Sorpresa
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Nobel de Literatura a Bob Dylan, un poeta del rock
El jurado decidió premiarlo “por crear nuevas expresiones poéticas dentro de la gran tradición musical estadounidense”.
El cantautor, considerado “patrimonio cultural estadounidense”, publicó en mayo su último disco “Fallen Angels”.
Foto: Telam
Werner Herpell - DPA
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Hacía más de 20 años que el nombre de Bob Dylan figuraba entre los aspirantes al Nobel de Literatura, pero en esta carrera de fondo al galardón más importante de las letras el cantautor estadounidense siempre acababa con las manos vacías. Hasta hoy.
Según anunció en Estocolmo la secretaria permanente de la Academia, el jurado decidió premiar a Dylan “por crear nuevas expresiones poéticas dentro de la gran tradición musical estadounidense”. Toda una sorpresa y un hito en la historia de un galardón que suele favorecer a novelistas y dramaturgos.
Sin embargo, aunque seguramente el premio levante algunas ampollas, el autor de temas emblemáticos como “Like A Rolling Stone”, “Blowin’ in the Wind”, “A Hard Rain’s a-Gonna Fall” o “Mr. Tambourine Man” ya había sido distinguido anteriormente con el Pulitzer de honor o el Príncipe de Asturias de las Artes por la fuerza poética y la influencia de sus composiciones.
Nacido como Robert (Bobby) Allen Zimmerman en Duluth, Minnesota, comenzó tocando rock en bandas locales y pronto cambió de nombre, al parecer en honor al poeta galés Dylan Thomas. Hijo de una familia judía, descubrió su debilidad por el folk en la Minneapolis de 1959, pero la “corriente del cambio” de la que habla en su autobiografía “Chronicles” pronto lo llevó al barrio neoyorkino de Greenwich Village.
Tras debutar en 1962 con el álbum ‘Bob Dylan‘, el éxito llegó un año después con el sencillo “Blowin’ In The Wind”. Temas cargados de rabia como “Masters Of War” o “A Hard Rain’s A-Gonna Fall” lo convirtieron en un referente de la canción protesta, pero Dylan no quería convertirse ni en ídolo folk ni en símbolo político. Así que mutó una vez más, esta vez hacia el rock y la guitarra eléctrica.
Algunos de sus fans lo consideraron un judas por esa “traición”, pero Dylan no sucumbió a las críticas y entre mediados y finales de los 60 compuso discos que se convertirían en clásicos, como “Bringing It All Back Home”, “Highway 61 Revisited” o “Blonde On Blonde”, con temas cuajados de metáforas y alusiones como “Desolation Row” o “Like A Rolling Stone”, que después daría nombre a una de las principales revistas musicales.
Tras sufrir un accidente de moto en el verano de 1966, Dylan se apartó de la vida pública y se retiró con su esposa Sara Lowndes y sus hijos cerca de Woodstock, en Nueva York. A pesar de vivir allí, este pionero del pop y el rock -junto con los Beatles y los Rolling Stones- no participó en el festival que se celebró en el aquel mítico escenario en 1969, el más importante de la década.
Los años 70 fueron una época agitada y difícil para el cantante: se separó de su mujer y su creatividad se estancó, salvo por excepciones como “Blood On The Tracks” y partes de “Desire”. Tampoco el balance de los 80 es impresionante, aunque volvió a casarse, consiguió éxitos comerciales con el grupo Traveling Wilburys y comenzó la gira mundial “Never Ending Tour”, con un centenar de conciertos al año.
La rehabilitación musical de Dylan llegó en 1997 con “Time Out Of Mind”, un disco de oscuras y ambiciosas letras consideradas entre sus mejores creaciones. Desde entonces su carrera volvió a encauzarse y cada par de años publicó discos admirables como “Modern Times” (2006) o “Tempest” (2012). Sus últimos álbumes copan como nunca antes las listas de éxitos y se calcula que a lo largo de su carrera ha vendido más de 100 millones de ejemplares.
También son incontables los premios que ha recibido: 11 Grammys, un Oscar, el Premio Pulitzer por “composiciones líricas de una fuerza poética extraordinaria” y la Medalla Presidencial de la Libertad, que le entregó el propio Barack Obama. Además, en 2007 España le concedió el Príncipe de Asturias de las Artes como “mito viviente en la historia de la música popular” que ha marcado “la educación sentimental de muchos millones de personas”.
Según dijo a dpa Sean Wilentz, autor del libro “Bob Dylan in America”, el cantautor es “patrimonio cultural estadounidense”. En mayo publicó su último disco, “Fallen Angels”, una nostálgica recopilación de clásicos norteamericanos que supone casi una segunda parte de “Shadows In The Night”, en el que entonó con su voz gastada diez temas popularizados por Frank Sinatra.