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“Lennon”
En 1975, el beatle John Lennon decide interrumpir su carrera. Tenía 35 años y quería ocuparse exclusivamente de criar a su hijo Sean. Durante cinco años, en Nueva York, vivió retirado de los medios y no sacó ningún disco. El novelista francés David Foenkinos toma la voz de Lennon para contar su vida en una serie de sesiones que llegarían hasta la víspera de su asesinato, hacia las cinco de la tarde del 8 de diciembre de 1980.
Foenkinos recorre en “Lennon” los conocidos episodios de la vida del más carismático de los cuatro de Liverpool con una especial capacidad de identificación, de manera que enseguida aceptamos la ficción de estar oyendo la voz del propio beatle. La infancia difícil (el sentimiento desolado cuando su madre lo abandonaba de noche; los padres que se pelean y le proponen a él elegir con quién se quiere ir a vivir); los inicios musicales y la relación cambiante con los integrantes de la banda; el primer matrimonio; el alcohol, las drogas, la violencia; la fama; el viaje a la India mística; las crisis de identidad; las campañas por la paz...
Lennon cuenta, pero sobre todo reflexiona. Momentos clave, como el conocimiento de Yoko Ono, alcanzan especial identidad. Como se sabe, en medio de una etapa muy loca de su vida, Lennon visita una galería de arte y conoce a la expositora, una japonesa. “En la primera sala, había una escalera que conducía a una lupa. Había que subir y observar la palabra escrita en lo alto. Subí, con miedo de descubrir algo cínico o negativo, pero pude leer: SÍ. Nada más que la palabra ‘sí'. Sentí un fuerte alivio. Puede parecer idiota, pero esa palabra me hizo mucho bien. Comprendí que entraba en una onda positiva. Así fue como comenzó mi historia con Yoko: con un sí. El mejor sí de mi vida”.
En cuanto a la supuesta rivalidad con los Stones el beatle dice: “Qué idiotez. En primer lugar, éramos amigos, inclusive les habíamos escrito canciones. Y además, yo era cien veces más violento que Mick. Al cambiar nuestro estilo les abrimos el camino a ellos. Ellos tenían el pelo largo, decían palabrotas en el escenario. Nosotros en cambio habíamos tomado la línea de amables y limpios. Pero ellos pasaban el tiempo copiándonos”.
También relata aquel escándalo que despertó Lennon en el comienzo del apogeo, cuando en los recitales la histeria de los fans llegó al paroxismo (se llevaban enfermos para que los curaran -“había hasta camas en el pasillo y carpas de oxígeno”-) y en una entrevista Lennon dijo que los Beatles eran más populares que Jesucristo. Cuando llegó la noticia a los Estados Unidos tomó una proporción enorme, “sobre todo en el sur, empezaron a quemar nuestros discos. El Ku Klux Klan anunció que impedirían por todos los medios nuestros conciertos...”. Foenkinos aprovecha la ocasión para anticipar el fin: “En el fondo, quizás yo soy Cristo. La muerte a balazos es la crucifixión moderna”. Publicó Alfaguara.