Primero hay que saber sufrir...

aunque gane o pierda, sufriendo cada partido como si fuera una final. El final del partido fue el momento para liberar tensiones acumuladas en todo el año.

La hinchada siempre fiel y presente, aunque gane o pierda, sufriendo cada partido como si fuera una final. El final del partido fue el momento para liberar tensiones acumuladas en todo el año.

Foto: Facundo Maggiolo

 

Gastón Dubois

Apenas Sebastián Prediger rompió en llanto en una emisora de radio local arrepentido por no haberse presentado a jugar ante Atlético de Rafaela, todos —en el mundo Colón— se dieron cuenta que el daño ya estaba hecho: la renuncia de Germán Lerche era historia, porque había sucedido a la madrugada y el “Negro” sufría en los escritorios la verguenza deportiva más grande de su historia dándole por perdido aquel partido. El país hablaba muy mal de Colón y su gente, que miraba incrédula lo que estaba sucediendo, reaccionó. Hubo una pueblada en las puertas del estadio aquella noche con tintes políticos y ribetes de venganza. Algunos grupos políticos que nunca tuvieron lugar en Colón aprovecharon la situación. Mientras tanto, el colonista de alma sufría y sufría... El descenso era cuestión de tiempo.

Marchi jamás volvió a Santa Fe después de aquel partido y nunca más pidió que algún otro club no se presente a jugar por deudas con el plantel. La Argentina de ese entonces —ahora también— estaba llena de clubes que les debían a sus jugadores. Era muy claro el mensaje: había que boicotear a un grupo de dirigentes, aunque éstos hubieran hecho mucho por boicotearse a sí mismos. Nadie salió a desmentirlo, nadie supo admitirlo.Y otra vez el colonista de alma sufría y sufría...

Ni bien el TAS, órgano de la Fifa que se encarga de impartir justicia entre los clubes afiliados, le descontó seis puntos a Colón por el no pago al Atlante, el descenso era cuestión de tiempo, aún a la espera de que resuelva el tema de Martín Bravo, reclamo que oportunamente fuera hecho por la vieja comisión directiva sabalera. Sólo había que esperar y determinar cuál sería la fecha y el rival que oficiara de verdugo.

Comenzado el viejo Clausura del 2014 con un plantel diezmado y, ante la imposibilidad de adquirir refuerzos por parte de la nueva Comisión, el descenso era cuestión de tiempo. Los chicos, obligados por las circunstancias a debutar, se hicieron grandes en la adversidad y metieron un “campañón” de 30 puntos, aún habiendo descendido.

Atlético de Rafaela, aquel rival que no quiso jugar otro día el partido en el cual Colón no se presentó, se puso la capucha de verdugo y en Rosario jugó y ganó un partido desempate decretando el descenso. Nuevamente el colonista de alma sufría y sufría...

El ascenso era sólo cuestión de tiempo...

Ese grito contenido, aquella furia desatada, toda la bronca retenida o aquel llanto de tristeza que explotó ayer por la tarde en el Cementerio fue el necesario desahogo de los hinchas de Colón, hijos del sufrimiento. No importa ya de quién sea el mérito del ascenso. Tampoco importa a qué precio se vendieron los pibes de las inferiores —que tanto costó formarlos— y mucho menos importa cómo fue el camino futbolístico del regreso. Si Osella tuvo un papel preponderante o “Mostaza” Merlo fue, en éstos cuatro partidos, el empujón necesario para alcanzar el objetivo, es sólo una apreciación que nada le agrega al colonista, que pasó del sufrimiento vergonzante a la alegría hecha lágrimas.

Humildemente, creo que el mérito es de su gente, de sus hinchas, de sus socios. Nadie mejor que un colonista para entender a otro colonista y en éstos tiempos de desamor por el prójimo, Colón saca un plus de ventaja en sentimiento popular. Hubo mucha solidaridad entre los colonistas. Se fueron prestando el hombro colonista con dolonista. Y arraigado hasta las tripas, los oriundos del Salado, con el sufrimiento como estandarte jugaron el Nacional B con el único objetivo de intentar volver a la primera división. Había que ascender como sea.

Y un día ascendió, para para matar a aquellos sicarios de la pasión que con algunas acciones intentaron destemplar un sentimiento vivo. Que la historia los juzgue, para bien y para mal. El hincha de Colón tuvo su premio al amor. Volvió Colón y está mas vivo que nunca.

Es el justo homenaje que debían jugadores y dirigentes a los hinchas por tanto amor, por tanta fidelidad, por tanto sufrir...