Oficial escribiente

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Foto: ARCHIVO

 

Por Mariano Pereyra Esteban (*)

Sentado frente a un escritorio de comisaría, Gorostiza intentaba apaciguar el temblor de sus manos y cada par de segundos miraba por la ventana. Tenía la camisa con manchas de grasa y un reloj pulsera destrozado. Movía las piernas con un ritmo eléctrico y parecía a punto de levantarse y escapar.

Del otro lado del escritorio, un policía de camisa azul y lentes prehistóricos, tecleaba en una máquina de escribir. Utilizaba sólo dos dedos y las letras caían en el papel al ritmo de una llovizna tímida.

Tlac, tlack, tlick, tlack... (Siendo las 14.35 del día 23 de enero, se apersona en la seccional X de la ciudad de Santa Fe el señor Ariel Goro)

—¿Gorostiza con ese o con zeta?

—Con ese, con ese y zeta oficial.

... tlac, tlack, tlick, tlack ... (stisa, nacido en)

—¿Nacido en...?

—En Pozo del Molle....

... tlac, tlack, tlick, tlack.... (la ciudad de Mozo del Moye)

—Es ciudad, ¿no?

—No sé... es una localidad... por favor oficial, creo que usted no entiende la gravedad del asunto, soy un asesino, un homicida... ¡métame preso oficial!

—Yo entiendo señor, pero hay que hacer los papeles.

—¿No tienen una computadora?

—Los papeles se hacen en máquina de escribir.

El oficial se levantó del escritorio, abrió un armario de lata y extrajo un papelito blanco, volvió, lo colocó en la máquina y corrigió el texto.

... tlac, tlack, tlick, tlack... (la localidad de Mozo del Moye, provincia de Córdoba, República Argentina,) ... brrr... ¡clinck!

Gorostiza volvió a otear por la ventana, no venía nadie, la calle parecía desierta, las chicharras aturdían. Intentó mirar la hora y recordó que su reloj pulsera estaba hecho añicos. Todavía lo llevaba en la muñeca pero los números se confundían con el vidrio roto y el minutero se había desprendido.

—¿Estado civil?

—Divorciado

... tlac, tlack, tlick, tlack... (divorciado,)

—¿Estos datos son importantes?, le pregunto porque es algo urgente oficial.

—Hay que hacer los papeles... ¿domiciliado en?

—En Av. San Juan 1344 de ciudad de Buenos Aires.

—Ah, porteño...

.... tlac, tlack, tlick, tlack... (con domicilio en Av. San Juan xxx de Buenos Aires,)

Todavía le temblaban las piernas y ahora empezaba a sentir algunos dolores en sitios donde más tarde aparecerían moretones. El oficial levantó la vista:

—Bueno, cuentemé...

—Venía de paso por la ciudad y se me rompió el auto... se me aflojó el cable del embriague y...

—Despacio, despacio que tengo que hacer los papeles.

... tlac, tlack, tlick, tlack... (declara que tras haber sufrido un desperfecto mecánico en su vehículo particular,)

—¿Qué tipo de vehículo?

—Un Renault.

—¿Modelo?

—Renault Megane, oficial... esto es grave oficial, maté a alguien... y me van a matar...

—Tranquilo, hay que hacer los papeles... acá nadie lo va a matar...

—No, usted no.

... tlac, tlack, tlick, tlack... (un renault megane,)

—Continúe

Gorostiza relató lo sucedido, lo hizo despacio, para que el oficial pudiera transcribirlo.

... tlac, tlack, tlick, tlack... (se apersonó al taller de los hermanos Zárate,)... brrr... ¡Clinck!... tlac, tlack, tlick, tlack... (sito en calle Tacuarí xxxx de esta ciudad.)

—Ah, los Zárate, los muchachos de acá a la vuelta, en el barrio nos conocemos todos.

—Sí, oficial, acá a la vuelta.

... tlac, tlack, tlick, tlack... (Y durante la revisión del vehículo, debido a una expresión de burla -que según el denunciante fue “porteño gil”- expresada por Roberto Zárate, mecánico,) ... brrr... ¡clinck!... tlac, tlack, tlick, tlack... (se inició a una discusión que terminó en un enfrentamiento a golpes de puños.)

—No, a golpes de puños no oficial, el mecánico se me vino encima con una llave inglesa y lo paré con una trompada en la nariz.

—Bueno, eso es un golpe de puño.

—Pero él no me enfrentó con los puños.

—¿Le pegó con la llave inglesa?

—No llegó a pegarme... pero me rozó el reloj... mire... yo me defendí, nada más.

... tlac, tlack, tlick, tlack... (Durante la trifulca, el denunciante admite haber golpeado en varias ocasiones a Zárate. Posteriormente, la pelea se trasladó hasta la cercanía de un foso vacío, lugar donde, por medio de otro golpe,) ... brrr ¡clinck!... tlac, tlack, tlick, tlack (el denunciante afirma haber arrojado a Roberto Zárate.)

—En realidad, se cayó, le pegué otra trompada, me estaba persiguiendo con una llave inglesa, imagínese oficial.

—Me imagino, me imagino...

—No alcancé a ver bien, pero estoy seguro de que se desnucó, se cayó de espaldas.

... tlac, tlack, tlick, tlack... (El denunciante también alega haber confirmado el deceso de Zárate y se declara culpable del homicidio. Como consecuencia del)

—No lo hice a propósito... lo maté, sí, pero en defensa propia... ahora, por favor, la celda... métame en una celda.

—¿Y cuál es el apuro... usted tiene intenciones de fuga?

—No, oficial, pero me tuve que escapar del taller, si me agarraban los otros tres hermanos me matan...

—Sí, me imagino... son jodidos los hermanos Zárate, como le dije antes, acá nos conocemos todos... firme la declaración, después la termino.

Luego de hacerlo firmar, el oficial lo trasladó a la única celda y le anunció que en breve podría llamar a un abogado. La siesta parecía haber extinguido al resto de la humanidad, no había ningún otro policía en la comisaría. Gorostiza miró el lugar, era húmedo, caluroso, con olor a orín y tenía las paredes anchas, muy anchas, lo necesariamente anchas como para respirar sin temor. Contra la pared había un catre ruidoso, se recostó boca abajo y hundió la cabeza en el colchón percudido. Le subieron algunos dolores nuevos, en medio de las trompadas había chocado sus brazos contra fierros y autos estacionados, tenía un codo morado de sangre.

Homicidio, homicidio culposo, nunca imaginó terminar las vacaciones así, todo por culpa del embriague. Ahora, a pensar cómo negociar con un juez, cómo defenderse, cómo evitar la cárcel. Se llenó de angustia, pero la desesperación se había despejado... ahora el temor era racional, provenía del análisis de consecuencias y probabilidades, ya había superado el miedo animal, el terror a tener que enfrentar a tres tipos con fierros en las manos, tres mecánicos con los que no habría análisis de probabilidades ni oportunidades de negociación.

Durmió casi una hora, lo despertó el oficial escribiente.

—Salga, pase al patio interno.

—¿Qué pasa?

—Buenas noticias, usted no mató a nadie. Afuera está su auto, los Zárate se lo repararon, arréglese con ellos y siga su viaje.

—¿Arreglarme con ellos?

Entraron juntos a un pequeño patio de mosaicos. El oficial escribiente se montó a una bicicletita con canasto y salió. Gorostiza alcanzó a ver cómo cerraba la puerta del frente de la comisaría.

... tlac, tlack, tlick, tlack... (enfrentamiento: se constatan lesiones múltiples,)

En el patio, en un pedazo de sombra, lo esperaban los hermanos Zárate, Roberto, el de la pelea, tenía una venda en la cabeza.

... tlac, tlack, tlick, tlack... (se observan a simple vista contusiones en todo el cuerpo, golpes en cabeza y rostro. Se suponen, sin pericia médica, que podrían revestir gravedad.) ... brrr ¡clinck!

Gorostiza intentó alegrarse al ver con vida al mecánico, pero fue inútil, el temor animal no lo dejaba pensar. Cuando salieron de la sombra, el sol relumbró en los manchones de grasa de los Zárate. Hubo algún destello luminoso. Los hermanos no dijeron nada, no había nada que hablar, no existía negociación posible.

... tlac, tlack, tlick, tlack... (Luego de la intervención policial, se comprueba el equívoco en la versión del denunciante al confirmar la supervivencia del supuesto occiso. Habiéndose presentado en esta seccional, Roberto Zárate hizo manifiesta la voluntad de no presentar cargos por lo que)... brrr ¡clinck!

... tlac, tlack, tlick, tlack... (se deja sin efecto la denuncia y se recomienda al declarante, Ariel Gorostisa, nacido en Mozo del Molle, Córdoba, de estado civil soltero, domiciliado en Av. San Juan xxxx de la ciudad de Buenos Aires, acudir al nosocomio más cercano para el tratamiento de las graves lesiones observadas.) ... brrr ¡clinck!

(*) Lic. en Comunicación Social. Especialización en Arte. Periodista y Docente. En 2009 ganó el premio Juan Rulfo de París. Publicó en México la antología “Los Ferrodontes y otros cuentos” (Ediciones B, 2012) y la novela “Catorce Nueve” (Terracota Editorial, 2015). @mletrador