Esta noche

“Pensando” por Latinoamérica

Sig Ragga desembarcará en el Teatro Municipal, en el que será su primer show de este año, para luego continuar una gira por otras ciudades del país.

“Pensando”  por Latinoamérica

El grupo, tocando en Chile en el marco de “Siempre vivo Reggae”, el año pasado. Foto: Gentileza producción

 

Ignacio Andrés Amarillo

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Sig Ragga, la banda integrada por Gustavo Cortés, en voz y teclados; Juanjo Casals, en bajo; Ricardo “Pepo” Cortés, en batería, y Nicolás González, en guitarra, brindará un concierto esta noche desde las 22.30 en el Teatro Municipal (San Martín 2020).

“Arrancando el año, nos tomamos unas vacaciones porque veníamos de gira desde el año pasado presentando el disco. Se nos sumó todo: la grabación, el proceso de la edición, presentación del show nuevo... Entonces, ahora estamos iniciando la serie de shows de este año”, dice el baterista en diálogo con El Litoral. “Después del Teatro tocamos el 21 en Córdoba, el 1º de abril en el Lollapalooza y el 11 y 12 en Costa Rica, en el Festival Internacional de las Artes”.

En Texas

—¿Cómo fue este proceso de grabar en Estados Unidos con Eduardo Bergallo, en los estudios Sonic Ranch? Eso de alojarse ahí mismo, pensando todo el día en el disco...

—Era una idea de Eduardo, había ido a grabar a una banda argentina. Nos conoció cuando le llegó a su estudio de mastering el primer disco. Después empezó a hacernos sonido en vivo, es algo que no hacía. Él era monitorista de Soda Stereo en todas sus giras, y después empezó a hacer discos con ellos, a mezclar con Gustavo Cerati “Once episodios sinfónicos”; hizo varios discos, de Pericos y otros.

Hacía como cuatro años o más que nos conocía, y nos decía: “Vamos a ir”. Le escribió una carta al dueño del estudio, contándole cómo era la relación con el grupo, lo que a él le parecía de por qué teníamos que ir ahí. Se dio, fue en noviembre de 2012.

Íbamos a ir por 15 días (porque teníamos presupuesto para eso) y terminamos quedándonos un mes: grabamos todo y se dio la posibilidad de mezclar y masterizar ahí. Fue increíble, como un sueño, tener todo; las carencias de arrancar en esta ciudad, de lo que es pelear, uno se las arregla, por ahí, sin el instrumento para tocar.

Fue la posibilidad de seguir aprendiendo, de ver realmente los equipos, en la computadora los ves “en virtual”, pero ahí estaban en la realidad, elegir el equipo, el micrófono. El Nico (González) iba viendo, “esta guitarra para esto”, con las voces lo mismo, probando distintos micros, bajos, baterías.

Y en un clima de paz y tranquilidad, porque es como que estás de vacaciones. Es como una quinta en Texas.

—¿No estaba grabando nadie más?

—Sí, pero tiene varios estudios. Es como una hacienda, nosotros estábamos en uno grande, un estudio doble con una sala de grabación de batería enorme, debajo de la tierra. Después había otras salas, había una banda de Italia, una de México, que vos los encontrabas cuando comías. Pero estábamos solos, y el estudio prendido y disposición las 24 horas.

Formatos

—Con ese master y luego el disco hecho, ¿cómo fue salir a bancarlo? Venían de una nominación anterior al Grammy, pero había que levantar la apuesta.

—Nos enfocamos en el show, además eran canciones que cuando fuimos a grabar eran muy nuevas, y muchas cosas salieron ahí. Estuvimos enfocados unos cuatro o cinco meses, porque estuvimos en todo, hasta en las plantas de luces. Es constante, se va reformulando show a show, hacés balance.

El formato se va adaptando. Eso nos llevó a tener el show armado en Casa Babylon de Córdoba (como un Tribus de acá, o un Willie Dixon) y también para el teatro.

Los lanzamientos más fuertes fueron en La Trastienda y acá en el Teatro Municipal; después empezamos a tocar por todos lados. Estuvimos en Córdoba, que no habíamos ido nunca, después haciendo el video de “Pensando”; que lo hicimos entero nosotros. Y tocando sin parar hasta fin de año.

Abriendo el mundo

—¿Cómo vivieron la nueva nominación a los Grammy?

—No lo esperábamos, por cómo se dieron las cosas. Aparte que fue con la presentación del single de “Pensando”, no del disco entero, porque no daban los tiempos de cuándo salió el disco en los plazos. Tampoco lo pensamos mucho, pero no terminás de caer.

Personalmente, tengo muchas lecturas sobre las premiaciones, sobre cierta exacerbación de la competencia. Ahí te das cuenta de que la gente del jurado (productores, ingenieros) hace una primera votación y después vota la gente, entonces ves que ganan cosas que están dentro del pop o de estereotipos de grupos.

Las grandes compañías también terminan generando la exhibición de algunos grupos, o destacar un monopolio artístico (que lo artístico es discutible, en ese marco de mercado) y se retroalimenta con las masas.

Pero es un reconocimiento de que hay gente ahí dentro que tiene otro interés, y generó una gran exposición a nivel mundial, que es un choque ante la realidad de uno de vivir el día a día. Así que fue una alegría para nosotros. Es una ayuda para que nos conozca mucha gente, y productores en Latinoamérica y Estados Unidos.

—¿Cómo es abrir mercados afuera?

—Es muy raro porque no fuimos a buscar productores, levantar el tubo y pedir una gira en Chile o juntar fondos para ir a Colombia o Costa Rica. La gente que nos llevó a Chile, a un festival muy grande, nos conoció por redes sociales, quizás por enganche de YouTube, o por el primer disco que tuvo cierto boca en boca. Y cuando llegamos descubrimos que hay un público, como nos pasó en Cali, había gente que compraba discos y cantaba los temas. Es un misterio.