es, de arranque y por esencia: no hay construcción histórica. Representan una refutación de toda teoría garantista. Y los buenos lo son tanto, que parecen estúpidos, y el amor los estupidiza del todo.

¿Dónde está el piloto?

Los protagonistas son dos hermanos, Pedro es bueno y Leonardo es malo. La tira comienza con un flashback en el cual sus padres discuten, la madre protege y malcría a Leonardo, mientras que el padre pide severidad para quien promete ser un monstruo. Desde las sombras, el pequeño Leonardo escucha, luego se dirige al cuarto donde Pedro duerme con su sonrisa de ángel y destroza el avioncito de juguete que cuelga sobre la cuna.

La escena es un símbolo, y el avioncito no es casual, ya que con el paso de los años Pedro se convierte en piloto. Se está por casar con su novia de toda la vida, Luciana, que no es ni mala ni buena: es hueca, a pesar de que estudió en los Estados Unidos, como dice alguno de los personajes.

Los hermanos pertenecen a una familia pudiente de Florianópolis. Leonardo quiere sacarle plata a su padre, Raúl, un hombre bueno -se prueba que la riqueza no siempre va asociada con la maldad- para una transa mafiosa con tragamonedas. Leonardo es un ser inescrupuloso que, en la versión de Sonia, su madre, no tiene suerte en los negocios.

La madrina de la boda será Marina, que estudió con Luciana en Estados Unidos. Acaba de llegar de Milán, está interesada en abrir una agencia de diseño, y vuela desde Río de Janeiro con una prima para asistir a la boda en el mismo avión donde viaja Pedro. A bordo también está Jonás, un ex empleado de la familia de las primas que, recién salido de la cárcel, busca venganza porque cree haber sido injustamente acusado por la abuela de las muchachas, y quiere secuestrar el avión y mandarlo a pique con las primas adentro, y el resto del pasaje.

Una vez acuchillados los pilotos, con Jonás al volante, aparece Pedro, lo mata y comanda la nave hasta aterrizar, con Marina a su lado, en el asiento del copiloto. Llegan a tierra, la hazaña se ha consumado, se miran y, aunque son desconocidos, se besan en la boca, y no pueden parar. A veces se detienen para respirar. Finalmente, tal vez por cansancio, dejan de besuquearse y se van cada cual por su lado sin saber que uno es el prometido de la amiga y la otra la madrina de boda. Los interesados pueden consultar los films “Aeropuerto '70” y “¿Y dónde está el piloto?”.

Festín diabólico

Al mismo tiempo, Leonardo ha organizado un gran almuerzo para celebrar el aniversario de sus padres, con el fin de obtener el dinero de Raúl, que termina en una bochornosa pelea cuando familiares y amigos comienzan a exhibir los trapos sucios que escondieron durante años. Y un detonante es el invitado sorpresa, el tío Humberto, hermano de Raúl, refugiado en Uruguay luego de fugarse con la plata de la familia, y a quien ha invitado Leonardo con alguna finalidad pérfida.

Humberto es malo y también cínico. “Yo trafico con el dólar ilegal, soy usurero y lavo dinero”, le explica al sobrino, con la naturalidad de alguien que dice que trabaja en una zapatería. En vez de volverse a Uruguay, se queda solamente para hacer daño. Primero, seduce con demasiada facilidad a la mujer de su hermano y cuando ya la tiene en corpiño, entra Raúl: “Te voy a matar, ya lo verás”.

Después de los besos electrizantes en el avión, por separado y sin saber quién es quién, Marina y Pedro se dicen a sí mismos que acababan de descubrir al ser de su vida, y se vuelven a encontrar y hacen explotar la bomba.

En “Insensato corazón” hay más personajes que en “La guerra y la paz”, ya que pulula un ejército de secundarios, entre los que se destaca un famoso diseñador negro, seductor y soberbio, con voz de barítono, por quien mueren de deseo las mujeres arias. Mientras “Avenida Brasil” ha llegado a los últimos capítulos, ya tiene su sucesora.