Oscar Bertona en una larga charla con Nosotros, recordando con nostalgia aquellos viejos pero inolvidables tiempos.
Oscar Bertona en una larga charla con Nosotros, recordando con nostalgia aquellos viejos pero inolvidables tiempos.
Bertona, un pionero
Es el periodista de automovilismo más añejo de la ciudad. Trabajó junto a Luis Vicente Serra en Rugir de Motores. A los 81 años, recuerda su relación con el Lole Reutemann y las inolvidables 500 millas de Rafaela.
Textos. Enrique Cruz (h). Foto. Luis Cetraro.
Considera que es el periodista de automovilismo más añejo de la ciudad. Y está en lo cierto Oscar Bertona, un hombre ligado a los medios desde siempre, pero que inició su carrera despuntando el vicio en una pasión que supo construir desde que era muy chiquito.
-¿Recuerda la primera carrera que vio?
-Era muy chiquito y mi papá me lleva a ver la primera carrera que se hizo en Buenos Aires, allá por el año 48. Recuerdo una lluvia tremenda en las pruebas de clasificación. Tenía 13 años en ese entonces.
-¿Y su inserción en el mundo del automovilismo?
-Un hecho importante se produce cuando entro a trabajar y Adio Enrique Frana, un ex director técnico de Unión, que era mi amigo, me manda a hablar con Luis Vicente Serra, que era el director de Rugir de Motores. Anteriormente, Uzinquer me había dicho que no había lugar para trabajar en el equipo deportivo, junto a Heriberto Osuna, que era una institución. Yo escuchaba todos los domingos a Luis Elías Sojit, que transmitía las carreras. Entonces, Serra me dijo que no me podía pagar, pero que podía hacerlo a través de la venta publicitaria. Lo cierto es que pasaron uno, dos, tres meses y no vendía un aviso. Hasta que un día entro a Antonino E. Noseda, me dice que sí y en vez de poner Antonino, pongo Antonio. Imagináte que cuando fui a cobrar me sacó vendiendo almanaques. Le dije que el error era mío y que me pagara lo que quisiera. El entendió y al final me pagó. Así fue el arranque. Todo eso era en LT 9. Pero hubo un hecho que marcó mi vida.
-¿Cuál fue?
-En el autódromo Oscar Cabalén se corría una carrera y ahí estaba Reutemann. Serra se tenía que volver el sábado, porque tenía un acontecimiento familiar, y me quedé yo para el domingo. En el regreso a Santa Fe, se matan Serra, el gerente de Grossi y el que hacía la revista Rugir de Motores. Ese fue un hecho que marcó mi vida. Porque hubo que seguir adelante sin el hombre que había inventado todo.
-Mencionó recién a Reutemann. ¿Cómo era su relación con el Lole?
-Reutemann era un hombre difícil de entender, no fue fácil la relación. Lo conocí antes de que fuera corredor de Fórmula Uno. Fue un fenómeno que no estaba previsto, nadie pensaba que podía llegar tan lejos. Mi relación con él era buena, pero se hacía esperar, no era fácil hacerle una entrevista. El Lole es una gran persona, pero no es el común denominador de la gente.
-¿Siguió periodísticamente su carrera?
-No, no. Ya en esos tiempos estaba casado y no podía andar viajando por todas partes.
-¿Fue amigo de algún corredor?
-Es difícil ser amigo de los corredores. Con el Lole trataba de tener la mejor relación, más allá de su forma de ser.
-Entrevistó alguna vez a Fangio?
-Lo trajo Serra a Santa Fe y recuerdo una conferencia de prensa en Grossi. Ahí lo entrevisté y hablé un rato largo con él. A Froilán González también. Serra tuvo la chance de trabajar en Buenos Aires y no quiso ir. Además, fue el que creó el reglamento del TC 2000, tenía una capacidad enorme. Lamentablemente, tuvo aquel accidente que terminó con su carrera y con su vida.
-¿Cuál fue el mejor corredor que vio?
-Me cuesta nombrarte alguno de acá, de nuestro país. En Fórmula Uno, Schumacher, sin dudas.
-¿Y alguna carrera que lo marcó?
-Las 500 millas de Rafaela, que se corría en circuito de tierra, cuando la ganó Jorge Ternengo. Duró más de cuatro horas, iban a un promedio de 200 kilómetros por hora. Era un acontecimiento en el país, venían de distintas ciudades y también de afuera.
-¿Hasta cuándo hizo el programa de radio?
-Hasta que llegó un momento en el que fuimos reemplazados por Carlos Larriera. La gente de la radio le habrá visto mayores condiciones a él, que era un poco más joven que nosotros. Pero ahí se terminó Rugir de Motores, que fue la primera audición de automovilismo, la primera revista y el primer programa televisado. Luego que murió Serra, quedé durante muy poco tiempo.
-¿Qué es más pasión para usted, el automovilismo o Colón?
-Mi madre me contaba que cuando era chiquito agarraba un palo de escoba y transmitía, tenía 6 años apenas. Colón también forma parte de mis pasiones. No fui dirigente, pero trabajé allí durante un tiempo, cuando Italo Giménez era el presidente. Italo fue, en mi modesta opinión, el mejor dirigente que tuvo Colón.
-¿Sigue viendo carreras por TV?
-Ya no las veo. Recuerdo que antes se corría y sacaba los promedios, el tiempo, calculaba la velocidad, era un loco apasionado. Ahora, ni siquiera veo las de Fórmula Uno.