llegan cartas

¿Estoy equivocado?

ALEJANDRO REINER

DNI. 93.495.091

Un tumor está invadiendo un cuerpo, y aquellos que deben diagnosticarlo para frenar su invasión no sólo que no lo detectan, sino que lo ignoran y dejan que siga avanzando para que termine tomando los lugares vitales, hasta llegar a un punto que sea imposible de extirpar.

Ese enfermo es nuestro país. Es el que nos legaron nuestros abuelos, quienes por las tardes sacaban los sillones a la vereda. En otras épocas, también los chicos correteaban alrededor de la manzana y los padres se saludaban y conversaban con los vecinos sobre lo acontecido en el día; y es el mismo país en el que los adolescentes volvían caminando de los bailes.

¿Se terminaron los sillones en la vereda? ¿Se terminó que los adolescentes vuelvan caminando de donde sea, con seguridad? ¿Nadie se hará cargo de reconocer que el tumor nos está matando a todos, sin distinción de clase social?

Violencia demencial, brutalidad, odio, insatisfacción, fracaso personal, necesidades insatisfechas; esa sintomatología es peligrosamente contagiosa, y no existe vacuna para ello. Diariamente, observamos a jóvenes maltratándose hasta matarse; matando por el robo de una mochila, de un celular, de una moto.

A veces pienso ¿desde cuándo la violencia se ha incrementado? y no tengo respuesta. ¿Debemos armarnos?, ¿debemos vivir encerrados? ¿La ciudad, nuestra ciudad, se transformará en tierra de nadie? En la calle se observa cómo la mendicidad se ha incrementado, entonces la pobreza ¡sí! está en aumento. Si la calle se ha tornado peligrosa es porque la delincuencia está en aumento. Entonces, ¡sí! hay inseguridad.

A este punto quería llegar: ¿existe verdaderamente contención social? La inseguridad existe, está enquistada, los robos y asesinatos están en aumento. Pienso que delincuentes siempre hubo, pero la brutalidad y la fiereza con que actúan, que matan por matar, jamás se había visto. Hay otros factores que se deberán evaluar... bronca, mucha bronca por la vida que les ha tocado vivir.

¿Los expertos en estos temas todavía no saben qué hacer? Usted que lee mi carta, ¿piensa que la solución es poner más policías en las calles? En absoluto, la solución es abrir fábricas, que el país esté lleno de chimeneas y que no exista la desocupación. Que un padre llegue a su hogar cansado de su jornada de trabajo y sus hijos haciendo los deberes de la escuela, y así, de a poco, curaremos al enfermo. Se acabarán la violencia, el revanchismo social y la inseguridad. ¿Estoy equivocado?