La primera vez Mauricio Martínez lo venía buscando desde hace tiempo, le pegó desde la puerta del área y colocó la pelota abajo, junto al palo derecho de D’Angelo.

Foto: Agencia Rosario

 

Enrique Cruz (h)

(Enviado Especial a Rosario)

El minuto final se empecinó en impedir que la injusticia se apodere del resultado. Lo tuvo Newell’s con un cabezazo de Cáceres que hizo temblar el travesaño de Nereo y, en la réplica, lo tuvo Unión en un mano a mano que Soldano nunca se decidió a ejecutar, volcando inexplicablemente su cuerpo sobre Insúa —el defensor que lo marcaba— en lugar de focalizarse en el remate ante la salida de D’Angelo. Unión pudo ganarlo y también perderlo en esa ráfaga final. No merecía ni una cosa ni la otra, pero el fútbol suele, a veces, cometer algunos actos de injusticia que después se terminan lamentando o se tornan difíciles de digerir y explicar en función de los méritos acumulados.

Unión dio un paso adelante en lo futbolístico. A partir de eso, es que Madelón tiene que encontrar esa tranquilidad interior que por allí le pudo haber faltado en los últimos partidos. El paso adelante, como se dice más arriba, fue futbolístico. ¿En qué aspectos se notó?, 1) en el orden; 2) en el manejo de la pelota. Científicamente, el porcentaje de tenencia fue casi de 60 a 40 a favor de Newell’s. No se notó. Unión jugó bien con la pelota. Y Madelón tuvo mucho que ver, con esto y con el orden, también antes mencionado. El equipo se paró diferente. El dibujo para defender fue un 4-1-4-1. Quedó Riaño de punta para ir sobre los centrales (apoyado a veces por Martínez que salía de su posición para apretar arriba), mientras que Gamba y Malcorra (por derecha e izquierda, respectivamente), bajaban hasta el medio para ser un vallado de contención de los dos marcadores de punta. El trabajo de Gamba en el mano a mano con Insúa fue bueno. Levantó en lo futbolístico y tácticamente cumplió a la perfección con lo que le pidió el técnico. Entonces, Martínez se ubicó del medio hacia la derecha y Villar del medio hacia la izquierda, con Acevedo de “5” neto, delante de la línea de cuatro. Eso fue para defender, porque para atacar, tanto Gamba como Malcorra se transformaron en wines (o extremos si cabe mejor la expresión).

Unión tuvo pasajes en los cuáles le quitó la pelota a Newell’s y la manejó. A partir de eso, tuvo el control del partido. Esto es meritorio si lo analizamos en el contexto de un equipo que juega más a ser dinámico y vertiginoso, no deteniéndose demasiado en ese tipo de aspectos que tienen que ver con el cuidado excesivo de la pelota. Se puso en ventaja y pudo aumentar; le empataron, y en el segundo tiempo tuvo un arranque interesante hasta que algunos cambios que hizo Osella le permitieron emparejar el trámite. La otra virtud de Unión es que jamás se metió atrás y que nunca resignó a pelearle el partido al rival en el medio, y lo consiguió. Esto tiene mucho que ver con la competitividad que pretende Madelón, en el sentido de que su equipo se transforme en “molesto” para cualquiera.

Los mayores problemas estuvieron atrás. Y acá hubo dos cuestiones que no se resolvieron en todo el partido: 1) la calidad, fineza y desequilibrio de Boyé (el mejor jugador de la cancha); 2) el juego aéreo. Le cabecearon toda la noche a Unión (sin García Guerreño, se pierde mucho en ese aspecto). Pero además, hubo algunos desequilibrios. La jugada del gol es un claro ejemplo. Arrancó con Faccioli saliendo lejos a la marca de Boyé (y perdiendo), generándose una jugada de mano a mano que terminó con el pase a Scocco y la definición. Se puede buscar, como excusa, el infortunio de no haber podido contar con García Guerreño (que viajó e iba a ser titular hasta ayer a la tarde) y que la zaga central estuvo, de alguna forma, “improvisada”, porque Zurbriggen-Faccioli apenas habrán jugado alguna vez juntos en un entrenamiento. Fleita no figura, hoy, entre las prioridades de Madelón y por eso, el tema defensivo es un aspecto en el que deberá intensificar su trabajo el entrenador.